Con 81 primaveras, quien fuera durante más de tres décadas director de Radio Nacional de España en Castellón presenta su segundo libro en tres años, un exhaustivo monográfico dedicado a la historia del medio radiofónico en la provincia de Castellón y a todos sus protagonistas. Ayer domingo, 9 d'Octubre, recibió una distinción de la Generalitat Valenciana en la modalidad de 'Periodismo libre en el autogobierno'.
CASTELLÓ. Si el entrevistador cierra los ojos y se limita a escuchar, la potencia de la voz de José María Arquimbau (Castelló, 12 de julio de 1941) le engañará a conciencia: es inconcebible que ese torrente provenga de un hombre que el pasado 12 de julio cumplió 81 años. Pero a veces lo increíble deviene posible, como sucede con la buena radio. A ese medio ha dedicado 47 años de su vida nuestro protagonista, que tomó contacto con él al final del Bachillerato a través de la Escuela de Radiofonismo de Castellón. En 1959 habló por vez primera ante los micrófonos de La Voz de Burriana, perteneciente a la cadena REM. Dos años más tarde, pasa a la nueva La Voz de Castellón, que se integraría al llegar la democracia en Radio Televisión Española con el nombre de Radio Cadena Española, fusionándose tiempo después con Radio Nacional de España. Casado, con 5 hijos y 6 nietos, durante 32 años dirige la emisora local de la radio pública: de 1964 a 1996. Presidente de la Asociación Provincial de Profesionales de Radio y TV y de la Asociación de la Prensa Deportiva, entre otras distinciones cuenta con la Antena de Oro de la Federación Española de Asociaciones de Prensa y TV y con el Micrófono de Oro de la Asociación Española de Informadores de Radio y TV. Autor del Libro de Platino del CD Castellón (1998), El Colegio Universitario de Castellón (CUC) (2009) y de sus memorias Pequeñas historias de una voz (2020), en este 2022 ha dado a la imprenta La radio en Castellón desde 1933, de la mano de Publicacions de la Universitat Jaume I y de la Diputación de Castellón.
Al margen del micrófono, puso su saber hacer durante unos años al servicio de Mediterráneo y siempre ha estado disponible para quienes le han pedido cualquier colaboración periodística. Graduado en la Universitat per a Majors de la Universitat Jaume I, desde 2001 es además presidente de Sauji, la Sociedad de Amigos y Antiguos Alumnos de la UJI. Y en el presente año, preside también la Comisión Delegada del Centenario de su amado CD Castellón, con quien ayer compartió el honor de recibir una de las distinciones de la Generalitat Valenciana por el 9 d'Octubre, en su caso en la modalidad 'Periodismo libre en el autogobierno'.
- En su penúltimo libro, Pequeñas historias de una voz, cuenta que cuando de niño veía pasar junto a su casa a los trabajadores de Radio Castellón le parecían casi dioses. ¿Qué atrae a la radio a un niño de los años 40?
- Hombre, la radio era misterio. Tú la oías en un aparato antiquísimo: a una de mis hijas le di un aparato de radio, un Zenith de mucho antes de la Guerra Civil española, de los primeros que se venderían. Y oír por ahí a la gente, sobre todo cuando hablaba Chencho por la cosa del deporte o Vicente Marco en un 'Carrusel deportivo', pues oírles te despertaba cosas. Y como yo vivía en la calle Huerto de Mas, entre Ximénez y Trinidad, por ahí pasaban todos, porque por entonces Radio Castellón ya se había cambiado de su instalación inicial en la plaza de la Constitución [hoy Mayor] a una de las esquinas de la parte trasera del Teatro Principal.
- Un emplazamiento muy especial, desde luego.
