el sur del sur / OPINIÓN

Exceltur, el turista y el vecino

15/10/2023 - 

El turismo, una de las industrias que ha ayudado a transformar la Comunitat Valenciana, vive uno de sus mejores momentos. Ocupaciones altísimas, desestacionalización, transacciones empresariales destacadísimas...Posiblemente, el sector cierre el 2023 con unas cifras de récord, que superan los baremos de la prepandemia. Pero el turismo también tiene efectos perniciosos, aunque haya gente que no quiere verlo. Impacto en el territorio, alza de precios de las viviendas, masificación, determinadas actividades incívicas, elevada contaminación de determinados medios de transportes... No es un debate nuevo. A ello se añade debates nuevos, quizás más recientes, como el impacto del cambio climático y sus efectos, como el ensanchamiento de las temporadas o los episodios meteorológicos extremos, o las condiciones socio-laborales o la falta de mano de obra y las complicaciones derivadas de que esas vacantes con la dificultad de encontrar viviendas.

Se trata de una discusión que hace tiempo que está en las grandes ciudades y, sobre todo, en el campo de la política y que por desgracia, muestra las grandes diferencias que hay no ya en los partidos, sino en los bloques ideológicos. Sólo hay que ver como una medida, a priori, correctora de todas esos desafíos que tiene el sector, como es la tasa turística, ha generado tan gran enfrentamiento y disputa entre los partidos. Ni si quiera que el hecho de que fuera voluntaria y de carácter municipal ha servido para que se generara un cierto consenso en la Comunitat Valenciana. El tiempo dirá.

Pongo sobre la mesa este debate, en parte, por el lobby turístico Exceltur, en el que están los presidentes de 22 de las más relevantes compañías turísticas españolas, en su último informe de valoración del tercer trimestre, ha incluido un nuevo reto -ya mencionado- al que se enfrenta y cuya preocupación ya comienza a tener impacto en su modelo de negocio. Además de valorar los buenos datos, de reclamar la estabilidad política y la vigencia del ministerio del ramo, Exceltur se fija como reto "la necesidad de contemplar y asumir gradualmente unos nuevos paradigmas que permitan avanzar y mejorar las hojas de ruta del sector turístico español, hacia un turismo inclusivo, sostenible, regenerativo y más respetuoso con los valores identitarios culturales, paisajísticos y medioambientales a nivel local. Un turismo que a su vez induzca el mejor empleo, e irradie los mayores niveles de bienestar y calidad de vida ciudadana percibida por los residentes en los distintos destinos españoles, urbanos y vacacionales". Bien podría ser una promesa electoral de un partido más bien progresista.

Califica Exceltur de desafío "poner más el foco en ilusionar al residente para atraer al visitante más deseable, procurando mediante nuevos marcos de diálogo, que los vecinos sean pieza clave en la creación de un valor turístico diferencial en sus destinos". "Atisbar un nuevo horizonte de futuro donde se mejore la gestión, ordenación y valoración de la oferta turística y sus flujos, para evitar excesos puntuales de demanda, el “Sobreturismo” y por ende, sortear los conatos de “turismofobia”. El apartado del texto de Exceltur que incluye toda esta especie de revisión y corrección de desajustes que ha generado el sistema se titula El Turismo que todos queremos prioriza tres objetivos:  el turismo que aporte mayor bienestar social; recuperar la empatía y los vínculos más estrechos que antaño eran habituales entre el sector turístico y las sociedades locales; y una puesta en común que permita aunar la visión de todos los actores públicos y privados  con la de los residentes. Exceltur se compromete a presentar ese decálogo de medidas en Fitur de 2024. 

Desde luego que se trata de una gran iniciativa, y una oportunidad para que los empresarios, en este caso, del sector turístico, se impliquen en la convivencia de las ciudades y poner en la ecuación al residente, sus inquietudes y los efectos que sufre cuando los visitantes -normalmente de manera excepcional- tienen comportamientos incívicos. 

Más allá de algunas zonas de ocio nocturno y la proliferación de apartamentos turísticos de manera aislada o el uso que se hace de ellos, la Comunitat Valenciana apenas tiene problemas  de los que describe Exceltur. Los hay, pero son puntuales o localizados. Es más diría que en ciudades como Benidorm los empresarios están comprometidos en ese objetivo, pero hay ocasiones en los efectos del sobreturismo no tienen medidas de control (o no se aplican, por las razones que sea). El ejemplo más claro es el del precio de la vivienda en ciudades turísticas. ¿Puede un joven comprarse una vivienda en un municipio como Altea, Calp o Xàbia? Este es otro debate. Pero lo tiene difícil.

La conclusión aquí es que el turismo, como cualquier otra actividad, máxime si se desarrolla en espacios coincidentes, como los urbanos, o de alto valor paisajístico, no puede (o no debe) desarrollarse de espaldas a los residentes. Y el principal lobby turístico de España empieza a darse cuenta y de ahí ese objetivo que se ha marcado, de redirigir estrategias y poner al vecino también en el foco de sus decisiones o de los efectos que genera el modelo de negocio. Que visto lo visto, no estaría de más que en la Comunitat Valenciana también se revisaran ciertos desequilibrios (que los hay o pesa una amenaza sobre ellos) por el bien de la convivencia; de la relaciones sociolaborales y del territorio. Ganarían todos. 

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