ALICANTE. En tiempos de confinamiento, y más en aquellos hogares donde hay menores, podría decirse que el juego y, por tanto, el juguete, es también un producto de primera necesidad. Sin embargo, la industria juguetera, fundamental para el empleo en la Foia de Castalla y que concentra en la montaña alicantina al 40% de las empresas del sector en España, ha sido golpeado como pocos por la pandemia y las medidas adoptadas para ponerle freno.
El cierre de los comercios minoristas donde se venden los juguetes, la limitación de movimientos y la incertidumbre sobre cuándo y de qué manera se producirá la recuperación ha desplomado las ventas y, en consecuencia, la fabricación en el municipio de Ibi y alrededores. El presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), José Antonio Pastor, señala que tras el periodo de confinamiento reforzado, la pasada semana volvieron al trabajo entre el 60 y el 70% de sus asociados, gracias a que "las exportaciones nos están dando algo de aire", pero en el caso del mercado nacional "nos hemos topado con la realidad".
Esa realidad se traduce en que aproximadamente cuatro de cada diez fabricantes han parado su actividad tras las primeras semanas, y que aquellos que siguen fabricando, esencialmente las piezas de componentes destinados a otra firma del sector, lo hacen a aproximadamente el 70% de su capacidad. "El resto de empresas ha bajado tanto su actividad que algunos ya empiezan a valorar si mantenerla; van a haber más ERTE de los que ya se han aprobado", vaticina Pastor. En este sentido, casi el 50% de los empresarios del juguete ha adoptado a estas alturas medidas para regular el empleo por la caída de la producción.
Tras la caída de la actividad, y antes del confinamiento total, algunos jugueteros estuvieron colaborando en la fabricación de material de protección, pero de forma altruista. Cuando han intentado rentabilizar económicamente la actividad y poder pagar con ello el material y los sueldos, la cosa no ha salido como esperaban. "Las fábricas que usan textil, como las de disfraces, se han ofrecido a seguir produciendo batas, pero no ha habido respuesta por parte de las autoridades", lamenta el empresario. "Ojalá otros encuentren el camino", aunque cambiar una cadena de producción para dejar de fabricar muñecos y hacer pantallas no es tan fácil, sobre todo para los pequeños.
Al margen de la actividad puramente productiva, aquellas empresas que han podido se han adaptado al máximo al teletrabajo, especialmente para tareas administrativas y comerciales. "Cuanto más grande es la empresa, lógicamente, más fácil es que pueda funcionar con este sistema". En cuanto a la labor comercial, Pastor destaca que las ventas al exterior, pese al cierre de muchos mercados, están ofreciendo algo de oxígeno a los fabricantes. "Curiosamente, estamos vendiendo a Estados Unidos o Australia, entre otros países que no han cerrado los comercios. Es un pequeño respiro porque el mercado nacional está muy parado".
En cuanto a España, la única forma de comprar un juguete estos días es pedirlo online a alguno de los distribuidores que mantienen este servicio, y que la AEFJ ha denominado 'Jugueterías de guardia'. Sin embargo, aunque este sistema puede servir para mantener algo de la facturación de los distribuidores, no supone apenas pedidos para las fábricas. "Salvo que se trate de un producto muy demandado, como puzzles o juegos de mesa, por ejemplo, las tiendas tiran de stock, por lo que no hay pedidos nuevos". Eso sí, admite que la venta online ha crecido respecto a la etapa pre-pandemia y que "está funcionando".
Pese a todo, la AEFJ y su Fundación Crecer Jugando han querido aportar su granito de arena al confinamiento, y han puesto en marcha en las redes sociales y sus canales digitales la iniciativa #Mequedoencasajugando. Se trata de propuestas que ofrecen tanto empresas como comercios para trasladar propuestas de juego a las familias encerradas en sus casas. "Hay propuestas para realizar tanto con juguetes como sin ellos", explica Pastor.