- ¡Y tanto! Allí tenían incluso una ventana desde la que veían a las artistas cuando se cambiaban de ropa [ríe]. Y además se daba la coincidencia de que en la calle Trinidad, en la casa de la Marquesa, tenía la oficina el CD Castellón y al lado de mi casa estuvo uno de los primeros directivos, Vicente Vistós. Y Chencho pasaba constantemente porque iba a casa de su novia, que vivía en la calle Navarra.
- ¿Y cuándo empieza a pensar que la comunicación se le puede dar bien?
- Mira, yo empecé en el colegio, entonces llamado Mártires del Magisterio, el actual Herrero, y tenía de maestro a don Juan Boix. Conservo todavía las libretas de notas que me daba y en la lectura siempre tenía una B mayúscula. Al cabo de unos años, me dijo que de vez en cuando venía un inspector del Ministerio a ver cómo iba la clase y cuando iba a comprobar cómo estábamos de lectura, siempre me hacía leer a mí porque sabía que iba a quedar bien. Y luego, los compañeros de Bachillerato, como el odontólogo Jesús Martínez, me recuerdan que con la crónica de la Hoja del Lunes del partido del Castellón les radiaba el partido en clase.
- Eso es precocidad.
- Ya fue un síntoma de auténtica vocación por la radio. Por eso digo al inicio del libro que amo la radio. Me creía obligado a dedicarle un recuerdo como este libro, ya que la radio ha hecho posible que comiéramos de ella mi familia y yo. Y sobre todo, que las nuevas generaciones conozcan toda la gente que estuvo en las emisoras. Cuando escribí el libro de la historia del CUC, me pasaba que a veces notaba que la gente se cree que la Universidad ha nacido por generación espontánea y que antes no había nada. Oiga, no: antes hubo mucha gente que luchó por por el CUC, y que fue precisamente la presión sobre las necesidades del CUC lo que hizo de naciera la UJI, y los medios también tuvimos cierta importancia por la presión que se hacía constantemente para que el Gobierno valenciano accediera a crear la Universidad. Y en este tema de la radio me pasaba igual.
"Hoy la radio ha sido evidentemente superada por la televisión, por las redes sociales y todo esto. Pero sigue siendo una fábrica de sueños que acompaña mucho: sigue acompañando a la gente"
- Habla de una infinidad de personas, en el libro. Muchísima gente que desgraciadamente ya no está.
- En cierta forma esto es doloroso, porque vas acordando de tantas personas con las que ha sido muy amigo y que han desaparecido, que alguna lágrima te ha ido cayendo por el camino. Porque aquí ha habido intimísimos amigos míos, porque no éramos competidores aunque trabajáramos en distintos medios, éramos muy amigos. Ahora se ha perdido todo eso, pero nosotros nos íbamos a comer una vez al mes. Valoramos la amistad por encima de la competencia. Nombres como el de Alejandro Querol, Manolo Monferrer, Pepe Chiva, Juan Enrique Mas, que fue un extraordinario colaborador mío, etcétera. Muchísimos nombres. Y claro, entre ellos también de forma especial el de Paco Pascual.
- Y con muchos de ellos, tuvo un trato muy próximo.
- Pues sí, porque ibas a las bodas, a los nacimientos de los hijos y a los entierros de los familiares más próximos... pero todo eso despertaba amistad y soltaba. Y hoy noto que en la ciudad mucha gente me aprecia, supongo que también porque yo siempre me he prestado a todo lo que sea necesario, pero no para que te devuelvan el afecto y el cariño, sino porque entiendo que la vida no es tan complicada ni debe ser tan complicada como para que nos la hagamos agria, a pesar de algunos personajes de esta profesión. Por ejemplo, yo entré en Mediterráneo porque como director de la emisora no tenía derecho a Seguridad Social, y al decírselo a Jaime Nos me hizo un hueco como auxiliar de redacción. Estuve unos años hasta que llegó de director Carlos Briones, y para estar a su altura tenías que llevar una docena de güisquis en el cuerpo a las cuatro de la tarde. Y a mí el güisqui no me ha gustado nunca. Tras algún desencuentro con él, como ya entonces ya tenía la Seguridad Social siendo director, ya me fui porque no puedo estar con él al lado. Era un escándalo.
