ALICANTE. Van tres. Guido Carrillo vio este domingo como se le anulaba su tercer tanto en lo que llevamos de curso liguero. El delantero argentino era el principal damnificado de la decisión del santanderino Adrián Cordero Vega de anular por juego peligroso su gol en el minuto 15 del duelo ante el Granada.
Tras el mismo, Guido explicaba así la jugada: "Yo la veo clara, veo que el balón queda picado y voy a empujarlo con la intención de convertir; no tengo contacto con el arquero hasta después de tocar el balón", decía el futbolista franjiverde para, a continuación, añadir que "lo que juzga el árbitro queda para él".
Guido hace tiempo que se ha hecho acreedor de más minutos, pero la competencia en el ataque le impide gozar de ellos. Hasta la fecha ha participado en 13 partidos de Liga y 2 de Copa, pero mientras que en esta segunda competición ha jugado enteros ambos (180 minutos), habiendo convertido dos tantos, en el torneo de la regularidad solo ha estado sobre el verde 325. Este domingo era el segundo encuentro liguero en el que integraba el once inicial, después de haber sido titular ante el Villarreal en la jornada 6, un partido en el que el entonces técnico Fran Escribá introdujo numerosos cambios ante la acumulación de jornadas en poco tiempo. Frente al Granada fueron las ausencias por culpa de Covid-19 las que con Francisco le reabrieron las puertas del once a Guido, que al igual que le sucedió en las jornadas 11 y 17 celebró un gol que luego no subió al marcador, algo que no escondía que le generaba "bronca":
"A lo Elche, con muchas cosas en contra", decía Guido Carrillo que había conseguido el equipo sumar un punto ante el Granada: "En desventaja por cosas que todos sabemos, pero el equipo estuvo a la altura, en la segunda mitad con un hombre menos, se hizo un gran esfuerzo y por momentos también buen juego", declaraba el futbolista, quien agradecía el apoyo del franjiverdismo a lo largo del choque y en especial cuando se retiraba por el túnel de vestuarios, después de ser sustituido en el minuto 80, momento en el que la grada coreó con insistencia su nombre.