VALÈNCIA. Según los datos del barómetro de la marca de preservativos Control
Los jóvenes y el sexo, el 60% de las mujeres españolas reconoce tener dificultades para llegar al orgasmo. La dramaturga y directora Marta Aran vivió esa condición durante siete años, pero no ha hablado de ello abiertamente hasta pasados dos del arranque de su monólogo Els dies mentits donde, a través de testimonios reales y de su propia experiencia, ha tejido el relato de una mujer que decide sincerarse por primera vez sobre una mentira que arrastra tres lustros: fingir el clímax.
“Todos los que hemos aportado nuestras vivencias a esta obra teníamos en común una doble vida: ante la sociedad parecíamos unas personas muy liberadas sexualmente. Cuando empecé a responsabilizarme de mi cuerpo y de mi propio placer, decidí salir del armario y reconocer en mi entorno que todas las conversaciones mantenidas hasta entonces habían sido un engaño motivado por el rechazo social al fracaso y por la consideración despectiva hacia la anorgasmia, por que me llamaran frígida, vamos”, comparte la creadora, reconocida con el Premio Max 2020 a la mejor autoría revelación.
Su obra aboga por una mayor comunicación de pareja que derribe un tabú perpetuado por los códigos de la sociedad heteropatriarcal. “En el caso de las mujeres, tenemos bloqueada la energía sexual porque nos parece impúdica. Hay tanta ignorancia en torno a nuestra sexualidad… Hasta 1998 no se descubrió la anatomía completa del clítoris”, fecha.
Mentiras que no comprometen
La propuesta arranca arrojando una pregunta a los espectadores: ¿Cuál es la mentira más grande que has dicho nunca? De primeras, los aludidos no se refieren a sus cuitas en la cama, sino que responden con lugares comunes, como decir sin sentirlo la frase te quiero, o embustes recurrentes, el más común, la respuesta estoy llegando cuando te retrasas.
La actriz Lara Salvador detalla a continuación un calendario a través de todas las patrañas y autoengaños que pueden marcar la sexualidad. Así, la obra expone las razones tras el fingimiento de un orgasmo femenino. ¿Es la sociedad?¿Es fruto de la represión o a las mujeres les resulta más difícil, biológicamente, llegar al clímax?¿Se deriva de la educación o de la supervivencia afectiva?
“Si las mujeres mienten es por evitar broncas, juicios, rechazos y culpabilidad, pues no sentir todo el placer esperado puede bajarle el ego a la otra persona. Acabas haciéndote un parche y pensando que es tu problema”, lamenta Aran, quien afirma que, caso de disponer de presupuesto, montaría la versión masculina de esta pieza, puesto que en su investigación ha descubierto que los hombres también simulan su culminación en el coito.
“En lugar de estar vulnerables ante lo que pueda pasar, queremos aparentar estos roles de género que tanto nos boicotean. También hay otros factores que influyen, como que la única relación válida sea la de la pareja heterosexual o que las trapos sucios se laven en casa”, enumera la catalana.
No sólo ETS
La dramaturga ve una oportunidad de cambio en la educación sexual, pero lamenta que muchos centros la hagan girar en torno al miedo a los embarazos y a las Enfermedades de Transmisión Sexual: “Son aspectos muy importantes, porque involucran la salud, pero también hay que hablar abiertamente de los beneficios de una buena sexualidad, de las relaciones y la masturbación como fuentes de placer y sanación”.
Bajo su parecer, la conmemoración el 8 de marzo del Día Internacional del Orgasmo Femenino con el objetivo de crear conciencia sobre la sexualidad y el derecho al placer de las mujeres, debería cambiar de nomenclatura: “Tendría que ser el día de la sexualidad consciente en conexión, con empatía y respeto. Hay mucha obsesión con la llegada al clímax. Nuestra sexualidad está marcada por el coitocentrismo y orgasmocentrismo”.
La clave para una sexualidad saludable y satisfactoria pasa, en su opinión, por decir la verdad. “Y si la persona que te acompaña no es empática, entonces no es la adecuada para tus relaciones afectivas”, zanja.