El presupuesto para reforzarse era ilimitado pero no se fichó la última semana de mercado porque ni había informes de futbolistas ni se había visto a ninguno y de lo anterior son responsables Paco Martínez y Francisco Escudero pero no Javier Portillo. A esa conclusión sobre la opinión que mantiene Quique Hernández llega uno después de escuchar este jueves al presidente del Hércules en el programa Onda Deportiva de Onda Cero Alicante.
Según el actual máximo mandatario blanquiazul, Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez le aseguraron que había barra libre para reforzarse en la última semana del mercado de fichajes de invierno pero luego el club se pasó la misma contando nubes porque no se había trabajado como se debía; eso sí, Hernández hacía ese análisis obviando que la actual comisión deportiva lleva poco más de un mes en el club a diferencia del ex director deportivo que, sin ir más lejos, antes de renunciar al cargo (o ser apartado del mismo por Ramírez) era más que consciente de la necesidad imperiosa de fichar cuanto antes (la reglamentación se lo permitía sin necesidad de espera a enero) a un central ante la baja por lesión de larga duración de Samuel.
Cuando el que escribe le hizo notar que resultaba "muy fuerte" lo que estaba diciendo, Hernández matizó algo sus palabras (probablemente se acordó de que hasta última hora del viernes 31 el club estuvo intentando que el Lleida accediera a dejar salir al alicantino Raúl González), pero manteniendo siempre que no se habían hecho bien las cosas por parte de la comisión deportiva y ya no solo desde el punto de vista comunicativo y/o de cara a fichar, también a la hora de tener alternativas ante un hipotético despido de Vicente Mir.
¿Les suena eso de despedir a un entrenador sin tener recambio? Seguro que sí porque eso es lo que exactamente ocurrió la jornada de la primera vuelta en la que el Hércules había de enfrentarse al Orihuela. Lo que pasa es que entonces no eran Francisco Escudero y Paco Martínez los responsables del área deportiva, lo era un Javier Portillo del que este viernes Hérnández solo se acordaba para decir que le vendría bien tomarse un tiempo de descanso pero también echar mano de la falacia de que "es accionista (del Hércules)", cuando basta echar un ojo al Registro Mercantil para darse cuenta de que Zassh Tecnológica, titular de un 26% de las acciones del Hércules, es propiedad al 50% de Ortiz y Ramírez y que Portillo solo ostenta la condición de administrador mancomunado junto al empresario vasco.
Me imagino que Hernández cayó en ese error porque se acordaba de que precisamente fueron él y Portillo y no Ramírez y Ortiz los que desatascaron con el Instituto Valenciano de Finanzas la venta de la deuda de 15,4 millones de la Fundación del Hércules: esta pasó de deberle esa cantidad a la Generalitat a hacerlo a Zassh a cambio de apenas 600.000 euros, lo que a su vez provocó que esfumasen de un plumazo las pocas opciones que existían de intervención del club por parte de las instituciones, algo que hoy siguen exigiendo con insistencia muchos de los aficionados contrarios a Ortiz.
Por cierto, Quique Hernández no solo no escondía su sensación de que lo último en que piensan ahora mismo Ortiz y Ramírez es en dejar las llaves del Hércules en el Ayuntamiento, también que tengan en mente ponerle precio. Es más, se mostraba confiado no solo de que se le va a dejar profesionalizar el club (tarea para la que, por otro lado, decía contar con Paco Martínez y Francisco Escudero), especialmente de que los empresarios sufragarían el coste de esa reorganización interna. Lo anterior, además, de cara a un ejercicio en el que, en el mejor de los casos, el Hércules seguirá militando en Segunda División B y será el último en que pueda esquivar el pago de las cuotas de 1,1 millones de euros a los acreedores ordinarios. Lo anterior por no hablar de la deuda de más de cuatro millones con Hacienda y de la necesidad de armar un equipo de garantías para pelear el ascenso después de no solo haberse dejado seis millones entre los dos (han puesto casi el doble pero seis han sido a fondo perdido) durante seis temporadas, especialmente haberse gastado algo más de un tercio de esa suma solo en las dos últimas (incluyendo los más de 500.000 que han costado las altas y bajas del pasado enero).