VALÈNCIA. Una de tendencias del verano es el llamado 'turismo literario', esto es, la ocasión de visitar países con la intención de recorrer las huellas y admirar los paisajes que algunos escritores estamparon en sus libros. Como pueden imaginar, las opciones son múltiples y variadas. Lo que en esta serie veraniega me propongo es recorrer ciudades de la mano de los escritores ilustres que la habitaron y escribieron. Pero se tratará de autores que no siempre están en las guías más comerciales, sino literatos menos conocidos, más ocultos y, por tanto, más fascinantes. Comenzamos el viaje con una mística inglesa no demasiado abordada en nuestro país que tiene el incuestionable honor de ser la primera mujer en escribir un obra en inglés: Juliana de Norwich.
No demasiado se sabe de su vida pero sí lo suficiente para reconocerle una existencia sublime. Conocí la vida de esta mujer gracias al libro La mirada interior, de Victoria Cirlot y Blanca Garí, publicado en Siruela en el año 2008. Allí se reunían las historias de ocho mujeres místicas y visionarias entre los siglos XII y XIV. Las autoras analizaban y comentaban su vida y obras. Esas mujeres eran Hildegarda de Bingen, Hadewich de Amberes, Beatriz de Nazaret, Matilde Magdeburgo, Margarita de Oingt, Ángela de Foligno, Margarita Porete y, por último, Juliana de Norwich. Quién sabe si por estar situada en último lugar, el aliento desgarrado de su obra fue el que más me conmovió. Se trataba, tal y como apuntaban sus autoras en la introducción de “mujeres que escriben, mujeres que hablan en la Edad Media acerca de lo que les sucede en un espacio invisible: el de la interioridad. Escriben y hablan de una experiencia interior. Mujeres, escritura, experiencia interior: la conjunción?n de estos tres elementos es explosiva por lo insólita en la cultura medieval. Es tan insólita que no parece verdad. Y, sin embargo, lo es”.
Rastrear, por tanto, las ruinas de aquella Edad Media en Norwich promete ser toda una experiencia mística. No se sabe cuál es la fecha exacta de la fundación de esta ciudad al este de Inglaterra. Sin embargo, según el Domesday – el principal registro de Inglaterra escrito en 1086 por orden del rey Guillermo I de Inglaterra-, ya en el año 1087 tenía una población de 5000 habitantes. En 1096 se construyó la Catedral de Norwich que sería escenario principal de la vida de Juliana que nació allí casi 250 años después.
Pero antes del nacimiento de la mística que ya se quedaría por siempre asociada a Norwich hubo otro acontecimiento y otro personaje cuyo fantasma todavía es posible percibir hoy en la ciudad: Guillermo de Norwich, un niño de 12 años que, según cuenta la leyenda, fue asesinado en 1144 por los judíos en un ritual religioso. Ahí comenzó la persecución de los judíos en Norwich que finalizó en el año 1190 cuando exterminaron a todos los judíos en sus casas, excepto algunos que se refugiaron en el castillo. Tras su expulsión definitiva en 1290, no pudieron volver a Inglaterra hasta el año 1655. Con este oscuro pasado y algún pasaje algo más positivo -Norwich fue la segunda ciudad más importante de Inglaterra tras Londres hasta el siglo XVII- esta ciudad comenzaría a ser conocida en el mundo entera con el nacimiento de Juliana.
Fue en el año 1342. En un lugar cercano a Norwich nació una niña en un hogar humilde. La historia no ha certificado que la santa se llamara Juliana de nacimiento o si, por el contrario, adoptara este nombre más adelante cuando se unió a un convento de monjas muy cercano a la iglesia de Saint Julian. Sea como fuere, lo que sí se ha recogido es lo que extrañamente sucedió cuando esta mujer contaba 30 años y enfermó gravemente. Juliana se apagaba y una monja se sentó a su lado para rezar por ella. Una gran cruz estaba colgada en frente de su cama. Juliana no dejaba de mirarla. Pronto, en su rostro se vislumbró el frío y la angustia que precede a la muerte. Sin embargo, en el transcurso de esa enfermedad, experimentó “una revelación de amor a través de dieciséis visiones” a las que ahora conocemos con el título de El libro de las revelaciones de Amor o Showings. Acudió un sacerdote por la mañana al día siguiente para darle la extrema unción y le mostró un crucifijo. En ese momento todo se oscureció excepto la cruz. Después Juliana dejó de sufrir cualquier tipo de dolor. Justo en ese instante comenzaron las revelaciones. Dieciséis exactamente. Después de ellas, Juliana se cura totalmente. A partir de ese momento vivirá recluida para escribir su obra magna. Esta es su frase más conocida, precursora de un misticismo positivo:
El pecado es necesario, pero todo acabará bien, y todo acabará bien, y cualquier cosa, sea cual sea, acabará bien.
Durante su juventud, Juliana deseó tres cosas fundamentales:
La primera la memoria de la Pasión. La segunda una enfermedad corporal. La tercera recibir de Dios tres heridas (…) la herida de la verdadera contrición, la herida de la compasión de amor, y la herida de anhelo de la voluntad de Dios.
Norwich en aquella época era un importante foco de vida religiosa y comercial. La peste negra afectó notablemente a la ciudad. Una que, por cierto, como en el resto del mundo, mantenía a la mujer en un plano marginal. Es por ello que Juliana sabía a lo que se enfrentaba al escribir por primera vez:
(...) ¿Debo creer, por ser mujer, que no habría de hablaros de la bondad de Dios, habiéndome sido revelado al mismo tiempo que era su voluntad que fuera conocida?
Juliana ha sido considerada por muchas feministas cristianas una auténtica heroína. Esta obra -Showings- se hizo popular hasta tal punto que la hizo muy popular en su tiempo, hasta el punto que una mujer llamada Margery Kempe, una burguesa del puerto inglés de King's Lynn, madre de catroce hijos, abandonó a su familia para llevar una vida religiosa y peregrinar hasta lugares santos. Uno de ellos es el Norwich de Juliana a la que tanto había admirado. Kempe es considerada la primera autora de una autobiografía en inglés que dictó a un anónimo laico y a un sacerdote amigo. Allí contará cómo Juliana le enseñó el camino a seguir, apoyándola en su decisión.
Norwich acoge ahora museos que cubren diez siglos de historia. Ahora hay zonas peatonales con negocios y una agitada vida nocturna. Posee dos universidades (Norwich University of the Arts y University of the East Anglia) que ofrecen estudios reconocidos de escritura y letras. El turismo cultural es, por tanto, uno de los mayores reclamos, así como la llamada 'Norwich 12', una zona que reúne los edificios más emblemáticos de estilo georgiano y victoriano. Estos son los 12 edificios: Norwich Castle; Norwich Cathedral; The Great Hospital; The Halls – St Andrew’s and Blackfriars; The Guildhall; Dragon Hall (que ahora acoge el Centro de los Escritores de Norwich); The Assembly House; St James Mill (Jarrold Printing Museum); St John Baptist Cathedral; Surrey House – Marble Hall; City Hall y The Forum.