ALICANTE. El hecho de que fuese uno de los últimos bastiones de la Segunda República Española ha hecho que Monóvar sea un municipio históricamente relevante. Desde el aeródromo de El Hondón, en una pedanía de la localidad, partió hacia el exilio el último presidente republicano, Juan Negrín, pero antes lo hicieron los poetas Rafael Alberti y su mujer María Teresa León. También el general Cordón, el coronel Núñez Mazas o Dolores Ibarruri (La Pasionaria), entre otros. Muy cerca de allí, en la finca El Poblet (Posición Yuste) de Petrer, trataban de resistir en la esa última sede oficial, donde se acogían los últimos consejos de ministros de la etapa final Guerra Civil.
Tras la caída definitiva, la represión franquista se adueñó también de Monóvar, donde se calcula que hasta 26 personas fueron fusiladas, por causas distintas, y sus cadáveres arrojados a la fosa común del cementerio municipal. Sin embargo, ahora los cuerpos no aparecen. Los trabajos de excavación llevados a cabo durante este verano por la conselleria de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática en el cementerio de Monóvar, con el objetivo de recuperar los restos óseos de estas 26 víctimas, han terminado concluyendo que la fosa fue destruida en 1988 durante el transcurso de unas obras de acondicionamiento de la zona coordinadas por el Ayuntamiento.
La consellera Rosa Pérez Garijo indica que, al parecer, "en aquel momento, las máquinas que hacían las obras removieron la tierra que contenía los restos de los cuerpos, después fue trasladada a un zona próxima a un camino, la cual se asfaltó posteriormente". Este tipo de situaciones, tantas décadas después, no dejan de ser habituales en cualquier zona de España, aunque Pérez Garijo asegura que estudiará la posibilidad de encontrar alguna vía legal para "depurar responsabilidades". Por su parte, el director general de Calidad Democrática, Iñaki Pérez Rico, ha explicado que se han realizado hasta un total de ocho catas arqueológicas en el área estudiada, donde se ha comprobado que no estaban los restos de las víctimas y se ha confirmado este movimiento de la tierra, hace más de treinta años.
"En este caso, la reparación no podrá ser posible ya que los huesos no han podido ser recuperados, pero lucha sigue; hay que recuperar los testimonios para que no se olvide su sufrimiento, su lucha y tampoco sus vidas", afirma Carlos Gonga, el foto-documentalista de Valencia que ha decidido rodar un documental sobre estos hechos, junto a la periodista castellonense Isabel Ginés, para que la historia sirva como ejemplo y se traten de evitar estas situaciones, pero sobre todo para dejar grabado el testimonio de los familiares de las víctimas y hacer honor a su memoria.
Con esa intención han rodado ya otros proyectos. En la cinta La memoria no olvidada, grabada en 2019, entrevistan a diversos familiares de víctimas de la Guerra Civil o de la represión franquista; personas que han logrado encontrar a sus familiares, que estaban exhumando sus cuerpos o que ya les han podido dar sepultura. A principios de 2020 rodaron El esclavo del franquismo, donde relatan la historia del alcarreño Mariano Vicente, acusado de rebelión por ayudar al régimen de la Segunda República y condenado a trabajos forzados en el campo de penados de Belchite. En estos momentos se encuentran en plena fase de producción del documental sobre las víctimas de Monóvar, Sospirs de la terra, pero además están trabajando en un reportaje sobre las exhumaciones de otras víctimas enterradas en fosas comunes del cementerio civil de Castellón, en colaboración con Generalitat Valenciana.
"Las heridas no están cerradas, sino están abiertas desde entonces, y solo se cerrarán cuando tengan a sus familiares, a quienes perdieron por una depuración ideológica e injusta con cargos inventados y sentencias sin garantías; esos cuerpos pertenecen a sus familias", afirma Isabel Ginés. Aunque en el caso de Monóvar no podrán conseguir los cuerpos, los dos investigadores sí están recopilando el testimonio de sus familias, durante estos últimos tres meses, en un proyecto que está promovido por la edil Júlia Tortosa, responsable de la concejalía de Cultura en el municipio alicantino. "Ya que no se podrán obtener los restos óseos, al menos se dignificará a las víctimas con este trabajo documental con el que quedarán siempre en la memoria", comenta Ginés.
Una de esas personas a las que entrevistan es Paquita, que tiene 92 años y perdió a su padre cuando ella tenía once. Lleva mucho tiempo luchando por encontrarlo; toda una vida esperando este momento. Durante ese tiempo, iba a la fosa con su madre para estar con él. Su abuelo pertenecía a la CNT, era Pedro Íñiguez Valiente. Fue fusilado el 16 de noviembre de 1939 en Monóvar. Supieron de su asesinato al llevarle una cesta de comida. Le dijeron que se la llevara de vuelta porque él ya no estaba ahí. Más tarde supo que fue fusilado.
Otra de estas personas es Ángeles, de 95 años, a cuyo abuelo encarcelaron por una vendetta personal cuando este tenia 68 años. Murió de brutales palizas y una neumonía tras estar a la intemperie durante tres días y tres noches. María Rosa Domènech, familiar de Ángeles, cuenta las penurias que pasó su familia con las torturas y la vida de su abuelo en prisión.
Lourdes Pastor Verdú también tenía a dos familiares en la fosa común: su bisabuelo, el abuelo paterno de su madre, y el hermano de este. Son Sebastián y Juan Verdú Berenguer, respectivamente. Fueron movilizados como milicianos. Según consta en la denuncia del consejo de guerra, "el 23 de septiembre de 1936, por la noche", los movilizan y les indican que los llaman de Monóvar (ellos vivían en las Casas del Señor). Se les acusa de participar, junto a tres personas más, en el asesinato de Luis Marhuenda García, propietario de la fábrica de jabones de Monóvar. Los denunciaron el 10 de abril de 1939. Tras la denuncia, es de suponer que se produce la detención y que son encarcelados en la Plaza de Toros, usada a modo de campo de concentración. El consejo de guerra les declara culpables del cargo de "paseo" y se les condena a pena de muerte. Fueron ejecutados el 19 de octubre de 1939.
La conselleria de Transparencia y el Ayuntamiento de Monóvar han decidido instalar un memorial en el cementerio, en recuerdo de las víctimas. Un monolito en el que constarán los fusilamientos franquistas de los días 18 y 31 de octubre, 16 de noviembre y 5 de diciembre de 1939, acabando con la vida de Silvestre Corbí Payá, Antonio Leal Pérez, Luis Poveda Giménez, Francisco Martínez Marco, Juan Verdú Berenguer, Sebastián Verdú Berenguer, Antonio Llorca Poveda, Evaristo Maqueda Paya, Vicente Barberá Tordera, José Esteve Santa, Francisco Mateo Cerdá y Sixto Navarro Pérez, todos ellos de Monòver; Rafael Celestino Tafaya, Antonio Gómez López, Mariano Noguerón García, Juan García Torres, Pedro Iñiguez Valiente, Antonio Martínez Moya y Domingo Valentín Martínez de Elda; José Herrero Pastor, José López Guill, Andrés Tortosa Gil y Luis García Brotons, de Pinoso; Joaquín Albiñana Fuentes, procedente de Salinas; Alfredo Plá Peral, de Petrer; y Juan José Richarte Estaban, de Sax.