De todos los programas de música pop en televisión, Clip Clap Vídeo! de La2 es recordado por los momentos de vergüenza ajena que protagonizaban los presentadores. Unos teatrillos de espíritu supuestamente juvenil que resultaban bochornosos. Entre ellos, se encontraba Paz Gómez, la chica supuestamente seleccionada por Prince para protagonizar un videoclip en el que luego no salía
VALÈNCIA. Me tocó vivir la cultura juvenil de las tribus urbanas en los 90, pero yo creo que porque eran un residuo de los 80. Esa época solo se interpretar como los estertores. Los 90 en su máxima expresión ya destacaron por ser una mezcla de todo. Todo el mundo con la misma música techno drogándose con las mismas sustancias, independientemente de los pelos largos, las rastas o las cabezas rapadas. La primera mitad, sin embargo, la recuerdo más ordenadita. Los bakalas a sus discotecas, los heavys a sus bares, los politizados a sus tabernas, etc... etc...
En esos años la música no era solo un bien de consumo, era un reflejo de la identidad, por lo tanto, era cosa muy seria. Dado que el adolescente, biológicamente hablando, es un ser que se está metamorfoseando, lo normal es que no tenga una identidad firme. Si cada día que te miras al espejo ves una cosa distinta, es complicado. De ahí la locura de toda la vida de los jóvenes por las canciones, las pintas que llevan y la mentalidad tribal, porque hay que buscar fuera lo que no hay dentro.
En mi caso, en este contexto, yo fui heavy. Mi vida era el metal. Lo dejaba claro por dondequiera que pasara, solo había que verme vestido. Y era feliz, me encantaba esa música, me sigue gustando décadas después, y me lo pasaba pipa. El problema estaba en que no era la única música que me gustaba y, precisamente, las otras cosas que me llamaban la atención, resultaban muy complicadas de admitir. Esto lo hacía con mis amigos heavys más íntimos y la verdad es que era muy divertido porque ellos también tenían sus secretos en este sentido. Ahora los snobs lo llaman placeres culpables.
Pero mi caso era tan complicado que a mí lo que me gustaba, además de Slayer, era la dance music. Corona, Ace of Base... todos esos. No digamos ya Gala, que llegó a mediados de la década, pero para encarnar la perfección. Yo iba a las discotecas donde pinchaban esta música, generalmente en el ámbito rural, en el urbano no me dejaban entrar, y poniendo cara de sota, diciéndole a mis amigos qué mierda de música, etc... me apoyaba en la pared simulando mala gana y... disfrutaba como un enano. A veces me sabía el orden en el que las ponían los DJ.
No era el único que tenía desviaciones y las escondía. Me encantaba la supuesta mala música. Era la supuesta buena música la que sí que me causaba rechazo. Y luego estaba la que me gustaba para ponerme en el walkman en los viajes, que esa era siempre metal. En fin, que por este motivo, luego en casa, donde no me veía nadie, no perdonaba un solo programa musical de televisión, donde abundaba la música supuestamente mala. Antes de la parabólica, los de Los 40 en Canal +, que eran todas las tardes a eso de las ocho, y otros experimentos como fue el que hoy nos ocupa, Clip Clap Vídeo. Emitido en La2.
Como digo, yo me acercaba a estos espacios a ver si caía Culture Beat o incluso unos Backstreet Boys, pero por desgracia me tenía que tragar mucha música de la peor que existe, la normal. La que ni siquiera es supuestamente mala. Pero en Clip Clap Vídeo! había algo más que te enganchaba a verlo: el sufrimiento. Se pasaba mal viendo cómo la gente joven que lo presentaba ejercía de joven. Seguían el lema de "ay, qué jóvenes somos, cómo se nos va la olla".
El principal protagonista era Guillem Caballé, que provenía de la radio fórmula y luego tuvo todavía mucho más recorrido. Las sensaciones que producía eran ciertamente complejas. Actuaba como que todo era una payasada, pero al mismo tiempo intentaba hacer pasar por muy serio los datos del videoclip al que daba paso. Provocaba un doble rechazo esa actitud. Por un lado todo era jiji-jaja y, por otro, cuidado, que esto no es para reír, que es el título de un álbum pronunciado con mi mejor inglés.
Lo que nunca entendí es a quién se le pudo ocurrir que los jóvenes tenían que mostrarse de forma alocada. Para mí era también un cúmulo de sentimientos difíciles de procesar. Yo tendría 15 años y los que salían en pantalla eran veinteañeros, gente que volvía a casa cuando le daba la gana, iba en moto, hasta el coche, y ya pertenecía a otro mundo, cuestión aparte que si le vacilabas te podía dar una hostia. Sin embargo, ahí estaban, gente con ese estatus era obligada a hacer el bobo en situaciones, además, muy poco meditadas. Era bochornoso. Y lo más singular es que a los jóvenes de verdad nos hacía sentirnos abuelos. Sentir indignación por un espectáculo dantesco. Una vergüenza ajena impropia de nuestra edad. Como la de ese hombre que va a trabajar a las seis de la mañana y se cruza en el portal con un joven que llega borracho a cuatro patas. ¡Un programa joven para jóvenes y te hacía sentirte viejo!
No obstante, lo que nadie olvida de Clip Clap Video! o por lo que se recuerda fundamentalmente era por Paz Gómez. Casualmente, era lo menos estridente. A veces se trababa al hablar, pero comparado con el show del resto del plantel hasta se agradecía. Parece que luego fue a Al salir de clase y me parece imperdonable no recordarla ahí, pero no la recuerdo.
La cuestión fue que lo que todo el mundo hablaba es que Prince había dicho de ella que era "la chica más guapa del mundo". Luego, que la había seleccionado para un clip. Parece que hubo un casting para uno del mismo título en el que participó, pero en el vídeo no aparece por ninguna parte y en los créditos tampoco. Un misterio misterioso del que antiguamente no podías pedir explicaciones porque no tenías dónde mirar.
Lo que me ha sorprendido es que en uno de los pocos programas de Clip Clap Vídeo! que hay en la web de RTVE uno que casualmente recuerdo no solo haber visto en su día, sino haberlo tenido grabado, ojo a mi miseria vital, ella pronunciaba unas palabras que en su día dudo que entendiese. Antes introducía la canción que le habían pedido por carta, de Cómplices, misiva que incluía un dibujo de los dos artistas, y luego ella, como presentadora, le dedicaba también el tema a sus amigos. Eran El canto de la tripulación, el equipo de motociclismo Pura vida y los de Golpes Bajos. La verdad es que si de lo que se trataba era de flipar a los chavales, a buen seguro que con que Paz se hubiese sentado en una silla a hablar de las andanzas de sus colegas habría logrado un programa realmente revolucionario. No saben la suerte que han tenido en este aspecto los que han crecido con sus youtubers, material no guionizado por adultos "que saben lo que es bueno".
Mejor que cualquier serie de Netflix o HBO son las entregas del programa Imprescindibles de RTVE y, en su plataforma, hay como doscientos episodios listos para ser vistos. Uno de los últimos, sobre Carlos Tena, nos descubre a un periodista musical difícil de ver hoy. Enfrentado con y contrario a los dictados del mercado, abierto de mente y ecléctico, con interés en lo antiguo tanto como en lo moderno. Un personaje singular que puso su granito de arena para que la explosión musical española de finales de los 70 fuese como fue