- Pero lo suyo han sido definitivamente las ondas. Y en la presentación del libro dice que la radio ha sido una fábrica de sueños y que sigue siéndolo.
- Claro. Por lo menos para los que hemos vivido la radio. Continuamos abriendo el transistor cuando la oímos y continúa siendo una fábrica de sueños. Seguimos imaginándonos la gente que sale, las entrevistas que se hacen, los programas que salen, aunque han cambiado mucho, de la noche a la mañana. Hoy la radio no es lo que era, evidentemente superada por la televisión, por las redes sociales y todo esto. Pero sigue siendo eso, una fábrica de sueños que acompaña mucho: la radio sigue acompañando a la gente.
- ¿Sueña la gente ahora de otra manera? Porque las nuevas generaciones están desconectándose del medio.
- Es que ahora tienes más información de todo, pero de otro tipo. Antes, fundamentalmente la información te la daba, o el periódico o la radio.
- Y el entretenimiento.
- Claro, y ahora ya tienes 50 canales de televisión, 50.000 páginas de Internet, tienes de todo: ahora no necesitas la radio tanto como antes. Y tampoco hay vocación radiofónica como antes. Antes, como había menos medios, la gente concentraba más sus vocaciones en los medios que existían.
- En su anterior libro, el de memorias radiofónicas, contaba que una vez fue a cubrir una noticia de la cárcel y por poco se queda allí.
- Sí, sí. Bueno, y además iba estando en la 'mili' también, en otra época. Había un teniente llamado Horacio, que se casó con una chica de Castellón de buena familia, que era una persona encantadora, y yo le dije "oye, que ahora yo los jueves me gano 100 pesetas por presentar los combates de lucha libre en la plaza de toros, pero hoy es jueves y estamos aquí haciendo guardia en la cárcel". Y me responde "tráete ropa para cambiarte aquí y yo te dejo que te cambies, te vas de paisano, vas a la lucha libre, vuelves, te vuelves a vestir de militar y sigues la guardia y no pasa nada".
- Pero lo de casi quedarse allí fue trabajando para Mediterráneo, ¿me equivoco?
- Ah, sí: fui a cubrir la información del día de la Merced, la patrona de la cárcel. En el acto, veo al que se sienta en la silla más alta de las que estaban ocupando allí. Y pienso, "este es el que preside" y era Fernando de Val, que era el secretario general del Gobierno Civil, y al lado estaba Julio López Guarch, que era el general gobernador militar. Yo hago la información para el periódico y escribo que presidió el secretario general del Gobierno Civil, en funciones de gobernador civil accidental, junto con el general gobernador. ¡Bueno! El general monta en cólera y llama al director del periódico diciendo que me iba a meter a mí en la cárcel porque él era el que presidía, que no estando el gobernador civil en persona, él era la máxima autoridad y tal. Bueno, al final me pude escapar.
- A ese respecto: ¿hasta qué punto se podía informar en un tiempo de falta de libertades?
- Conocías los límites. No se informaba de política, se informaba de lo que ocurría en la ciudad, de lo que hacía el Ayuntamiento, lo que hacía la Diputación, pero en cuanto a obras, a actividades, a fiestas, nada de política. Sabías que en política no podías entrar. En este libro habrás visto que hay al final un anexo con algunas circulares que recibíamos, por ejemplo de la Delegación de Información y Turismo y tal, diciéndote cómo tenías que hacer la información y la programación en Semana Santa. O cuando se murió el presidente del Gobierno, Carrero Blanco, pues sabías las limitaciones que tenías y no te jugabas tampoco el tipo. A pesar de que la censura era... en fin, se dice hoy que había que ir a Información y Turismo a censurar las informaciones. La verdad, yo iba allí y cogía el sello y me ponía yo mismo el sello en todo lo que llevaba y radiaba todo con ese mismo sello.
