ELCHE. De las paredes de Elche a un Peugeot en Le Mans o diseños para una tirada de zapatillas de Nike en Japón. Es solo una pincelada de la trayectoria del ilicitano J. Demsky; Dems cuando coge el spray. El suyo es ahora un estilo de arte tan reconocible como singular, que no es sino una fase más dentro de una trayectoria de treinta años desde su inicio en el grafiti, presente aún hoy en numerosas paredes, muros o solares. No solo de Elche, sino del entorno y medio mundo. Detrás de estos alias está Javi (1979), quizá el más conocido de la época de los reconocidos Pornostars, una crew que nació en Elche y que en poco tiempo ganó un gran prestigio, también fuera del país. Con tantos años en activo a sus espaldas, no solo no ha perdido la inquietud, sino que tiene la necesidad de seguir creando constantemente, siempre buscando nuevos horizontes. De ahí surge Neofvtvro, su lugar de operaciones. Un estudio futurista en algún lugar del Camp d'Elx y que ha sido posible gracias a la colaboración con el despacho Arrel Arquitectura, que comparte también esa necesidad de buscar nuevas fórmulas para salirse de la zona de confort. A su vez, el propio continente supone una línea de trabajo para ambos: Hyperspacio, donde arte y arquitectura dialogan.
Se trata de un espacio en forma de 'U' cubierto de paneles de aluminio y composite, con un llamativo efecto espejo en toda la parte exterior, y que junto a un volumen geométrico que sobresale, llaman mucho la atención por su singularidad. Genera ese toque moderno, acorde a la obra de Demsky, y que genera reflejos hipnóticos según la luz del día, a veces mostrando cromatismos cuando recibe la luz directa del sol. Enterrado bajo un terraplén, de forma involuntaria recuerda a alguno de los búnkeres de Guernsey o al 'Arca de Noé' del Ártico, la Bóveda Global de Semillas de Svalbard. Por tanto, está bajo tierra el volumen entero, el taller. Lo acabaron hace dos años. "La idea era mimetizarnos un poco con la naturaleza", explica el arquitecto Francisco Pomares, de Arrel. La simbiosis entre su despacho y el artista han provocado este futurista espacio. Ambas partes se han metido en la piel del otro para desarrollar edificio. "Javi tenía bastante interés en trabajar con contenedor marítimo, y se utilizaron también de contención perimetral del talud artificial que después generamos para hacer el tapiz verde", explica el arquitecto.
Son varios containers modificados que por dentro dan funcionalidad al espacio, haciéndolo diáfano y flexible, según las necesidades. El contenedor superior es donde está la oficina de Demsky, y alrededor se ha ido reforzando el techo para integrar bien el volumen, y para prevenir del peso de la tierra o la humedad. "Generamos esa U, cerramos con un muro de hormigón hecho in situ, se tiraron las vigas y pilares para poner una cubierta con aislante y aluminio por arriba y abajo", explica Pomares, quien explica que a pesar del aspecto rompedor, es una intervención "bastante low cost". Además de ser el taller, también se han hecho charlas, reuniones, talleres, clases de yoga, fiestas... Un estudio de aspecto vanguardístico que está refugiado también de cara a posibles curiosos. "Desde fuera no se ve nada, porque está todo tapado, salvo el volumen de arriba", que es el que hace el efecto espejo, y que potencia mucho la vegetación. Eso sí, el solar estaba repleto de carrizo. "La primera idea era hacer un búnker y dejarlo a lo guarro, así, secreto. Yo hubiera tirado para adelante, pero luego la suciedad y eso...", añade Javi mientras mira atentamente el inmueble por fuera.
