ALICANTE. La resolución del pufo urbanístico heredado de Torre Placia continúa generando dificultades en el Ayuntamiento de Alicante. Tanto que el traslado previsto para dar cumplimiento a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJCV) dictada en 2004 queda supeditado, de nuevo, a la reformulación del proyecto original, adjudicado desde 2019.
Así se desprende, cuando menos, de la autorización condicionada concedida por el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección General de Patrimonio y Bellas Artes, en el que se precisan determinados requisitos para que pueda efectuarse el desplazamiento del monumento protegido con la condición de Bien de Interés Cultural (BIC). En concreto, en esa autorización se considera que el desplazamiento de la torre debe garantizar los principios básicos de autenticidad, mínima intervención y rigor científico. Para ello, se requiere de la elaboración de estudios previos interdisciplinares que permitan evaluar el estado real del edificio.
Pero no solo eso. También se exige el uso de materiales, productos y técnicas compatibles con la naturaleza y la conservación de sus elemento; la puesta en valor de la parcela de origen de la que se pretende desplazar, prácticamente integrada en la urbanización Azalea Golf; así como un proyecto de adecuación del nuevo emplazamiento (una parcela de zona verde situada entre las avenidas Pintor Pérez Gil y Conrado Albadalejo, y la calle Juana Francés), así como su seguimiento arqueológico.
Ese conjunto de requisitos ya ha sido objeto de análisis en una primera reunión de coordinación entre representantes de la Dirección General de Patrimonio, de la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Alicante y de la empresa contratada para la ejecución de ese traslado, Estudio Métodos de Restauración, después de que se produjese el nombramiento del nuevo supervisor técnico municipal de ese contrato.
Según fuentes municipales, en ese encuentro se habría alcanzado la conclusión de que resultaría necesaria una modificación del proyecto, en la medida en que sería inviable la ejecución del traslado pieza a pieza que se había planteado como solución original. Máxime, si se tiene en cuenta que la base de la torre estaría compuesta de un material de escasa consistencia como para quedar expuesto a una posible sección o corte.
De ahí que ya se haya previsto una revisión que debe quedar asumida por la empresa contratada para desplazar el BIC, bajo control municipal. Está por ver cuál puede ser el método que acabe escogiéndose para efectuar el traslado, toda vez que el monumento no está compuesto de sillares de piedra sólidos, según se puso de manifiesto en ese primera reunión de trabajo a tres bandas.