"En la Transición la radio pierde su carácter de espectáculo y de entretenimiento para convertirse en informativa, porque como se libera el tema de la información, de repente toda la programación se convierte en informativos"
- Vive también el cambio, en el que llega un momento en que de repente las emisoras ya pueden informar por sí mismas sin necesidad de conectar con 'el parte' de RNE. Y entonces la radio se vuelve muy informativa.
- Sí, la radio pierde entonces su carácter de espectáculo y de entretenimiento para convertirse en informativa, porque como se libera el tema de la información, de repente toda la programación se convierte en informativos. Empiezan también las tertulias, los programas nocturnos de información, los matinales... y entonces todo se convierte en información. En las emisoras que somos de cadenas, se centralizan mucho los informativos y se hace mucha información. Nosotros al final, en los últimos años que fui director aparece Radio 5 [1989], que era de información permanente todo el día, todo el día.
- Y las emisoras convencionales que hay cambia la piel, todas las emisoras cambian.
- Así es: todo el mundo se tiene que convertir entonces en redactores. La figura del locutor desaparece porque ya se queda solo para programas muy especializados como el deporte, los toros o el cine. La apertura de información también beneficia al deporte, porque aparecen también las tertulias deportivas y demás. Pero la figura del locutor clásico reduce su brillantez.
- ¿Y esa irrupción masiva de la información no empieza a quitarle magia a la radio?
- Sí, le quita mucha magia, porque además prescindes ya de de otro tipo de componentes, de entretenimiento. Ya no buscas el entretenimiento porque lo que buscas es la información.
- Y luego cuando la radio quiere volver a hacer algo de entretenimiento, la gente ya no esta acostumbrada a ello.
- Ya nada más quiere noticias. Desde la aparición del transistor, pues la radio ya se convirtió también en un medio de información, fundamentalmente. Eso también es importante.
- Este nuevo libro es esencialmente descriptivo, en cuanto a la historia de las emisoras de la provincia desde la irrupción de Radio Castellón en 1933, pero también se filtra bastante cariño y admiración hacia muchas personas.
- Me limito a contar, dentro de la información que he podido recoger, toda la pequeña o grande historia de las emisoras de radio; es obvio que de algunas emisoras tenía más información, bien porque yo había vivido el nacimiento de ellas, bien porque otras tienen más historia, como es el caso de Radio Castellón, que fue la primera. Y claro, vuelvo a decir que amo la radio y amo a los amigos. Y salvo los clásicos de la infancia y el Bachillerato, en mi caso han sido todos profesionales del mundo de la comunicación y compañeros de trabajo. Es que han sido 32 años como director de la emisora, y nunca he tenido que amonestar ni suspender a nadie. Trabajábamos con muy pocos medios técnicos, porque el material era obsoleto hasta que bajo la dirección de Jordi García Candau, RTVE experimentó un gran cambio y adquirió técnicamente un material impresionante, al trasladarnos al Paseo Ribalta.
- Sobre esa precariedad técnica, cuenta algunas anécdotas interesantes, como cuando la conexión era solo con dos hilos y hasta que no llegaba el descanso de un partido de fútbol, no sabía si estaba en antena o no.
- No sabías si te habían oído o no te habían oído. Además, fíjate que nosotros, el primer equipo emisor que tuvimos era una emisora de 300 vatios de 1961 que se transformó a partir de una emisora de radioaficionado que tenía el entonces delegado del Ministerio de la Vivienda. Era toda una joya, hoy sería estupendo conservarla, pero lamentablemente los que me sustituyeron no fueron capaces de guardarla o entregarla a algún centro de aquí de Castellón donde se conservara. Pues con esa emisora y la antena puesta encima de lo que hoy es la Conselleria de Cultura en la avenida del Mar, hicimos nuestra primera emisión. Tenía un alcance bastante limitado.