Demsky: "el arte que yo hago tiene muchos matices arquitectónicos. en el proceso me di cuenta que me nutría de alguna manera"
Cómo ambos han acabado trabajando conjuntamente ha sido algo fortuito. Francisco estaba finalizando una casa en Santa Pola, y ante la posibilidad de introducir una pieza de arte, le ponen en contacto con Javi, a quien interesa la arquitectura. De ahí se empezó a idear el proyecto, con buena sintonía con el estudio de arquitectura, aunque ya había habido intentos anteriores con otros profesionales. Con Arrel sí llegó esa conexión. "Él se deja llevar también por las sensaciones", explica el arquitecto. "Tanto Javi como yo, él más, está todo el tiempo ideando. No solo ideas, sino que pasa a la acción. Cada dos por tres le da vueltas a los proyectos, y acabamos abriendo una línea de arquitectura de su empresa dentro de nuestra oficina, que se llama Hyperspacio y que aúna arquitectura con arte". Lo que rompe moldes para ambos. No funcionan con el procedimiento habitual en el que el arquitecto diseña y ejecuta. "Vamos a ver cómo ambos somos capaces de diseñar desde 0 una arquitectura que rompa moldes en los que suele estar. Es lo que más nos interesa". Tienen intención de presentar un workshop en la universidad, para que se vea cómo los artistas podrían afrontar un proyecto arquitectónico, y a la inversa, cómo estos lo harían en algo más artístico.
Como explica Demsky, "el arte que yo hago tiene muchos matices arquitectónicos. Y cuando empezamos esta movida, en el proceso me di cuenta que me nutría de alguna manera". Entender el proceso arquitectónico le ha llevado a seguir explorando nuevos territorios. "Siempre estoy abierto a una nueva idea, desde mi ignorancia con la arquitectura, trato de entenderlo y abrir nuevos caminos. Hay que buscar el arriesgado". Para Pomares, también supone una motivación extra. "Siempre buscamos clientes que tengan una identidad para poder indagar y explorar cosas nuevas". Algo que reconoce difícil porque la mayoría de clientes "están cortados por el mismo patrón, al final reciben las mismas influencias, y el artista es el cliente más interesante que te puede llegar, porque ya de entrada entra con ganas de romper con todo y de hacer algo distinto". Un lenguaje al que no están acostumbrados, "y que quizá otros (arquitectos) no quieren afrontar". Ellos sí están por la labor de trabajar lenguajes que a veces no son propios de la arquitectura.
Han trabajado materiales que para ellos son nuevos, como los contenedores, de los que les ha gustado la versatilidad. "Por sorpresa funcionan muy bien", añade Demsky, "también el panel de composite, que pensábamos que íbamos a tener que estar limpiándolo constantemente y al final no. Desde mi punto de vista hemos llegado a sacar alguna fórmula para desarrollarla más con todo lo que hemos aprendido aquí". Por la parte arquitectónica, Pomares añade que han trabajado fácil, en un proceso bastante orgánico y natural. "(Javi) nos ha dejado enmendar, y luego la sorpresa, cuando tienes el revestimiento, es que por muchos renders que hagas, no te das cuenta de lo impactante que es el resultado".
FranciscO: "el del arte es un lenguaje al que no estamos acostumbrados, y que quizá otros (arquitectos) no quieren afrontar, y el resultado es impactante"
A ello ha ayudado que el artista también utilice las mismas herramientas, como Rhinoceros 3D. "Javi ya trabajaba en tres dimensiones, en volumen, mientras que otros particulares que van a hacerse una vivienda afrontan esto por primera vez. Necesitan el 3D para entender el espacio, aquí de palabra íbamos moldeando". Con todo, para ambos la parte natural también es importante, y cómo se ha integrado. Como pone de relieve Demsky," es la parte de la tierra la que le ha dado toda la forma, es una U y ya está. Hemos puesto esta parte para decorar pero es muy sencillo, solo hay que adecuarse a las necesidades". De sendos talentos surgen ahora propuestas, como construir casas modulares al estilo de Neofvtvro, para gente que quiera vivir en el campo.
Precisamente esa 'U' de Neofvtvro, a su vez primer resultado de esa línea simbiótica de Hyperspacio, no deja de tener paralelismos evidentes con la faceta más artística de Javi, tanto por el material y las formas, como por su comunicación con el paisaje o incluso las policromías tan presentes en sus obras, y que a menudo refleja su taller con la luz solar. Ya dentro de su oficina, rodeado de transformers, referencias de Mazinger Z, apuntes de proyectos o grandes álbumes de trabajos propios, reconoce que ahora está en un momento "un poco raro"; ha estado trabajando en varias cosas durante unos meses y las ha cancelado porque las cosas "a veces tienen que tomar su tiempo". Le gusta acabar lo que empieza y no embarcarse demasiado en proyectos a largo plazo. "Estoy en un momento tranquilo, normalmente voy acelerado con mil cosas", asevera, aunque hace unos días había estado en la India, como en tantos otros sitios, por la obra para un cliente. Ahora anda inmerso con otras en el estudio para una exposición en China, aún por cerrar, pero que "tiene pinta de ser bastante grande".
