Si alguien quisiera informarse sobre el contenido de la moción de censura a través de lo que han publicado o emitido la mayoría de los medios de comunicación, el resultado sería más o menos así: Irene Montero hace un glosario de todos los casos de corrupción del PP hasta el momento y se revela como una gran oradora parlamentaria; Pablo Iglesias se pone chaqueta, modera su tono y lanza un guante al PSOE; Mariano Rajoy se defiende con el argumento de que Iglesias nunca será presidente del gobierno porque los españoles no le quieren; a Podemos solo le respaldan independentistas y exterroristas que quieren acabar con España; Oramas acusa al candidato de que "no le gustan las mujeres no sumisas"; Iglesias y Rivera se detestan profundamente; José Luis Ábalos hace manitas con Podemos; Hernández es un machista que ataca a Podemos con la relación sentimental de Iglesias y Montero como argumento político. Este podría ser un resumen válido aunque el mejor de todos, el más repetido, el que pasará a la historia es el último trabalenguas de Rajoy: "Cuanto peor, mejor para todos. Y cuanto peor para todos, mejor. Mejor para mí el suyo. Beneficio político". Chimpún.
Tres horas hablando el pobre candidato ("no te lo perdonaré jamás") para que nadie haga mención de su propuesta de gobierno que, al fin y al cabo, es el principal motivo por el que se realizan las mociones de censura. Eso no importa. Lo que genera titulares y controversias tertulianas son los dimes y diretes, el "y tú más", las anécdotas personales, las referencias literario-musicales desde Dickens a La Lupe, que difuminan el fondo de la cuestión. Este es un periodismo de colorines, de papel cuché, donde se acentúan los noviazgos parlamentarios y se adjetivan en exceso los discursos mientras se rehúye lo sustantivo. "Que no te lo cuenten, vívelo", es uno de los eslóganes turísticos más exitosos que bien podría haber explotado el canal 24 horas de TVE que es el único que permitía seguir en directo todas las intervenciones de los portavoces parlamentarios, excepto el final del socialista. Recurre a las fuentes sin intermediarios para que no te manipulen, que diría Iglesias. Es una vergüenza el ninguneo de las televisiones y las radios a los grupos minoritarios, como si lo que ellos dicen no tuviera ningún interés. Aprovechan sus intervenciones para ponerse a rajar como descosidos. Es el mejor ejemplo de una concepción extremadamente centralista de España donde las periferias son elementos extravagantes que no pintan nada en el Congreso a no ser que sus votos sean imprescindibles para apuntalar un gobierno en minoría. Entonces todos somos canarios, hablamos catalán en la intimidad o lo que haga falta. Es el triunfo de la política al peso, la victoria de la aritmética parlamentaria sobre el discurso del método de la razón. Una visión puramente finalista que va directamente a la página de resultados sin detenerse en los detalles. La moción no se debía ganar, no se podía ganar y no se ganó. Lo demás, "merde". ¿Para qué perder tanto tiempo en un esfuerzo estéril? Pues eso, dejemos la política y hablemos de novios, que es más entretenido. Hablemos de Royal y Holland, de Hillary y Bill Clinton, de Narbona y Borrell, de Romero y González, de Batet y Lasalle, de Botella y Aznar, de Gomendio y Wert…
Ah no, que eso son relaciones políticas, no sentimentales como las de Montero e Iglesias. Solo a un impresentable se le ocurriría confundir la cama con el escaño. Hernández y sus palmeros acaban de abrir una ventana muy indiscreta por donde se puede colar cualquier cosa. Y eso que los auténticos novios no han sido Iglesias y Montero; los novios, señor Hernández, son Iglesias y Ábalos que se han pedido la mano en el Congreso. Si se casan, seguro que usted no estará invitado a la boda. @layoyoba