El dinero no tiene patria. Pateras sin banderas. Mañanaa las 10 en punto. La aparición de Gustave Moreau. Volvomanía. El tripartit alacantí, en perill d’extinció. Trump chantajea al mundo con Irán
El rey Felipe VI ya vuela solo, aunque no sabe muy bien hacia adonde. Carles Puigdemont está preso del peso del misterio artúrico, de la historia Jedi y de sus propios errores. Mariano Rajoy se ha visto empujado a ejercer: por primera vez en su vida. Cuatro años largos más tarde. Pedro Sánchez se ha agigantado en su -dice- periodo de glaciación. Ximo Puig quiere formar parte de la nueva solución constitucional aunque aparentemente se juega la –Sturm und Drang, riñas por juguetes en el parque de nuestro recreo- relación con Mónica Oltra. Albert Ribera sobreactúa y se derechiza intentando el sorpasso. Lo peor es que excita y exorciza todavía más a sus huestes –hooligans y nostálgicos de la batalla de València- de la terreta. Ada Colau resulta ser la más política –una médium a medio y largo plazo- de los emergentes. Pablo Iglesias, a vuelta con la Trilateral, se autoexcluye otra vez del cuadrilátero, de la expansión cuántica española, catalana y valenciana. Anna Gabriel, siempre sonriente deshojando la margarita –qué envidia de look- y a punto de encender la mecha. Medio gobierno -a la vista del detallado planograma de las caprichosas, capciosas, peligrosas hasta para los propios agentes, actuaciones policiales del 1 0- pide la dimisión del ministro del Interior Juan Ignacio Zoido. María Dolores de Cospedal, de una pieza, con más empaque que SM la reina Letizia Ortiz, estuvo en RTVE a un tris de declararnos la guerra. No al major Trapero, ni a la vía kosovar, sino a todos los españoles. Es inadmisible la falta de control de las agresiones de la extrema derecha con nombres y apellidos –quiero escribir debidamente controlados, infiltrados e intervenidos- en el 9 d’octubre. Juan Carlos Moragues debe, por dignidad, dimitir. Su sustituto está aquí al sur: José Miguel Saval. Isabel Bonig sigue sin elevarse: simplemente se limita a repetir consignas y agendas Fórmula 1 del Antiguo Testamento popular. Un anticatalanismo boatiné y suicida, de andar por casa, que dinamita aún más la línea marcada por Soraya Sáez de Santamaría. Bonig quiere lanzar como -el paibelot de la pansa, el mascarón del velero Pepe Tono- alcaldable para València a Ignacio Grande, director de Cáritas (34 años), para cerrarle el paso a Esteban González Pons. Pepe Císcar sencillamente -como los topos cuando resuenan truenos- ha desaparecido. El poder popular alicantino no existe. El tripartit alacantí entra en periodo de extinción. Gabriel Echávarri, rebelde sin causa, conduce a toda velocidad contra sí mismo. Del Paleolítico al hombre de Neandertal. Natxo Bellido, entre el decoro y los púlpitos de ganchillo del Bloc y Compromís. Todo el PP, incluido Sonia Castedo, contra Luis Barcala. Nerea Belmonte, regatista de honor de la Volvo Ocean Race. Fernando Sepulcre, cobrador del tranvía. Siempre hay algún roto para el descosido. Follar en tiempos revueltos. Un asesino anda suelto. El lunes, a las 10, truco o trato. Justo 15 días antes de la noche de Halloween. El jueves –José María Aznar en València- la cita entre Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía. Doña Inés se escapa desescalando la tapia del convento.
La solución de la convocatoria de unas elecciones catalanas en la que están trabajando desde Miquel Roca, Felipe González, Ana Botín, Antonio Garrigues Walker hasta, sí, Florentino Pérez, coincidentes además, con unas generales, es inviable. No porque no salgan las cuentas. Sino porque Rajoy y Puigdemont saben que ya no serían –ni pueden ser- interlocutores después de la ultra polarización a la que han sometido a ambos mundos. Pero existen otros muchos más. Infinitos. Oriol Junqueras sería el más beneficiado de la mediación celestial, pero los suyos, incluido el Vaticano, le han cortado la luz. Han arrancado la puerta y la ventana de la celda de la platónica República Catalana. El PSC anda partido entre la seriedad institucional y política de Miquel Iceta y la seducción españolista del discurso de Josep Borrell. La agenda del Botànic bascula ahora alrededor de estos escenarios. Mónica Oltra se ve a sí misma más cómoda con el impulso de Ada Colau y Manuela Carmena que jugando a ser otra Penélope –tejiendo y destejiendo sin recordar qué ni quienes Ulises- con Águeda Micó. Y con el resto de la entusiasta y dividida muchachada -por la maldición babélica de 10.000 odios africanos- del parany del nacionalisme valencià. Naranjas sanguinas, patatas y el veto ruso al caqui casolà. Siempre en misa y repicando.
Ximo Puig va a reforzar un equipo –partidario e institucional- que le asegure su último mandato como president dels valencians. Aunque el anuncio de su retirada ha enturbiado la lucha por la sucesión en el PSPV-PSOE. Ahora focalizada en los congresos provinciales que deben cerrarse antes de diciembre. Castellón se debate entre José Benlloch y Ernest Blanch aunque podría – ya que sirve para todo- encumbrar a Francesc Colomer. València será para –previo pacto con José Luis Ábalos, que siente que su reino no es de este mundo y lanza a Mercedes Caballero para conseguir cuota- el presidente de la Diputación y alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez. Con permiso de Rubén Fenollar. Y en Alacant, por la mayoría que apoya a XP, hay 2 candidatos. Casi se autoexcluye José Chulvi, alcalde de Xàbia por su cruda inoperancia para frenar el Frente Popular de César Sánchez. El otro pretendiente por la mayoría es Rubén Alfaro, presidente de la FVMP y alcalde de Elda. Más joven y al que se le se supone mejores proyección y recorrido. El pedrismo del No Es No está dividido. Puede que Alejandro Soler, ex alcalde d’Elx, decante el resultado. Lázaro Azorín de El Pinós se lo está pensando. Pero todo esto es impredecible en un partido tan ácrata y divertido como el PSPV. El obispo de Segorbe, Casimiro López, invita a rezar por la lluvia. Cristo Hércules. Dios no ha muerto: se está reiniciando.
Se aprueba el anteproyecto de la Ley de Mecenazgo. Super Sanguino trae 30 años después al Teatro Principal al Centro Dramático Nacional con El laberinto mágico de Max Aub. Imperdible el fanzine Zorras peligrosas. Adán Aliaga, de vuelta de New York, prosigue el rodaje de Fishbone en la isla de Tabarca. El Planeta seguirá entregándose en Barcelona. En tiempos de himnos y proclamas se agradece subrayar cada una de las palabras sagradas de Eduardo III de Shakespeare, revisar a Charles Chaplin y a Orson Welles. Releer a Michi Panero. Y adentrarse en la película El Desencanto, de Jaime Echávarri, una atroz deconstrucción de su familia. Los Panero, malditos por el mito de la acogida/traición a Federico García Lorca. Por eso, justo ahora, sintiendo la brisa del abismo emocional, leemos a Juan Marsé en la portada de El País en una entrañable carta a su amigo muerto Jaime Gil de Biedma. O se recuerda a Sánchez Ferlosio a las 9 de la mañana en la cadena SER. Y se vuelve a escuchar a Johnny Cash. Susan Sarandon y Cara Delevigne han sido las más rotundas en su denuncia: conmoción en Hollywood tras la caída del depredador sexual Harvey Weinstein.