Las lágrimas son la sangre del alma

14/02/2022 - 

ALICANTE. "Es un chico que se merece todo. Un ejemplo por su constancia, trabajo e ilusión. Necesitaba hacer un gol y que no pasara nada después. Estamos muy contentos por él". En esos términos hablaba Sergio Mora de Javier 'Torito' Acuña este domingo, cuando se le preguntaba por el delantero tras el choque del Hércules con el Alzira, en el que fue uno de los goleadores blanquiazules.

Era el choque correspondiente a la jornada 21, pero Acuña anotó en él su segundo tanto de la temporada y el primero del presente curso en el estadio Rico Pérez, toda vez que en su segunda campaña de blanquiazul las lesiones tampoco le han respetado: el curso pasado solo participó en cuatro partidos (estuvo sobre el césped apenas 123 minutos) por culpa de una rotura de la fascia plantar del pie izquierdo, después una fractura del peroné de la pierna derecha y, finalmente, una grave lesión ligamentosa con afectación del peroné también en su pierna derecha. Y en el presente, con su participación ante el Alzira, disputó su octavo encuentro (el tercero como titular), elevando a 324 el número de minutos que ha estado sobre el verde en partido oficial, después de sufrir en noviembre una rotura del menisco interno de su rodilla izquierda.

Su problema con las lesiones no se circunscribe a su etapa de blanquiazul, pero sí es verdad que esta se ha asemejado a un calvario, habiendo parecido por momentos el futbolista un imán para los problemas físicos, llegando a estar en el aire no solo su continuidad en el equipo, también su carrera: en junio acabó contrato, pero el club blanquiazul no le ofreció la renovación hasta un mes después, una vez los médicos confirmaron que estaba perfectamente recuperado de su penúltima dolencia. Es más, en la primera mitad del partido ante el Alzira, en la jugada en la que fue objeto de una falta que le costó la roja al visitante Kaiser, todo el mundo se temió lo peor: que se hubiera roto otra vez. Afortunadamente, todo quedó en un susto.

Acuña ha anotado un total de cuatro tantos con la camiseta del Hércules: el de este domingo era el segundo como local y llegaba la friolera de 476 días después de marcar el primero. Probablemente por eso rompió a llorar en la celebración. 

En los tres encuentros precedentes en los que había visto puerta de blanquiazul tuvo que poner fin a los mismos antes de tiempo por lesión. Las lágrimas son la sangre del alma, decía San Agustín.

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