VALÈNCIA. Según datos recogidos en la plataforma de la Oficina Nacional de Emprendimiento correspondientes a 2023-2024, el ecosistema emprendedor nacional goza de buena salud. Nos sitúan en el puesto número 15 en el contexto mundial y en el noveno puesto en Europa. En cuanto a unicornios, estamos en el décimo tercer puesto del mundo y el séptimo en Europa y avanzamos en los exits registrados donde ocupamos el quinto lugar del mundo y el tercero de Europa.
Asimismo, Barcelona, Madrid y Valencia están entre los 10 mejores ecosistemas de la región del sur de Europa con eventos tecnológicos internacionales de la talla del MWC, South Summit o VDS. Como fortalezas del ecosistema emprendedor nacional se habla de nuestra capacidad para atraer talento global -más que por razones estratégicas por el clima y coste de vida-, y de alta disponibilidad de coworkings y aceleradoras, algunas tan potentes como Lanzadera.
Visto así, parece que nos quedan pocos deberes por hacer para alzar el vuelo. Sin embargo, no es esta la percepción que tienen los emprendedores quejosos con una serie de trabas que impiden el desarrollo completo de todo el potencial que llevan dentro y convencidos de que queda margen de mejora.
Exceso de regulación
“El exceso de regulación y burocracia en Europa lastra la competitividad de nuestras startups”, decía recientemente Nacho Mas en unas declaraciones. El CEO de Startup Valencia y VDS entiende que la fiebre reguladora en España y Europa frena la innovación y, en consecuencia, la competitividad de nuestros proyectos respecto a otros surgidos en otras regiones con legislación más laxa y menos exigencias burocráticas.
“Si queremos que España y Europa jueguen en la misma liga que Silicon Valley o Shenzhen, debemos dejar de ponernos piedras en el camino y empezar a pensar en un panorama que potencie, y no limite, el talento emprendedor”, mantiene Nacho Mas.

- Nacho Mas, presidente de Startup Valencia -
La inversión
Es otro de los lamentos, tanto de los emprendedores como de los mismos inversores, y eso que la Oficina Nacional de Emprendimiento asegura que ocupábamos en 2023 el séptimo puesto en inversión de capital riesgo.
Mientras que Nacho Mas acusa la dificultad para acceder a financiación en etapas avanzadas para las startups españolas, los inversores nacionales se justifican alegando, también, un marco regulatorio desfavorable. “El tratamiento de las stock options falla estrepitosamente al obligar al beneficiario a tributar por ellas pasados 10 años desde su otorgamiento, aunque el empleado no haya recibido ningún beneficio y la startup haya terminado cerrando”, observa Álvaro Callejo, venture partner de Demium Capital.

- Álvaro Callejo -
Por su parte, Juan Orbea, antiguo analista de Swanlanb Venture Factory y actual CEO de Metaloss, sostiene que “lo que más desmotiva una inversión es la incertidumbre regulatoria, la alta carga fiscal y la percepción de un retorno de inversión bajo o inseguro. Proveer un marco legal estable y predecible, beneficioso para emprendedores e inversores (profesionales y particulares), podría aumentar significativamente la confianza de los inversores y ayudaría a dinamizar el ecosistema emprendedor español y nuestra industria tecnológica”.
La escalabilidad
La definición más extendida para determinar qué es una scaleup es la que propone la OCDE. De acuerdo con esta, las scaleups son “empresas de al menos 10 empleados que alcanzan un crecimiento medio en ingresos y/o empleo de al menos un 20% anual durante tres años consecutivos”.
Se las aprecia por ser organizaciones a las que se les presupone cierto grado de consolidación con elevado potencial para seguir creciendo y expandir su marco de influencia por el mundo. En España se supone que hay más de medio millar. El informe ‘Ecosistema Scaleup 2024’ de Estech pone de relieve que las scaleups europeas tienen un valor de 1,3 trillones de dólares, una cifra que se ha incrementado un 2% desde 2018 . En España este tipo de compañías generan un impacto económico de 9.762 millones de euros y emplean cerca de 65.000 profesionales.
En base a estas cifras, estas organizaciones cobran cada vez mayor relevancia dentro de los planes estratégicos para el desarrollo de los países. Sin embargo, aquí se sienten marginadas, entre otras cosas porque quedan fuera del impacto de la Ley de Startups. Emprendedores como Juan de Antonio, fundador de Cabify, proponen crear una categoría específica para scaleups o empresas de alto crecimiento siguiendo la senda marcada por la Ley de Startups estableciendo medidas específicas y recursos adicionales.
También el Plan Nacional para la Escalabilidad elaborado por EsTech junto a la Asociación Española de la Economía Digital, Adigital, presentado el pasado mes de noviembre propone un tratamiento adaptado similar al de las startups enmarcadas en la ley. Concebido como una hoja de ruta para el crecimiento, el documento plantea, asimismo, medidas para diversificar las fuentes de financiación; atraer y retener talento; fortalecer el liderazgo español en Europa y construir una narrativa compartida sobre nuestros campeones tecnológicos.
Las sinergias
Para construir esa narrativa compartida a la que se refieren en edtech es preciso fortalecer sinergias entre los emprendedores y el resto de los stakeholders que integran el ecosistema. Para fomentar un entorno colaborativo y compartir conocimiento se han creado programas como el de Scaleup Spain Network que promueven Fundación Innovación Bankinter, Endeavor y Wayra.
De esta iniciativa se deriva la llamada Red Scaleup Spain de la que forman parte ya más de 40 organizaciones entre las que, por citar algunas, se encuentran Bcas, embart, Shakers, Metricool o Criptan.
Por su parte, Callejo aboga también “por la creación de programas que, más allá del acceso al capital, posibiliten la colaboración entre compañías asentadas y emergentes, permitan a los emprendedores conocer nuevos mercados, estar conectados con las nuevas tecnologías en base a becas formativas, acceder a espacios donde se generen sinergias e intercambio de conocimientos”.