También revela que están dándole forma a otro proyecto con Paco (Pomares), más para el largo plazo, y de otro lado colaboraciones con otra gente y marcas, "que son los que llevan tiempo en anunciar". Son esas "que al final son el tipo que casi más odio porque son los que te condicionan bastante el trabajo y no sales nunca satisfecho del acabado", aclara. Cambios de colores, correcciones, a veces demasiada burocracia... los gajes de estar mano a mano con grandes marcas. Peugeot, Nike, Ballantine's, vestidos de Junya Watanabe con piel de Demsky que han acabado con modelaje de Paris Hilton, exponer en Tokyo, en el célebre cruce de Shibuya... Daños colaterales de las grandes plazas. Aunque a esta dimensión de su trabajo, la más impactante por la repercusión internacional, es a la que más hierro le quita. "He trabajado con esta marca o con la otra, la gente me dice, oye esto que has hecho con este [...] pero a mí... pues vale, sí". Ahora por ejemplo está meditando posibles acciones judiciales con una conocidísima marca por plagio. Pero en general, tampoco da mucho peso a estos encargos o iniciativas. Reconoce que ha disfrutado más por ejemplo de pequeñas exposiciones con conocidos en Mexico.
En cualquier caso, incide en que hace piezas de estudio como quiere y las vende o las hace para exposiciones. "Pero eso es 100% propio, las hago como quiero, siempre estoy en el proceso de creación". De hecho, si tiene ganas de diseñar un coche, "como el que hay ahí abajo, pues no voy a esperar a que me den una marca y nadie me lo pida, lo hago y ya está y ya veremos qué pasa". Y luego por otro lado están estos proyectos comerciales para marcas, eventos (por ejemplo, entre las llamativas por la difusión potencial, una proyección en el Ultra Music Festival de Miami que tampoco le acabó de dejar satisfecho), o similares. "Hay veces que a lo mejor hago un proyecto que me beneficia económicamente y me puedo permitir la libertad de estar unos meses haciendo algo que yo quiera hacer". Otras grandes actuaciones le han llenado más, por ejemplo la del metro de Brescia, "son las que más me gustan, aunque te paguen poco —no pagan mal— pero son muy fáciles, no te ponen impedimentos, va todo muy fluido y a corto plazo". En estas intervenciones tiene más barra libre. Sobre si esto también es por ese elemento de calle del grafiti, señala que el objeto en sí "me flipa, y pintar el hangar, más". Y bromea diciendo que como saben que no pagan mucho lo ponen fácil. "Pero yo trabajo bastante rápido, no me gusta hacer una cosa para el año que viene".
Reflexionando sobre estas situaciones, pone de manifiesto que por ejemplo hizo un proyecto por encargo "para esa venta de humo del metaverso", especifica, "y me sentí tan mal que necesitaba hacer algo bastante físico, ahí cobré bastante pasta por una tontería". Y señala directamente a esas piezas que estos días se puede ver en su Instagram —que acompaña con música de Aphex Twin, Kraftwerk o Plastikman, para adornar ese toque de sofisticación—, una pieza bajo el agua, un proyecto que está parado pero que quiere que sea permanente. "Hice inmersiones para meterlas y sacarlas", como se ve en algunos de los vídeos. Las que hace y pasea por espacios naturales son para documentarlas, cosa que en cualquier caso también hace con esta acuática. Es de un material también de panel de composite como el de la fachada, aunque ahora está planteando probarlo con acero inoxidable, aunque hay que ver cómo reacciona el prototipo.
