El restaurante con dos estrellas Michelin reabre estos días  

Alberto Ferruz y Pablo Catalá: diez años para llevar al Bon Amb a la cima

Alberto Ferruz y Pablo Catalá, en su restaurante de Xàbia. Foto: Álvaro Monfort Torres
3/04/2021 - 

XÀBIA. Alberto Ferruz y Pablo Catalá, un binomio que en 2011 abrió el restaurante Bon Amb en Xàbia. Diez años después esta pareja ha conseguido llevar el negocio a la constelación de las grandes estrellas y al olimpo de los soles.

El restaurante cuenta con dos estrellas Michelin y tres soles de la guía Repsol, e inicia esta semana la que es su décima temporada, con un proyecto de gastronomía de alta calidad en la Marina Alta, al alcance de todos los bolsillos, al que hace dos años se incorporó Casa Pepa, otro restaurante de la Marina Alta, también con una estrella.

Ferruz ha recordado ante el comienzo de la temporada, que hace 10 años “un pequeño grupo de apasionados por la gastronomía, comenzamos este proyecto BonAmb, con el simple objetivo de hacer un poco más feliz a la gente con nuestra cocina. Ahora es un proyecto vivo, ilusionante y que no deja de crecer, con la incorporación de Casa Pepa a la familia”.

El negocio ha sufrido la crisis por la covid-19, de hecho ha estado cerrado durante los últimos meses. Por ello, en esta reapertura han implantado un protocolo higiénico-sanitario, para garantizar que sus comensales puedan vivir las experiencias gastronómicas, con la máxima seguridad.

Por su parte, el jefe de sala, Pablo Catalá, comentó que “después de lo que estamos pasando, tenemos muchas ganas de disfrutar nuestro X aniversario con nuestros comensales y compartir con ellos bonitas experiencias gastronómicas.”.

Para esta temporada el equipo que dirige Pablo Catalá y Alberto Ferruz han preparado dos posibles menús a elegir, con la posibilidad de maridaje de vinos.

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A pesar de su edad, solo se necesitan unos minutos hablando con Alberto Ferruz para darte cuenta de lo viejo que es, no ya por lo que sabe, sino por la claridad y lo integrado que está en él todo lo que conoce. Es un ejemplo de cómo la buena cocina no reside sólo en el ingenio, sino en el resultado de haber superado arduas hazañas culinarias, que dotan de una sabiduría y un rango superior incluso al de la estrella Michelín que detenta su restaurante

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