"Si no hubiera sabido improvisar, me hubiera tenido que dedicar a otras cosas. Y me ha gustado, además. No me ha salido muy mal"
- No ha sido hombre de muchos guiones. La soltura del micrófono, la capacidad de improvisación... ¿se nace con ellas o se aprende?
- Con eso se nace, y con cargas de imprudencia, la fomentas y la mejoras [ríe]. Pero se nace. Ay, si yo hubiera tenido que escribir... por eso para mí estos libros han sido sangre, sudor y lágrimas. Porque yo no tengo facilidad; si existieran los libros hablados tendría editados 300, pero escribir me cuesta muchísimo. Y si no hubiera sabido improvisar, me hubiera tenido que dedicar a otras cosas. Y me ha gustado, además. No me ha salido muy mal. También he trabajado algunos guiones porque en algunos concursos también he conseguido algún premio. Y mira, alguien podría escribir una historia muy bonita, que es la de la productora de Nocla Films , la productora de Pepe Alcón, el padre de la rectora Eva Alcón. Porque él hizo muchísimas cosas y ahí sí que escribí bastantes guiones y algunos conservo todavía: este año me dediqué a ordenar un poco mi archivo y tengo agrupadas ahí mis 25 intervenciones en proclamaciones de las reinas de fiestas de pueblos de la provincia junto a muchos artículos que ha escrito sobre muchísimas cosas, colaboraciones en prensa y tal. Pero te hablaba de Pepe Alcón porque era un gran personaje desde el punto de vista técnico. Enviaba a veces cosas a TVE y TVE le enviaba a él otras para que con su material y sus aparatos lo hiciera mucho más publicable.
- Y con él trabajó en bastantes películas, documentales, noticieros...
- Empecé grabando las primeras películas con él: eran con sonido magnético, que era como un magnetofón. Él se ponía a la parte del control de la emisora de ahí en la avenida Cernuda y Velasco [hoy avenida del Mar] y yo en el locutorio. Entonces, como proyectaba la imagen, yo iba leyendo lo que tenía que decir, pero al ser sonido magnético, si te equivocabas, tenías que borrar toda la cinta y volverla a grabar. Después ya empezó el sonido óptico y todas esas cosas y ya cambió mucho el material. Hicimos muchas cosas juntos, incluso estuvimos en Nueva York grabando una producción que hacía una fábrica de Onda, de esos motivos vegetales que se ponen en las cocinas, y allí a unos 60 o 70 kilómetros de Manhattan había una especie de bosque con casas todas de madera, y en las cocinas estaban esos azulejos.
- Vivió la Transición en primera fila y sobrevivió a ese tsunami desde la Dirección de la emisora.
- Sí, a mí me nombró el antiguo régimen y pasé por gobiernos de la UCD, PSOE... y de aquella época fui el director que más años duré. Pero después tuve muy buena relación con los directivos. Estuve incluso unos años sin administrador, y les dije que estaría mucho más tranquilo si el administrador de la emisora de Valencia venía algún día al mes para revisar las cuentas.
- ¿Cuáles fueron a su juicio las claves de que la democracia saliera adelante?
- El pueblo español sabiendo que después de Franco no podía haber ningún otro Franco? Eso la gente lo tenía claro. La gente puede que no supiera lo que quería, pero sí lo que no quería. No quería seguir igual, y sobre todo que no hubiera ningún problema de enfrentamiento entre personas que llevara la cosa a acabar a tiros. Y así viene la concejal comunista Josefina López al Grao, viene Santiago Carrillo y Chencho casi le aplaude... y gente del antiguo régimen acepta tranquilamente el ceder sus privilegios en favor de la concordia, y hay personajes afortunadamente muy importantes como Joaquín Farnós o Paco Grangel, que era pariente de Fernando Herrero. En las primeras elecciones teníamos aquí un comité de radio y TV en el que solo estaba nuestra emisora porque era la única oficial. Y entonces venían los partidos políticos, y entre ellos tres o cuatro partidos comunistas diferentes diferentes, que eran abuelitos, que venían con su folleto-programa. Fue muy ilusionante, aquel proceso. Hubo personas que es increíble lo que hicieron y a quienes no se les ha reconocido, todo porque hubiera concordia. Para mí como informador fue muy agradable, porque vi la calidad humana de mucha gente.