"Nunca quise ser artista, no me puse ninguna meta, me ha llegado de forma natural, y estos proyectos también. El arte tiene que valer para que algo cambie"
Viendo sus obras, las que más las que menos, todas son llamativas por esos cromatismos, los materiales, la impronta grafitera, el toque espacial, el juego con la luz y las insinuaciones geométricas... "A veces da la sensación de que soy un niño jugando, que no tengo un trabajo muy maduro", explica riéndose, "pero puedo hacer cualquier cosa, esto, lo otro o grafiti. No me sabe mal decir que pinto grafiti aunque sea de niño". Y vuelve a la idea. "Pero sí, es que parezco un niño de diez años porque mezclo muchas movidas, pero al final me siento en mi sitio, creando y diseñando". Eso sí, si le piden que hace algo que no le gusta, lo declina, como pasó con un trabajo para una marca de tabaco que le propusieron el año pasado. Si hay cierto vértigo o se esperaba llegar donde está ahora con enseñas multinacionales, aunque sea lo que quizá menos le llena, solo le queda el "agradecimiento", apunta, "aunque todos los días tengas que tener esa lucha de quejarte de cómo son las cosas y me gustaría que fueran de otra manera". Una parte de su trabajo pero que nunca se aísla de ese elemento transformador que busca con el arte. "El agradecimiento siempre está ahí". Reconoce sentirse, en general, sorprendido. "Nunca quise ser artista, no me puse ninguna meta, me ha llegado de forma natural, y estos proyectos también. Hago esto por necesidad para mí, porque si no no sé qué hacer. He tenido suerte de que las cosas fluyan". De hecho, ahora son tres en el estudio, más un ingeniero y un representante; ya hay un equipo. Más lo que va tramando con Arrel Arquitectura.
Llegados a este punto, lo que más le ha motivado, siempre es "lo siguiente", dice rápidamente, aunque parándose a pensar señala su estudio. "Neofvtvro", responde claro y meridiano. Y sobre algo que le gustaría hacer, no acaba de decantarse por nada, quizá sabedor de que siempre llegan nuevos retos o formas, a veces las menos esperadas. Eso sí, de fondo, el arquitecto le susurra entre risas, "un 3D que llevamos", sin querer desvelar nada más. A nivel local no siente que tenga ninguna espinita clavada con la ciudad. Pero porque ya lo ha intentado muchas veces y no ha acabado de surgir. "Ya me hago la estrecha. "Joder, ha habido un montón de cosas, de intentos". Advierte que estos últimos meses ha tenido "choques de realidad" en Elche y que solo le queda una bala, "y me la voy a guardar". Pero volviendo atrás, tampoco quiere desmerecer el hacer algo en Elche. "Es lo primero que quieres hacer, algo por o en tu ciudad", y añade, "el proyecto que tenemos ahora es un esfuerzo ya para intentar cambiar las cosas", explica sin desarrollar más. Una cosa muy importante que asegura haber aprendido este último año es que el arte "está para hacer algo, no solo para colgar un cuadro y verlo o que te lucres. A mí no me gusta el mercado del arte. Yo necesito hacer cosas igual que me salen a mí, que le salen a otros. Que valga para algo, que estimule, que sirva para que algo cambie". Por eso intenta junto al arquitecto impulsar actuaciones que permitan cambiar el chip.
Con todo, por supuesto Javi no ha dejado el grafiti como Dems. De él se explaya acerca de su esencia y sus inicios. Es su vida. No ha dejado de practicarlo, pero le gusta separarlo de su parte artística como Demsky —tienen por ejemplo IG separados, el artístico mucho más seguido—. Cada vertiente tiene sus códigos. "Si no no tiene sentido ninguna cosa, son lecturas muy distintas, aunque hay veces que se contaminan". Una raíz que estará siempre ahí, en forma de trazo, y sin preguntarle él mismo aborda algunas de las cuestiones habituales cuando se habla del grafiti. "Es un término agresivo para la gente. Muchos dicen yo quiero ver algo bonito, pero para mí el arte no es algo bonito, o no tiene por qué serlo. Son estímulos que te pueden dar percepciones distintas, pero yo no me voy a que te dé una sensación concreta". Y continúa, disertando, considera que es difícil hablar del grafiti, "hay que estar ahí para entenderlo: sí, se pinta con un spray y para adelante, pero no es solo eso". A pesar de que han ido surgiendo términos como los grafiti-murales, el street art, etc. "El artista dice, no yo es que no me quiero etiquetar. Mira, yo hasta hace poco repudiaba la palabra arte y todo lo que sonaba a arte. Me ha costado entenderlo. Ahora estoy asimilándolo porque al final te haces preguntas. Pero cuando estás trabajándolo… A mí el grafiti es lo mejor que me ha pasado para entenderlo". No podría haber entendido el arte de otra manera. "Al final el primer estímulo que te viene con arte es algo super comercial, sale en la tele, está vendido… está todo super condicionado". Eso es de lo que huye.
