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DEL DERECHO Y DEL REVÉS / OPINIÓN

Un plan para Alicante (y IV)

25/07/2021 - 

Hay que ver el solazo que hace en Alicante y aquí todos pagando como borregos a las compañías de la luz, depredadoras insaciables, en lugar de aprovechar este recurso natural y tirarnos a las inversiones para el autoconsumo de cabeza. Días como el de ayer, de un sol abrasador, me hacen pensar en lo mal que nos organizamos los humanos en muchos aspectos y en cómo se lucran gracias a ello las grandes compañías. Las escandalosas subidas del precio de la luz en los últimos meses, que perjudican más a quienes menos recursos tienen para afrontarlas, a pesar de tener un Gobierno socialista, que pensamos que en principio se preocuparía más de los desfavorecidos, me dejan estupefacta y pensando que algo deberíamos hacer al respecto. 

En otro orden de cosas, en esta ciudad hay tanto por hacer, tanto, que resulta incluso ilusionante. Aparte del imprescindible centro de congresos -lo sé, me repito, pero hay que seguir insistiendo-, haría falta un parque empresarial moderno, con edificios inteligentes, en el que se pudieran instalar muchas empresas, con servicios comunes de alto nivel. Lo de la Ciudad de la Luz, reconvertida en Distrito Digital y luego en vacunódromo anti COVID-19 es una buena posibilidad, pero no me termina de convencer, pues queda muy a trasmano del centro. Por cierto, lo de las vacunas funciona de maravilla, doy fe, aunque sigo sin entender el criterio de selección de las que se administran a cada uno. Tal vez el proyecto que se está impulsando en el antiguo Panoramis, a través de inversión privada, y que tantos solicitantes de espacio tiene, al parecer, sea una buena apuesta en cuanto a la búsqueda de ubicación de un futuro parque empresarial. Otro lugar estupendo sería el Puerto, porque se podrían aprovechar algunos de los edificios que se construyeron para la Volvo Ocean Race, y que quedaron sin uso tras la regata. Y es que aquí muchas de las inversiones se hacen a lo grande, sin miramientos ni pensar en el día de después. El problema que tenemos es el de siempre, las distintas administraciones, que como reinos de taifas custodian sus edificios públicos (Puertos del Estado, Generalitat Valenciana o Ayuntamiento de Alicante), y a los que es literalmente imposible poner de acuerdo por el bien común. Esta situación crea una dispersión total de los recursos e impide el crecimiento de la ciudad, especialmente dado que los signos políticos de los partidos al mando del consistorio alicantino, de una parte, y del Gobierno de la nación y la Comunidad Valenciana, de otra, no coinciden. Ciertamente, tampoco sería garantía de nada que coincidieran, dado que, como diría un gran estadista del pasado siglo, y que no está claro si fue Giulio Andreotti, Adenauer o Churchill, hay “enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido”. Queda en asuntos pendientes, como tantas iniciativas importantes, así como la necesidad de atraer más inversión privada para la instalación de empresas en nuestra ciudad, que sirvan para la creación de más puestos de trabajo y el fomento de la economía, algo especialmente necesario tras el advenimiento de la dichosa pandemia. El virus es esa arma biológica que nos ha cambiado la vida, queramos o no. La pandemia nos obliga a que tengamos que replantearnos muchas cosas y los modos de funcionamiento, que hasta este momento eran válidos. Es imprescindible que hagamos un esfuerzo por cambiar el chip, o es posible que seamos arrollados por toda esta situación.

De otra parte, en Alicante también está pendiente la peatonalización de buena parte del centro. Ciudades como Murcia, Málaga o Cartagena apostaron por esa decisión y acertaron plenamente. Es una gozada poder caminar por la ciudad, ir de tiendas, de cañas o de paseo sin tener que preocuparse del tráfico; ejemplo de éxito, en este sentido, es la movida de la calle Castaños y su tardeo, nos guste más o menos. Si hubiera más calles peatonales, doy por hecho que tanto la oferta como la demanda se ampliarían y diversificarían. Claro está que para lograr que la gente acuda al centro por su propio pie y se convenza de usar menos el vehículo privado, especialmente los coches, porque las motos son harina de otro costal y ocupan y contaminan mucho menos y se aparcan en cualquier sitio, sería imprescindible aumentar la frecuencia de los transportes públicos, todavía hoy desesperante tanto en lo que se refiere al autobús como al tranvía, y que terminan sus horarios por la noche demasiado pronto. Lo de las deficientes comunicaciones entre los barrios habría que estudiarlo y ponerle remedio cuanto antes, así como la regulación de los semáforos, que carece de toda lógica en muchos puntos de la ciudad y es la directa causante de gran parte de los atascos, con el consiguiente efecto nefasto sobre la contaminación.

Es preciso abordar el tema de la limpieza viaria, incluido el baldeado de las calles, y tratar de conseguir una gestión más eficaz de todo esto. En este sentido, deberían consultar a los trabajadores que se dedican a ello, como Javier Muñoz, alias “el mestre”, lector número uno de estas columnas. Gracias, Javier, por tus siempre sabios comentarios.

Es posible que nos falte, aparte de todo lo que he ido diciendo a lo largo de las últimas cuatro columnas, una apuesta más ambiciosa no solo para Alicante, sino para la que considero debería ser la conurbación de la capital con otras urbes de su entorno. Hace unos días, la letrada Carmen Ayela me recordó amablemente que hubo hace años otros proyectos e inversiones privadas, que quedaron en el tinteroOjalá los que vengan fructifiquen. Soy defensora de la apuesta pública con carácter prioritario, pero también la iniciativa privada puede tener su peso específico y su relevancia. Y tal vez, a la postre, sea más fácil poner de acuerdo entre sí a empresarios que a las diferentes Administraciones públicas. El reto es grande, ahora solo queda saber si somos capaces de dar el salto necesario para coger el tren del futuro, que ya es hoy. Y, hablando de trenes, me marcho de vacaciones a reponer fuerzas y cargar las pilas. ¡Nos vemos a la vuelta!

Mónica Nombela

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