- ¿Hemos pasado de la censura a la autocensura?
- Yo creo que ahora los medios de comunicación necesitan dinero y las entidades que más dinero dan, condicionan a los medios. Y claro, comprendo que los profesionales no puedan decir lo que quisieran, porque a lo mejor sus empresas les dicen que no hay que cobrar a fin de mes, aunque el resultado no sea el que nos gustaría.
- La célebre noche de los transistores, el 23-F, se encuentra lejos de casa por un partido del CD Castellón.
- Cierto. El Castellón había jugado en Ceuta, donde por cierto como no había cabina, radié el partido desde el foso con el entrenador del Castellón -Benito Joanet- al lado. Y al acabar el partido volvimos a la Península porque el miércoles jugábamos en Huelva un partido de Copa. Y me quedé en Sevilla en el hotel Los Lebreros. Yo aprovechaba siempre cuando estaba unos días fuera de casa para ir a cortarme el pelo, porque me molesta perder el tiempo en las barberías. Y en Sevilla tenía la costumbre cuando iba de bajar a la calle Betis a un establecimiento de pez frito y una cerveza, unos calamares... y luego ya me voy al hotel. Total, que después de eso, a media tarde me voy a cortarme el pelo. El barbero tenía el transistor puesto. Y luego sigo paseando, porque había quedado en el hotel del Castellón con el delegado Miguel Meseguer, para irnos juntos a cenar. Y al hacerse la hora, busco un taxi para ir allí. Y el taxista: "¿Ya sabe usted lo que ha pasado en Madrid?". Yo le pregunto qué ha pasado y me dice "que la Guardia Civil ha secuestrado al Gobierno". Me quedo parado y él: "¿que no se lo cree?". Conociendo a los andaluces, le digo que estoy esperando el final del chiste y me suelta que no, que es verdad.
- Menuda impresión.
- El caso es que para ir a aquel hotel pasábamos por delante de la Capitanía General de Sevilla. Allí, puertas cerradas y ningún movimiento. Llego al hotel del Castellón, y en la recepción veo mucho movimiento y Miguel me confirma que todo es verdad. Y vi a Carlitos Laguna, que entonces era sindicalista de UGT, y estaba que no le llegaba la camisa al cuerpo. Y pienso en llamar a la emisora y se pone Juan Enrique Mas, y él me dice que no me preocupe, que está todo bajo control. Yo le digo que si hay novedades, que me llame al hotel, porque ya sabía por Iberia que no había vuelos a Valencia, y que por carretera corría el riesgo de quedarme toda la noche sin entrar en la provincia de Valencia. Total, que me fui al hotel y cuando el Rey habló pensé que ya se habría acabado todo. Llamé a Iberia y cogí el primer vuelo de la mañana. Y al llegar a la emisora y preguntarle a Juan Enrique Mas por su respuesta de la víspera, me dice "¿y qué querías que te hubiera dicho, si tenía una pistola apuntándome?".
- Un día inolvidable, desde luego. Y en el anexo del libro hay un documento de aquel día.
- Sí, es el papel que hizo firmar Juan Enrique a cuantos estaban en ese momento en la emisora, para certificar cuál era la hora. Porque al cabo de unas semanas salió en 'Interviú' una información que yo diría redactada por un periodista-político, diciendo que habría que averiguar por qué antes del golpe de Estado ya La Voz de Castellón daba el bando de Milans del Bosch. Como ahí figuraba la hora y eso...
