Esta semana hemos celebrado en Elche el XX aniversario de la Declaración del Misteri d'Elx como Patrimonio de la Humanidad. El 18 de mayo de 2001, el secretario de la UNESCO entonces, el japonés Koichiro Matsuura, pronunció en París las palabras que convertirían La Festa en bien universal.
El Misteri d'Elx pasa por un momento particular, de los muchos que debe haber vivido en cinco siglos de existencia y seguramente no el más difícil. El año pasado no hubo representaciones debido a la pandemia y este año se debe tomar una decisión en un par de semanas, pero va a ser muy difícil que vuelva a representarse este verano. Y no es solo por los cantores y su especial configuración en escena, sino que influye y mucho también en la decisión la dificultad del trabajo oculto que se hace en bambalinas.
En el caso del Misteri d'Elx, las bambalinas son las personas que debajo del Cadafal, (el escenario elevado o estructura de madera que se sitúa en el centro del crucero de la basílica de Santa María), trabajan durante la escena. Por ejemplo, su tarea es crucial cuando el escolano que representa a la Vírgen cae simulando la muerte.
Lo es también el trabajo de la tramoya aérea. Las personas, (por primera vez hay una mujer en este equipo), que mueven los tornos con fuerza y sobre todo pericia para que el descenso de cada artefacto sea lento y no se gire la maroma.
Así contribuyen a que suban y bajen desde la cúpula del templo ilicitano el Araceli, la Coronación, y la Mangrana. Sería bastante complejo mantener la distancia en su situación. Una de las imágenes más buscadas por las miradas de los espectadores del Misteri son sus brazos, cuando cada aparato va llegando a lo alto. Se abre el pequeño cuadrado por el que accede y se ven unos brazos que recogen la maroma. Ahora que lo pienso es una imagen cargada de simbolismo, pero ¿cuál no lo es en el Misteri d'Elx?
Me encanta observar ese momento donde se aseguran la última parte del ascenso. No se como se puede hacer esa tarea con distancia y mascarilla.
Se decida lo que se decida, el Misteri lo sabrá hacer. Porque ha vivido situaciones mucho más complejas, otras pandemias sin vacunas ni respiradores, guerras, incluso el pueblo de Elche logró mantener La Festa en contra de la Iglesia que prohibió las representaciones teatrales en el interior de los templos en el Concilio de Trento y hasta encandiló a la II República Española cuyo gobierno la declaró Monumento Nacional en 1931. Lo recordaba esta semana Andrés Perelló, Embajador de España ante la UNESCO.
No preocupa por tanto, en absoluto, que el Misteri pueda estar menos “presente” dos años. Y es que no se nos debe olvidar que el Misteri no está en la Basílica de Santa María el 14 y 15 de agosto, o el 11, 12, y 13. Otra frase que escuché esta semana es que si hubiera un gran desastre, un terremoto y la basílica cayera al suelo, el Misteri seguiría en otro lado. La Festa es inmaterial y vas allá de la representación en sí.
Hay Misteri en una cafetería de Elche que se llama Araceli, había un bar muy de moda que rea “Ternari”y hay Misteri en un logotipo de una empresa que usa los gajos de la Magrana como identificación con la ciudad. Hay Festa en las expresiones populares, “Quan baixa l'Ángel refresca”, y en un grupo de música que se llamaba Cadafal.
Porque el Misteri d'Elx es un sentimiento que sobrepasa lo religioso, lo artístico o cultural. Está en cada uno de nosotros. Por eso hay que hacer un importantísimo esfuerzo por llegar más a la gente, al pueblo y que se deje de pensar que es una cosa de élites, intelectuales, estudiosos, políticos, curas y periodistas.
Mi iaia Margarita apenas sabía escribir pero se iba todos los agostos cargada de críos “a vore el Ángel”. Mi primer recuerdo del Misteri es mi cara pegada a uno de los pilares de la Basílica al que me abracé buscando el fresco imposible en agosto y mi iaia diciéndome a mi y a mis primos “shhhhhh, escolteu, escolteu”. Cuando llegamos a casa le dimos el concierto a ella.
Si no conseguimos meter ese sentimiento que nuestros antepasados nos infundieron en las nuevas generaciones será difícil que el Misteri d'Elx siga pegado al pueblo. Y es su esencia.