Durante la covid se encerró para pasar a físico todo su archivo digital, el que señala sobre la mesa, con varios álbumes de considerable grosor. Tamaño bíblico. "Son muchos años de experiencia, necesitaba entender por qué pasó esto de aquí o de allá, casi un trabajo antropológico en el que después de tantos y tantos años de pintar salen las respuestas". Respuestas a preguntas porque "no sabía ni por qué hacía esto", aunque él mismo llega a la conclusión de la necesidad de expresarse, "y lo vivo como algo bastante natural. Hay gente que tenemos que expresar ciertas cosas". Esa es precisamente la percepción o ideas del profesor Juan Llorens, quien hizo una tesis sobre el grafiti en Elche en los 90, y que habla de esos sentimientos primarios o no, que necesitan manifestarse desde temprana edad. A colación de esto, el propio Dems introduce un vídeo del Ayuntamiento que se hizo viral del alcalde por lo "inaceptable" de los grafitis en muros de la ciudad. Aquí se pone más tajante, y manifiesta que "lo que es inaceptable es que los niños de 12-14 niños no tengan nada que hacer". Y continúa: "¿Que es una barbaridad? Es una barbaridad, pero están buscando expresarse, hacer algo. ¿Dónde los quieres por ahí sentados con el móvil?". Considera que el delito es que no tengan nada que hacer.
Sus primeras pintadas fueron en 1992 por la zona del vídeo. Lo que recuerda con cariño, "porque no se te veía, necesitabas hacer algo. Ahora tenemos una exposición en Valladolid, y se llama ‘Los Raros’. Al final los raros hemos acabado haciendo cosas raras". Es lo que esta semana, el día de esta entrevista, andaban empaquetando en el estudio. "Al final es un sentimiento de querer crear algo, el grafiti lo pone muy fácil". Cuando tenía 10-11 años le llamaba la atención Mazinger Z —a lo que evoca, junto a los transformers, algunas de las piezas que tiene ahora en el taller—, los cómics, Marvel, Star Wars... "yo quería algo así. Crear. Es mi configuración". Y empieza a gesticular, dando énfasis a esa necesidad innata de seguir en el proceso: "Me levanto a las 5 de la mañana y mi cabeza empieza boom, boom, boom, tengo que crear algo. Y el grafiti me lo ponía muy fácil: haz lo que quieras". Lo veía como una manera divertida de crear, con aventura, ese sentimiento de pertenencia a una comunidad "de gente como un poco escondida… y al final acabar haciendo arte es porque es un camino". La que podría ser una de sus particulares tesis: "El grafiti es un vehículo que te lleva a muchos sitios. Mucha gente ha acabado por ejemplo en el tatuaje, a mí no me va pero te da una oportunidad para vivir de ello y seguir, porque del grafiti en sí nadie vive. No se puede". O el diseño, otro paso relativamente natural.