- Da vértigo decirlo, pero estaba haciendo cuentas ayer y ya han pasado 26 años desde su destitución como director de RNE en Castellón.
- Sí, fue en 1996.
- ¿Cómo recuerda ese retorno al estatus de redactor? Porque eso sí, nunca había dejado el micrófono.
- Es que ese año es en el que en casa estamos pendientes de la leucemia de mi hija. Y un día me llega el rumor de que quieren cesarme. Y pienso, "que hagan lo que quieran: yo tengo mi plaza de redactor, yo vuelvo a mi plaza y durante dos años cobraré el 40% del plus de director y después, tranquilo, ya me queda poco para jubilarme, así que a vivir, que la vida son cuatro días. Y además haré mi horario y nada más". Eso fue una cosa de Javier Gomar, un personaje de Valencia. Y tras ese episodio, me ofrecieron varios puestos de trabajo, también en Valencia, y yo lo agradecía pero declinaba las ofertas diciendo que aquí tenía mi plaza. Si hubiera estado preocupado por ello, hubiera podido mover hilos. Pero no era el caso. Y entonces aquí va por el momento de insistir en los días que ya sabía que no iba a producirse tranquilo. Y el día que viene el director a dar posesión al siguiente director, yo digo que encantado, "ha sido una etapa preciosa y como no he cogido vacaciones este año, de momento mañana me voy de vacaciones el mes que me toca. Y cuando venga ya me diréis lo que tengo que hacer". Y claro, algunos te odian porque entre los incompetentes despiertas antipatías. Pero mira, al menos eso me sirvió para recibir un homenaje en vida, en el Casino Antiguo, promovido por un grupo de amigos personales.
"Hay que buscar la máxima independencia siendo consciente de que trabajas en un medio concreto, pero siempre hay una distancia y una escala: no te prostituyas tú, que lo haga la empresa"
- ¿En qué se parecía y en qué se diferenciaba el cargo de director de una emisora de 1964 y de 1996?
- [Medita unos segundos la respuesta] En estas emisoras, al principio, tenías incluso que negociar las letras con los bancos para que te adelantaran el dinero y poder pagar, porque la subvención de Madrid no cubría, o llegaba tarde... eras un relaciones públicas, informador, todo al tiempo, tenías que hacer de todo. Y laboralmente, las condiciones del personal tampoco eran las que serían más tarde. Algunos se me fueron de la radio, como José Luis Esquer a Fertiberia, o Antonio Meliá de maestro al colegio Obispo Climent... porque cobraban mejor en esas otras profesiones que en la radio. Y además, me gustaba ser locutor y me pasaba más horas en el locutorio que en mi despacho, donde no estaba nunca.
- ¿Me puede explicar cómo se puede radiar un partido de fútbol para tres emisoras a la vez?
- Sí, bueno, desgraciadamente falleció hace unos meses Jorge Rubio, nuestro técnico, que te lo hubiera confirmado. Entonces había dos programas nacionales: Domingo Deportivo Español, que hacían Matías Prats padre y Juan Martín Navas, y 'Tablero Deportivo', que lo hacían otros y que era de Radio Cadena. Y luego estaba la retransmisión local. Entonces yo tenía tres micrófonos, dos de ellos para abrirlos y cerrarlos. Cuando había gol del Castellón, yo decía en la emisión local "Marca el Castellón" y entonces abría uno de esos dos micrófonos, y decía "Hay gol en Castalia. Es el minuto 34 cuando acaba de marcar el Castellón". Y lo cerraba, y abría el tercer micrófono, y entonces decía "El Castellón ya gana por uno cero porque acaba de marcar Fulano". Y desde Madrid algunos amigos me contaron años después que intentaban cogerme en un renuncio y no lo consiguieron nunca. Y les dije que acababa los partidos agotado, no era una retransmisión normal. Estaba por cada oreja escuchando uno de los dos programas nacionales. El fútbol me ha gustado mucho. El primer partido que radié fue un Portuarios-Castellón en 1959, cuando la emisora todavía estaba en Burriana.
