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nombres ilustres dentro de la sociedad alicantina

La masonería en la fiesta de Fogueres

7/11/2024 - 

ALICANTE. Si bien en un principio este artículo iba a ir sobre ciertos presidentes de las fiestas de hogueras que fueron masones, después de reposar el material y tras diversas entrevistas entre personas que pertenecen a algunas de las principales logias alicantinas, el texto se ha hecho más extenso y ambicioso. Es de esperar que no rompa el saco y sirva para conocer mejor este modo de estar en la vida. Hubo presidentes masones en la fiesta de Fogueres, en la primera década de su fundación, desde 1928. Se trataba de nombres ilustres dentro de la sociedad alicantina y de la masonería que, cuando surgió esta nueva fiesta, se involucraron en ella con entusiasmo y dedicación rápidamente. 

José Estruch Ripoll: médico odontólogo y presidente de las Hogueras en 1931. Ejercía la masonería en la logia Numancia. Fue represaliado tras la Guerra Civil, teniendo que huir a Francia y luego a Montevideo.

Ángel Pascual Devesa: presidente de la gestora de 1936 a 1939, fue médico pediatra de gran prestigio, decano del colegio de médicos, escritor, presidente del Ateneo literario e hijo predilecto de Alicante a título póstumo. A los pocos días de acabar la Guerra Civil, fue separado de sus cargos e ingresó en el Reformatorio para Adultos de Alicante, donde antes trabajaba. Allí coincidió, entre otros, con Miguel Hernández, a quien intentó ayudar en su enfermedad. Fue perseguido y suspendido de toda actividad profesional hasta su muerte, en 1950. Afortunadamente, su biografía y la pervivencia de su memoria se llevan a cabo de manera impecable por sus descendientes. Perteneció a la logia Constante Alona.

José Ferrandiz Torremocha, presidente en 1932, fue sospechoso de pertenecer a la fraternidad, aunque nunca pudo ser probado. Todo parece indicar que perteneció a la logia Constante Alona. Era periodista. Escribió en El luchador y en El Heraldo.

Un paréntesis en la dictadura

Todos ellos coincidían en su presencia activa en la sociedad local, su altruismo y su relación con la literatura. Justo en ese momento es cuando la sociedad alicantina estuvo en auge, con muchas y grandes personas dedicadas a la ciudad, surgiendo mejoras, diálogos, cambios culturales, etcétera, pero surgió entonces el conflicto bélico y, tras él, el Franquismo, borró de un plumazo la libertad de ejercer unos ideales o unas creencias diferentes, imponiendo el pensamiento único de la dictadura. De hecho, en 1939 se prohíbe toda actividad masónica con pena de prisión para sus miembros, incautación de sus bienes y suspensión de sus actividades profesionales.

No será hasta 1978, restaurada la democracia y con la Constitución Española aprobada cuando, en el Capítulo II, de Derechos y Libertades, y en su artículo 16, se garantiza “la libertad ideológica, religiosa y de culto”. Es entonces cuando resurge de nuevo la masonería en todo el Estado. Desde entonces, no se conoce públicamente ningún masón que esté vinculado al mundo de la fiesta de Fogueres. Sin embargo, sin ir más lejos, la ganadora de 2024 a la mejor hoguera de categoría Especial, tiene una clara influencia masónica en su geometría, lema y alusiones simbólicas. Pero, ¿qué es exactamente la masonería?

Una "escuela de ciudadanía"

Se definen como una “escuela de ciudadanía” y abogan por la fraternidad universal, con un carácter eminentemente altruista, para servir a los demás, y cuyo fin último sería el autoconocimiento y mejora personal, por una parte, y hacer algo positivo por la humanidad. Su terminología está muy relacionada con la construcción. Pudiera ser que, en un principio, surgiera entre constructores, canteros, albañiles, peritos o arquitectos y, de ahí, que definan ese 'algo superior', entre otros nombres, con el de Gran Arquitecto del Universo. Y es que la masonería es muy simbólica y sus rituales datan del inicio de su fundación.

Libertad, igualdad y fraternidad

Su lema es Libertad, igualdad y fraternidad. No pertenecen a ninguna religión, ni hay que creer necesariamente para pertenecer por lo que entre sus filas hay católicos, protestantes, agnósticos e incluso ateos. Es cierto que, dependiendo de la logia, son más espirituales o creyentes, pero para eso, hoy en día, hay diversos grupos dentro de la organización. Porque lo realmente importante aquí es el crecimiento y el autoconocimiento. Siendo personas mejores, se va forjando una mejor sociedad. Así lo describe V. M. Molinero, de la logia Constante Alona 105, quien explica sobre El Gran Arquitecto del Universo que “esa figura sirve para englobar cualquier cosa”, según afirma. “El creyente, lo identificará con una realidad superior y, el que no, puede identificarlo con las matemáticas. Viene a significar que hay un orden que subyace bajo la realidad, sea de origen divino o no. Es un paraguas bajo el que nos cobijamos todos: ateos, agnósticos o creyentes. Creemos en un Ordo ab chaos, un orden que emerge del caos y se puede llamar geometría, Dios, karma, etcétera”, describe.

“Somos energía”, destaca. De esta forma, pese a este más que generoso propósito, pocos conocen esos principios, quizás porque es una sociedad iniciática cuyo conocimiento, rituales y lo que sucede intramuros, en el templo, solo está destinado a quienes pertenecen a ella. “La masonería es esotérica, no ocultista”, prosigue Molinero. “Seguramente se relaciona con el ocultismo porque, cuando alguien no sabe qué se hace, se lo inventa. El esoterismo significa que las enseñanzas están ocultas a quien no domina el lenguaje, ni más, ni menos. Exotérico significa externo, esotérico, interno. Hay que iniciarse para descubrir las enseñanzas”, afirma. “Alona es el nombre de donde, según cuenta la leyenda, se extraía la piedra para la construcción del templo de Salomón. Curiosamente, esa ubicación se establece por Alicante y alrededores y, curiosamente también, aquí tenemos canteras. Nuestra orden bebe de las tradiciones de los antiguos canteros…”, explica.

Sobre los grados, afirma que “cada grado indica en qué punto del camino masónico estás; cada grado tiene unas enseñanzas, unos derechos y unos deberes. Se dice que hasta el tercer grado no se alcanza la plenitud de derechos y obligaciones”, recuerda. Así, en el primer grado se es aprendiz y uno se tiene que familiarizar con la masonería, su lenguaje, sus códigos y sus símbolos. En el segundo, se está a mitad de camino y se sabe más, se empieza a participar activamente en la logia y se gana autonomía. En el grado tres, ya se pueden ejercer cargos de responsabilidad. “La necesidad de aprender y de experimentar que ese aprendizaje le sirve a uno para ser una mejor versión de sí mismo; la necesidad de darle a la vida un sentido más profundo y de encontrarse con otras personas que buscan lo mismo es el verdadero sentido de ser masón”, concluye Molinero.

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