'i just want you to be happy', EN la peluquería

La felicidad, a debate en una exposición: una moda impuesta que esconde intereses

22/01/2020 - 

ALICANTE. "Están utilizando la felicidad como antes usaban la religión: para manipularnos. Nos vuelven responsables de nuestra felicidad cuando, en realidad, la emplean para mantener el modelo económico capitalista, el cual está orientado a la desigualdad, al individualismo, a los valores competitivos... Y todas estas condiciones se vinculan a la depresión y a la enfermedad". Aquí reside la reflexión tras el arte, la crítica personal que late en la exposición -y, en general, en los trabajos- de la alicantina Ana Pastor, quien el viernes 24 de enero inaugura una exposición que sigue esta línea temática en la sala La Peluquería. I just want you to be happy (solo quiero que seas feliz) supone el título y la constante bajo el que cobra sentido todo su montaje artístico, "una frase que se dice mucho y que representa la felicidad como una forma de opresión", interpreta, "ya que, en diversos contextos, sufrimos una especie de violencia encubierta donde el individuo se vuelve responsable no solo de la felicidad propia, sino también de la del grupo".

A través de su trabajo artístico, Pastor declara la guerra a la felicidad tal como se intenta vender o imponer, porque "el capitalismo se da cuenta de que está minando nuestra capacidad para trabajar. Y una persona deprimida ni consume ni produce, además de que le cuesta dinero al sistema de salud", aclara. Ante la situación que la artista considera un problema, reprocha que "en lugar de cambiar un sistema que no funciona lo que buscan es cambiarte a ti mismo, invocar la famosa resiliencia (capacidad de adaptación ante situaciones adversas -según la RAE-). Es como si te dijeran que no empieces una revolución, sino que practiques un poco de mindfulness y te sentirás mejor", ejemplifica.

Sin ninguna pretensión más allá de exhibir su trabajo, la muestra que se expone hasta el viernes 21 de febrero en el espacio artístico de La Peluquería está compuesta por cuatro vídeos, dos obras fotográficas -una fotografía y una serie de doce fotos- y una pintura instalada en el suelo. Un proyecto del que se debe buscar su origen en Londres, entre los años 2015 y 2017, momento en que la alicantina experimentó "un choque con la cultura anglosajona, que también es extensivo a la occidental, en el que existe una imposibilidad de expresar los sentimientos y se busca aparentar que todo es perfecto", comenta. Fue en esa época cuando la artista comenzó a investigar "sobre el imperativo de ser feliz, la imposición de la felicidad como moda y toda la maquinaria que existe a su alrededor, como son el coaching, los libros de autoayuda, la meditación o las redes sociales", enumera.

Como consecuencia de una marcada influencia existencialista, la artista da una gran cabida en su trabajo a la emoción, la identidad y la búsqueda del significado de la vida, trabajando en múltiples ocasiones con su propio cuerpo. Este punto de partida de la propia experiencia obliga a la creadora a fijar una cuidadosa línea que separe el arte y la intimidad, es decir, realizar una distinción entre la parte de la historia personal que va a plasmar en sus piezas y la que va a reservar para su vida privada: "La obra es como una especie de autopsicoanálisis. Creo que todos los artistas ponemos mucho de lo que somos, porque hablando de lo particular llegas a lo general; mucha gente se identifica con algo que pensabas que te estaba pasando solo a ti. Yo intento que mis obras tengan ese equilibrio entre plasmar una situación de forma descarnada y, al mismo tiempo, no revelar demasiado, guardar lo que yo considero de mi intimidad", explica su método.

En contraposición a la crudeza temática, Pastor añade una elevada dosis de humor, así como un toque cutre. "Esto se incluye no preocupándote demasiado por cuál va a ser el resultado desde el punto de vista de la perfección", expresa en pro de una sutil indiferencia. "Yo utilizo mucho una máscara de sonrisa, un objeto que también voy a exponer, y no me interesaba para nada hacerla perfecta; pretendía que quedase cutre, porque si estoy hablando de que no quiero entrar en la rueda de la felicidad, tengo que huir de lo perfecto. No pretendo que mi obra se perciba como algo serio, aunque detrás sí que hay una investigación muy seria. La felicidad también entra por el sentido del humor", apunta.

Es precisamente el humor el criterio en el que se basa para seleccionar las piezas que componen I just want you to be happy, seleccionando las que mayor componente humorístico contienen, como una especie de testeo para comprobar "cómo funciona en nuestro país este tipo de obras. En el mundo del arte en España todavía nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos; sin embargo, en Inglaterra está en su adn el sentido del humor y el quitarle toda esa seriedad", distingue entre los dos países. Una prueba para la cual el espacio de La Peluquería resulta óptimo, por tratarse de "una sala clandestina. Esto pega totalmente con lo que quiero llevar a cabo, porque se queda fuera del distrito comercial, así que puedo tratar el tema de alejarme de 'la felicidad'", resalta lo conveniente de la galería.

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