- En 2020, un libro. En 2022, otro. ¿Está preparando el tercero?
- No. Lo que me gustaría es que alguien escribiera un libro sobre Nocla Films y Alcón, y yo le ayudaría en la medida de lo posible. Y a mí me gustaría escribir un libro que se titulara Mis amigos, pero me da miedo porque me dejaría a muchos. Y entonces no sería justo, hablando de la buena gente que he conocido en el mundo de la comunicación y de la política, para que la gente se dé cuenta de que hay más gente buena que mala. Y luego creo que hay otro personaje en Castellón que creo que merece que se le haga una biografía, porque es una personalidad impresionante, que es Ignacio Sáenz de Heredia. Su vida es apasionante, no ha sido obispo porque no ha querido, fue asesor de Rouco cuando era presidente de la Conferencia Episcopal Española. Y es de esos personajes que por ser un sacerdote, quizá pasa desapercibido.
- Vamos terminando. No es habitual, tras una larga trayectoria laboral, tener luego muchos años para reposar esa experiencia y valorarla bien. ¿Qué valores cree que necesitaría ante el micrófono una persona que empezara hoy a trabajar en la radio?
- La independencia y la honradez profesional. Yo tenía un amigo que fue José María Tarrasa, uno de los directores de Radio Cadena y creador del personaje Maginet. Hacía una campaña en Navidad cuyo lema era "pedir sin molestar para dar sin ofender". Pues algo así: buscar la máxima independencia siendo consciente de que trabajas en un medio concreto, pero siempre hay una distancia y una escala: no te prostituyas tú, que lo haga la empresa.
- ¿Qué cosas le gustan de cómo ha visto evolucionar la sociedad a lo largo de su vida y cuáles le desagradan?
- Me gusta que cada vez más gente está dispuesta a ayudar a gente sin decirlo. Cada vez conozco más casos de personas que han llegado a ONGs y han dado un talón diciendo que no necesitaban nada, ni acuse de recibo. Entonces he visto eso, pero es verdad que la política está inundándolo todo, y eso no me gusta: la sociedad debe tener un lugar más importante que la política. Recuperar valores es importante: se han perdido muchos valores y hay que recuperarlos, y tampoco entiendo este odio a las cosas de la Iglesia. Nunca he ido a la Iglesia y me han dicho que me vaya a pegarle un tiro a nadie, sino que me hablan de paz, concordia y que nos ayudemos los unos a los otros.
- No sé si será por haber ayudado, pero tiene un montón de distinciones...
- ¡Sí, eso son los años! Doy gracias a Dios que me ha permitido llegar a los 81 años [sonríe].
- Sí, pero ¿cuáles le han hecho más ilusión y por qué?
-Sin duda, las que vienen de profesionales, y porque son propuestas por profesionales. Cuando me dan la insignia de oro de la Asociación de Profesionales de Radio y Televisión, me llama Diego Carcedo, que era el director de RNE, y me dice que lo han propuesto porque creían que era de justicia. Luego la distinción de la Sociedad Española de Informadores, o la de adComunica en el ámbito más cercano. O la Antena de Oro, o la insignia del CD Castellón... ¡Afortunadamente no me han dado ninguna de política! Que tampoco diría que no, porque más hace el que da que el que recibe, pero me refería a que no han sido por actividades políticas sino profesionales.
- Y ahora, cuando te sientas a escuchar el transistor, ¿qué le gusta más, que le entretengan o que le informen?
- Que me informen, sin duda. Yo siempre seré informador y buscaré la información. Porque además ahora te entretienen con una música que no me gusta, A mí me gustan ahora Carlos Herrera o Carlos Alsina, que me parecen los dos informadores más serios que hay hoy en día. Ese tipo de gente: no busco los extremismos tampoco, sino la moderación.