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un proyecto artístico de sant miquel dels reis y la mutant

Un 'homenaje desobediente' a la memoria de las mujeres antifascistas durante la dictadura

25/12/2022 - 

VALÈNCIA. En el trabajo de investigación y pensamiento, la cultura puede ser una gran aliada. Las artista interdisciplinar Paula Valero ha desembarcado en Sant Miquel dels Reis para hacer una investigación. Se trata de otro más de los Homenajes desobedientes que ya ha hecho anteriormente a Rosa Parks en Canarias, a las Rastreadoras en México y a las Silvias en el centro internacional de cultura contemporánea de San Sebastián Tabakalera. En ellos, activa un proceso previo de recogida de historias e información que son el material con el que se diseñarán las acciones posteriores, el dispositivo artístico o escénico del mismo homenaje.

El pasado miércoles se reunieron en el antiguo monasterio representantes de varias asociaciones valencianas de memoria histórica. La guerra civil será el objeto del estudio de Valero, en general, y el papel de las mujeres antifascistas en los momentos previos a la dictadura: su resistencia, pero también el potencial de transformación social que proponían y la vanguardia para el feminismo, que acabaría ahogado durante las décadas del gobierno de Franco. “Es un homenaje, una celebración de la acción política de estas mujeres que fueron ninguneadas. No son grandes gestos, pero síi reconocer que sus huellas, fueron importantes. Su osadía y su resistencia, su trabajo en la educación… Mi papel es el de generar un abrazo, una celebración”, explica la artista. 

Durante los primeros meses del año seguirá el trabajo de mediación e investigación, de recoger la máxima información posible, las microhistorias y también el contexto. Ya en el mes de mayo, Valero presentará el resultado a través de una serie de dispositivos: una acción escénica, una instalación artística en el altar de la iglesia y los altares laterales, una publicación, un video documental y un reportaje fotográfico como archivo de memoria. Sobre cuándo entra en el proceso de creación artística, Paula Valero adelanta que ahora “se plantean encuentros con investigadores y colectivos para recoger gestos artísticos, de amor, de resistencia, de apoyo mutuo… La idea es hacer una composición, que recogerán las performers, de estas acciones. La intención es reactivar la desobediencia: retomar la energía y la inteligencia en un contexto de malestar social y pocas pilas”. 

El encuentro del pasado miércoles, en Sant Miquel dels Reis.

“El homenaje es extendido a todos los colectivos y a la gente que está trabajando tanto por la memoria, a la gente que lucha por la reparación que no ha habido”, indica Valero. Entre los y las asistentes estuvieron el Cor Dona Veu, el presidente Ángel González y la documentalista Cristina Escrivà en representación de la Coordinadora de Asociaciones por la Memoria Democrática del País Valencià (CAMDE-PV), la Associació de familiars de víctimes del franquisme de la fossa 21 del cementeri de Paterna, la Plataforma suport querella argentina País Valencià y Acció Antifeixista València. Valero busca recoger de ellos esa memoria oculta, ya no solo por la represión, sino porque las lecturas de ese periodo histórico siempre se han leído en el eje repúblicanos-nacionales, y ella pretende además concretar las huellas de las mujeres como algo único que reivindicar. 

Para ello contó, a través de una videollamada, con Charo Golder, artista visual y miembro del Grupo de Arte Callejero (GAC), un colectivo argentino que liga la producción artística con la militancia por los derechos humanos. Golder compartió la experiencia de la admirada argentina en temas de memoria histórica y cuál es el papel del arte. Girando la perspectiva, horas antes del encuentro, es preguntada por este diario cuál es la visión, desde fuera, de la gestión de la memoria histórica en España: “Con España hay una empatía casi biológica por todo lo que compartimos. Es imposible desligar la visión sobre su memoria histórica con la experiencia propia, aunque cada resistencia tiene unos factores concretos. Una diferencia importantísima que veo es que los movimientos de los derechos humanos estuvieron presentes en la sociedad argentina antes, durante y después de la dictadura. Tener una memoria activa fue clave. No hubo una restauración de la memoria porque se hacía palmo a palmo, día a día”, explica.

“Durante la dictadura, el pueblo estuvo muy acallado, a excepción de varios grupos de resistencia, ligados a familiares de víctimas, principalmente. Tras esos años, estuvieron las juntas militares, que fueron una vergüenza pero fueron importantes igualmente. Tras el indulto a la cúpula de la junta militar, el pueblo despertó y empezó a crearse esa conciencia de que no podía volver a haber una dictadura y que, además, sus responsables debían ser juzgados. Claro que hay nostálgicos de la dictadura en Argentina. Macri,  que es de lo peor de la derecha, ha activado en los últimos dos años esa posibilidad de decir y pensar barbaridades a grupos muy conservadores, nazis, que incluso son muy jóvenes”, resume sobre la situación actual.

¿Cuál fue el papel de la cultura durante y después de la dictadura en Argentina? “Hay una gran conciencia porque la mayoría de intelectuales y creadores tuvieron que exiliarse. El problema es que la voz de los medios de comunicación, que son ultraconservadores bajo el imperio de Clarín, es más alta. La conciencia en el ámbito artístico sobre la dictadura viene de los años 90, en el que la juventud despertó tras años de letargo. Especialmente, los hijos de los desaparecidos son los que fomentan una cultura de denuncia muy explícita y muy relacionada con lo festivo para influir en diferentes dispositivos artísticos. Eran cuerpos en la calle pidiendo justicia. A partir de ahí, muchos artistas toman esa consciencia y ayudan a evidenciar la cuestión”.

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