La sorpresa es el multiplicador de fuerzas por excelencia. Pillar con el pie cambiado al adversario, aprovechar alevosamente la paz tensa en la que se encuentra el enemigo marca la diferencia para ganar la batalla. Peré Aragonés ha hecho gala de una inteligencia sibilina, maquiavélica. Los rumores de unas elecciones este año en Cataluña, eran eso, meras elucubraciones, comentarios de salón; en el fondo, nadie terminaba de apostar por un adelanto de los comicios.
Sin embargo, con la nocturnidad invernal de las seis de la tarde, el president de la Generalitat decidió lanzar el bombazo para homenajear la victoria en los Oscar de Oppenheimer. La onda expansiva de la detonación irradió a bocajarro a Carles Puigdemont, incrustándose la metralla sin que la amnistía le pueda socorrer para poder presentarse como candidato en mayo. El movimiento de Aragonés no busca más que neutralizar las aspiraciones de tener al líder de Junts como candidato; saben en ERC que el votante secesionista posará todas sus esperanzas sobre la figura del de Waterloo.
No estamos más que ante un nuevo uso del libro de la estrategia electoral, libreto que cocina la aritmética con ingeniería demoscópica. El último trampantojo creativo lo ejecutó Alfonso Rueda al adelantar las elecciones gallegas unos meses. Durante semanas escuchaba rumores sobre la remota posibilidad de que la izquierda se coaligara para echarle del gobierno. Se anticipó a que esos cantos de sirena se materializaran y ejecutasen de manera oficiosa las conversaciones e insinuaciones que se estaban llevando a cabo. Pilló a la izquierda desorientada, novata todavía para llevar a cabo ese frente común que rivalizara con el Partido Popular. A Pedro Sánchez no le quedó más remedio que hacer campaña por un BNG que fue una consolación, un placebo de la coalición soñada, la única opción de aspirar a tener alguna posibilidad de gobernar. El movimiento de Rueda fue determinante para que siguiese gobernando, vistos los resultados cosechados en Galicia, de haberse consumado la relación de conveniencia entre las izquierdas hoy el PP no gobernaría en la región; todos los votos perdidos por las formaciones progresistas por separado hubiesen sumado escaños en un pacto electoral.
29 de mayo de 2023, estábamos con la resaca de las elecciones autonómicas y municipales y de repente Pedro Sánchez le pidió a Koldo que le sujetara el cubata, que iba a adelantar las elecciones generales. En otra maniobra del manual de resistencia, con el plan consiguió retratar al Partido Popular con los pactos con Vox en los gobiernos autonómicos y desinflar a una Yolanda Díaz que fue vista como futurible presidenta del Gobierno por voces tan autorizadas como Iván Redondo.
Prisas en sacar las urnas que no solo buscan defenestrar electoralmente a los contrincantes políticos sino también desahuciar de las dependencias institucionales a los compañeros de viaje. Isabel Díaz Ayuso adelantó las elecciones en la Comunidad de Madrid en 2021 ante los presuntos instintos oscurantistas de Ignacio Aguado, su vicepresidente y líder de Ciudadanos en la capital. Rondaba por los pasillos y en los corrillos cafeteros la sospecha de que el susodicho estaba urdiendo un plan maligno para presentar una moción de censura junto al PSOE que le llevaría a ser el nuevo inquilino en la Puerta del Sol trasladando a Ayuso al despacho compartido de la oposición. Tras el adelanto electoral, Ciudadanos desapareció por completo de la Asamblea de Madrid y el Partido Popular ganó por mayoría absoluta. Voladura que siguió al pie de la letra Juanma Moreno cuando en abril de 2022 decidió hacer lo propio propiciando la caída en desgracia de su escudero Juan Marín, líder de Ciudadanos en Andalucía.
Tomen nota porque no sería de extrañar que Carlos Mazón no consumiera los cuatro años de legislatura y adelantara los comicios en la Comunidad Valenciana. Si Vox no consigue asentarse tras el rearme ideológico al que le está sometiendo Ignacio Garriga, el presidente de la Generalitat aprovechará la catatónica electoral de sus socios derechistas y el perfil poco asentado de Diana Morant para dar un golpe de autoridad. Su mayor aliada es esta tranquilidad gubernamental que de momento está reinando en nuestra región, una que, si se prolonga a medio-largo plazo, puede hacer que Mazón gane por mayoría absoluta.
Parecen lejanos los tiempos en los que se votaba cada cuatro años…