Hace dos mil doscientos años un ilustre romano llamado Marco Porcio Catón, que llegó a ocupar los más altos cargos del cursus honorum romano, finalizaba todas sus intervenciones ante el Senado repitiendo la misma frase: "Hay que destruir a Cartago".
Aunque Roma ya había derrotado en dos ocasiones a este enemigo, su ciudad rival resurgía constantemente para volver a amenazar la seguridad de la República Romana.
Por eso, aunque se hablase del precio de las berenjenas, Catón acababa todas y cada una de sus intervenciones de la misma manera: "... Y además, delenda Carthago est".
Cuando parecía que este mal sueño de la pandemia se iba atenuando, pese a que muchos especialistas en materias diversas nos advertían de lo contrario, nos hemos dado de bruces con la dura realidad. Y ya no sólo la sanitaria, que es obviamente grave, sino que nos espera por delante una de las peores épocas económicas que nuestra historia pueda recordar.
En estos momentos cruciales es cuando se comprueba de qué fuste están hechas las personas. En la vida personal y colectiva todos hemos pasado por trances muy difíciles, así que no cunda el desánimo, pero que se activen de una vez por todas nuestras virtudes personales y colectivas para superar esta difícil situación que se avecina.
El optimismo, junto al esfuerzo y el sacrificio, han sido los motores que han impulsado la evolución indiscutible del ser humano. Nos toca, de nuevo, levantarnos tras caer, curar nuestras heridas y avanzar.
Por tanto hemos de pedir a nuestros dirigentes, de cualquier ámbito territorial, que aparquen otras prioridades y dediquen sus esfuerzos con toda la fuerza y medios de que dispongan, para superar este momento que dejará marcado un hito en nuestra historia. Sí lo consiguen, si lo conseguimos, podremos decir al recordarlo como Churchill en su día: "Este fue su momento más sublime".
Y de esa manera, en cada discurso, en cada decisión, en cada reflexión que en lo sucesivo pueda hacerse, se debe finalizar diciendo "Delenda pandemia est".
Aquí queda arrojado el guante.
Confío en que alguien sepa recogerlo.
Que todos sepamos recogerlo.