La provincia de Alicante, regreso al escenario electoral de 1991
La provincia de Alicante, regreso al escenario electoral de 1991
ALICANTE. El año 2019 pasará la historia porque España vivió tres procesos electorales, con un hito histórico: por primera vez, se adelantaron unas elecciones autonómicas a la Presidencia de la Generalitat Valenciana, que coincidieron con las nacionales de 28 de abril. En todos ellos, ganó el PSPV-PSOE después de 28 años de liderazgo del PP, tanto en la provincia de Alicante, como en la Comunitat Valenciana y se convirtió en la primera fuerza política. Ahora bien, las tres citas electorales, las del 28A, las municipales del 29 de mayo y las generales del 10N, dejaron escenarios muy diferentes, como la irrupción de la formación ultraconservadora Vox en el panorama político nacional, autonómico y local. Con independencia de lo que pase en el Congreso de los Diputados durante estos primeros días del año, con la investidura, lo que parece claro que todos los partidos se verán abocados este 2020 a modificar estrategias y a cambiar o consolidar determinados liderazgos. Este es el panorama de la provincia de Alicante.
Los socialistas han conseguido convertirse en la primera fuerza política provincial, pero siguen sin un liderazgo claro. Su secretario general, José Chulvi, dejó la Diputación de Alicante para irse en las Cortes Valencianas. El nuevo portavoz es el alcalde de Alcoy, Toni Francés. Además de ello, la división entre sanchistas y ximistas sigue latente, como quedó patente en el reparto de los diputados provinciales, aunque en un segundo plano fruto de aguas tranquilas que ofrecen estar en el gobierno de València y de Madrid. Si Pedro Sánchez salva la investidura, como parece indicar, lo más seguro es que el PSOE convoque los congresos en verano. En el caso del PSPV, el objetivo está claro: dar un nuevo mandato a Ximo Puig para evitar el debate de la sucesión. Más difícil estaría la reelección de José Chulvi como secretario provincial en caso de que los sanchistas se bajen de ese acuerdo que mantienen con el ximismo para cohabitar en la dirección provincial de Alicante. Esto puede abrir las opciones de un nuevo liderazgo, aunque todo está por ver.
La provincia de Alicante, regreso al escenario electoral de 1991
El Partido Popular fue el partido que por más estados ha pasado durante este 2019. Desde la fuerte caída de abril de 2019, donde Ciudadanos estuvo a un tris de superarle como segunda fuerza política; al oxígeno de mayo, en las municipales, donde recuperó algunas alcaldías importante, como Torrevieja, y salvó la Diputación de Alicante, pese a no ser la fuerza más votada, gracias a un pacto con Ciudadanos. El partido cogió aire en 10N al recuperar unos 30.000 votos tras el batacazo de la Cs, entonces liderada por Albert Rivera.
Pero estos vaivenes han provocado cambios en la estructura interna. José Ciscar dejó la presidencia del partido, y César Sánchez se vio abocado a renunciar a la Presidencia de la Diputación y quedarse como diputado en Madrid Génova tiene a otro perfil para ese cargo: Carlos Mazón. Está de presidente de la Diputación de Alicante y todo hace indicar que asumirá las riendas del partido, no sé sabe si en este 2020 o en 2021, cuando se convoquen los congresos. Este es el cambio tranquilo que ha impuesto Pablo Casado, que todavía no se sabe si alcanzará, también, al PPCV con vistas al 2023.
Ciudadanos también ha pasado por un auténtica ruleta de emociones a lo largo de éstos últimos 12 meses. De estar a punto de dar el sorpasso al PP a tener una dirección interna y con algunos puestos orgánicos vacíos por dimisiones. En la Comunitat Valenciana, los de Toni Cantó y los de Emilio Argüeso, los dos bandos del partido, están con Inés Arrimadas, pero con matices muy diferentes. Cantó busca ahora el peso de las organizaciones territoriales en Madrid; Argüeso proyecta a la diputada Marta Martín como lideresa orgánica. Y esa será la batalla que está por venir, con las pertinentes turbulencias que se producirán en el grupo de las Cortes Valencianas.
Vox vive su momento más dulce, inesperado hace ahora un año. Las elecciones andaluzas le impulsaron y la formación de Santiago Abascal recogió sus resultados en Alicante de manera doble: con un diputado en Madrid y cuatro en las Cortes Valencianas. A nivel municipal, más tarde, su impacto fue más puntual, con 28.000 votos, y representación en las grandes ciudades y municipios más poblados. Pero las elecciones del 10N no sólo le catapultaron, con tres diputados en Madrid y más de 150.000 sufragios, sino que desvelaron las grietas internas que tiene la formación conservadora en Alicante. Por una parte, el sector de la portavoz autonómica, Ana Vega, que tiene el aval del secretario general Javier Ortega Smith, y por otra, el del cabeza de lista por Alicante en el Congreso, Manuel Mestre, que cuenta con el respaldo del propio Abascal. Esta pugna, de las que ya se han destacado algunos episodios, se puede visualizar todavía más cuando se convoquen las primarias para elegir a la nueva dirección provincial, que ahora dirige una gestora con la propia Ana Vega al frente. La luna de miel puede quedar interrumpida.
Compromís cumplió sus expectativas en las autonómicas; perdió fuelle en las municipales y sigue sin alcanzar el Congreso de los Diputados sin Podemos. Errejón le ha aportados votos, pero no los suficientes. Y con este estado de la cuestión, la coalición valencianista debe luchar en los próximos meses en dos flancos: recuperar voto urbano, en las grandes ciudades, y tener un relato creíble y defendible en las comarcas del sur. Con Mireià Mollà de consellera, este papel le toca desempeñarlo a la portavoz adjunta en las Cortes, Aitana Mas, de la mano del portavoz de Compromís en la Diputación, Gerard Fullana. Los valencianistas tienen cuatro años por delante para no sólo consolidar lo que tienen, sino recuperar lo perdido, y al mismo, buscar la fórmula necesaria que les lleve de nuevo a Madrid. El futuro congreso de Compromís marcará los nuevos liderazgos, y el papel de Mas y Fullana.
Si Podemos cumple en las citas nacionales, su botín en las otras citas electorales es menguante. Sólo logró conservar tres diputados en las Cortes por Alicante y su representación municipal con algo de significación es puntual en Orihuela, Alicante y Alcoy. En las municipales del pasado 29M sufrió un importante varapalo. Ahora, debe rentabilizar su presencia no sólo en el Gobierno del Botànic, sino en el de la nación, donde Pablo Iglesias será uno de sus flamantes vicepresidentes. Toda una oportunidad para reforzar la estructura política, muy debilitada más allá de los órganos de poder, y falta de liderazgos claros incluso en la Comunitat Valenciana. Quizás sea el momento de Naiara Davó como referente, quizás también del sur, visto que Martínez Dalmau o Txema Quijarro están o estarán enfrascados en la gestión.