TRADICIONES que cuentan la historia / OPINIÓN

Reflexiones ante la contemplación de un belén

2/01/2021 - 

En la contemplación de nuestros tradicionales belenes encontramos que el relato del nacimiento de Jesús se entremezcla con la narración de la historia de nuestros pueblos y ciudades. No es extraño ver reflejados en ellos paisajes urbanos en los que vivimos algunos ya desaparecidos, pero que siguen vivos en la memoria de la gente, así como escenas de la vida cotidiana, lo que indica, como escribía el filósofo francés Emmanuel Mounier, hasta qué punto Palestina se extiende por toda la tierra.

Este año en el belén que el Ayuntamiento de Elche ha instalado en el 'Hort del Xocolater' me ha llamado la atención por cómo la ciudad de Belén se ha recreado en la antigua Illice, por cierto, en la puerta de sus murallas se manifiesta escrito en latín que esta ciudad de Illice está hermanada con la ciudad de Belén. Cuando se acuerda el hermanamiento entre ciudades se suelen exponer los lazos comunes entre ellas e, independientemente de que la literatura ha comparado siempre la ciudad de Elche -debido a sus huertos de palmeras- con la de Palestina y que tantas veces han reflejado en sus páginas escritores españoles y extranjeros, sin duda cualquier ciudad de nuestro mundo cultural encontrará motivos sobrados para sentirse hermanada con Belén.

Tal vez sea la ciudad mejor conocida por muchas generaciones. En nuestra infancia Belén era la ciudad que internamente sentíamos más nuestra, como ya expresaba el poeta León Felipe. Por los caminos hechos de cartón y tierra del belén hemos transitado cuando, cada año, los recorríamos con las figuras de los Magos que, día a día, los acercábamos al Portal siguiendo la indicación de la estrella. En aquellas tierras del Oriente Medio nacieron muchas de nuestras más arraigadas y preciadas tradiciones. La pertenencia cultural y espiritual a esa tierra nos hace sentirnos ciudadanos de esa ciudad universal que es Belén.

Entre los grandes valores que encierran estas tradiciones es de destacar el protagonismo que la gente sencilla adquiere en la representación del belén. Sin duda, el elemento esencial se encierra en la escena del nacimiento de Jesús y en la mayoría de los belenes aparecen algunos elementos de la narración bíblica de su infancia: el anuncio del ángel a los pastores, la figura de los Magos de Oriente, la matanza de los inocentes, la huida a Egipto, etc. Junto a estas escenas encontramos el protagonismo de la vida cotidiana de la gente: los pastores que cuidan del ganado, el leñador, el agricultor, la mujer que lava la ropa, el pescador, etc.

La historia contada desde un belén, pone el acento en la importancia que en ella adquiere la vida cotidiana de la gente y no solo la gesta de grandes personajes. Al final son las personas que encarnan esos oficios tan poco reconocidos los que en momentos como estos se consideran los oficios esenciales. Como el propio filósofo marxista Ernest Bolch nos recuerda, en el reino de Jesús los protagonistas son los pobres, los humildes.

Al recrear en la fiesta de la Navidad ese belén idealizado como un lugar de convivencia, de paz, sentimos que en ello se hacen presentes esos ideales de paz universal del que nos hablan en sus poemas grandes autores latinos, referentes de nuestro mundo occidental, como Virgilio y Horacio, y como siglos antes de ellos ya los manifestaba el mundo bíblico en textos como los del profeta Isaías, versos que están escritos en el salón de plenos de las Naciones Unidas: "Y volverán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces, no alzará espada nación contra nación" (Is. 2, 4).

Al recordar esta utopía de la paz universal no podemos dejar de tener presente la situación dramática que se está viviendo en la tierra de Palestina y en otros lugares de ese Oriente interiormente tan cercanos. Todos tenemos derecho a sentirnos ciudadanos de aquella tierra y no podemos ser ajenos al sufrimiento de sus ciudadanos, cultural y espiritualmente, nuestros vecinos. En la contemplación de un belén podemos encontrar una lección sencillamente contada y, a la vez profunda, de nuestra propia historia. Creo que no podemos olvidar toda esa tradición cultural y entiendo que, en estos momentos tan difíciles, volver los ojos a la historia es más necesario que nunca para abordar los retos del presente y del inmediato futuro, pues olvidarnos de nuestra gran tradición nos aleja del progreso humano.

Estas navidades que vivimos de manera tan diferente a las de otros años, más alejados del ruido consumista, pueden ser un momento propicio para reflexionar y aprender estas lecciones sacadas de la historia sencillamente contada de un belén. Sinceramente no comprendo el desprecio que algunos sienten por nuestras más bellas y profundas tradiciones y la acogida que se tiene a elementos, a mi modo de ver, de mucha menor hondura cultural como las calabazas de "Hallowin".

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