El grafiti es un vehículo que te lleva a muchos sitios. te da una oportunidad para vivir de ello y seguir, porque del grafiti en sí nadie vive. No se puede
"Puedes hacer cosas relativas. Si tú pintas grafiti y lo imprimes en un libro, no estás viviendo del grafiti, sino de hacer libros. Hay gente que se dedica, que yo lo hice —me he dedicado a muchas cosas—, a pintar persianas en Elche, pero no es grafiti. Yo tengo habilidad y te puedo pintar la persiana en dos horas y cobrar un dinero que a mí me vale para poder llevar el estilo de vida que llevo". Para él también ha sido una evolución natural el arte que hace ahora. "Lo que hago hoy viene muy de finales de los 90, cuando llega internet hay un cambio, bueno y malo. Malo en el sentido de que las cosas dejan de ser muy originales; dejas de tener herramientas limitadas a tenerlo todo, y todo es mucho más fácil hacerlo". En esa época empieza(n) a viajar mucho por Europa y todo el mundo. A sobrevivir un poco. "Falsificábamos interraíles, hacíamos reventas… Y luego yendo a muchos festivales de estos decían, ya que estás aquí, píntame un cuadro, y alguno decía, bueno, ya que estás aquí píntame un cuadro y como estáis todos, hacemos una expo". Y así, poco a poco, se fue abriendo este campo. "Y al final más o menos en 2003 salió un libro de grafiti, Global Discipline, de un tío de Alemania que era lo más pro en el momento, con la gente que estaba vinculada más o menos con el arte, y ahí es donde salió la primera vez Banksy" —del que después fuera de la conversación dice que aquello de Massive Attack es fake—. "Que a mí me pareció un poco feo, mi reacción fue esto qué es", dice relativo al fenómeno internacional. "Pero ahí nació Banksy. Y a partir de ahí pues algunas galerías empezaron a interesarse por el grafiti, y un día me vi haciendo cuadros".
No es el único de su generación ni de aquella hornada ilicitana de los Pornostars. Muchos siguen con el spray, otros también compaginan con el muralismo, como Rosh333, con estudio en Madrid. Todos eran de Pornostars. Algo que empezó 1999 en un viaje a Barcelona del propio Dems y se acabó en 2010 aproximadamente. "Yo empecé a viajar a partir de 1997, a hacer contratos en toda España. Antes no había internet y todo era correo postal. De hecho la obra que acabo de hacer habla de esto, la persona que está curando esa exposición se carteaba conmigo en los 90". Se enviaban ediciones de Barcelona, otro a Sevilla, y así se fue sumando gente. "Se fue juntando energía de toda esa gente de todo el país, al final era tan fuerte que todo el mundo quería estar ahí. Hicimos un grupo potente... y alguna cosa potente". Reconoce que se daban a conocer también porque "nos desmadrábamos un poco, estábamos en esa edad y queríamos llamar la atención un poco. Y cuando no tenía sentido pues ya lo dejamos. Y el nombre, pues un poco feo, vaya nombre de adolescentes (risas)".
AHORA ME HE VUELTO LOCO, VOY A HACER UN LIBRO DE LA HISTORIA DEL GRAFITI DE ELCHE. ME PREGUNTAN MUCHO FUERA, EN EUROPA, POR QUÉ SE PINTA TAN BIEN EL GRAFITI EN ELCHE
Aquello acabó, pero la mayoría sigue pintando. Él también. "Pinto como siempre, cada vez más, de hecho ayer pinté, mañana pinto…". Aunque tiene nuevos proyectos para rememorar toda esa época de actuaciones urbanas. "Ahora me he vuelto loco, voy a hacer un libro de la historia del grafiti de Elche. Llevo un año con uno mío, ¡aunque aún no he hecho nada!", dice entre risas, y vuelve a lo que comentaba anteriormente, a esas preguntas que se ha ido haciendo y necesita responder. En búsqueda de su esencia. "Necesito saber por qué estoy aquí, igual que otros colegas. Me preguntan mucho fuera de España, en Europa, por qué se pinta tan bien el grafiti. Por qué en Elche. No sé la respuesta, porque tampoco se hacen esas preguntas". Lo que sí sabe es la gran colección que está haciendo. Está recopilando testimonios de los pioneros, de la primera gente que empezó a grafitear en la ciudad, y a la vez no deja de ser otra vuelta de tuerca para Dems, esa búsqueda de la esencia, de entender el porqué de todo. "Ayer quedé con uno de los más antiguos y me comentaron cosas que alucinaba, que estimulan un montón, para entender lo que hacemos; por qué un tío en el 99 en vez de hacer la flecha hacia un lado la hacía para otro o de otra forma, y que es la que hacemos nosotros ahora".
Un lenguaje que persiste y del que está buceando en sus orígenes. "Esta gente que pintaba antes lo hacía de una forma super distinta y en lugares donde ya no se pinta, en la ciudad y demás". Hace unos días uno de esos veteranos le ha dado una bolsa repleta de fotos de grafitis de aquellos años, incluido de cómo se hizo el histórico que había en la medianera del Raval —a la izquierda, ya tapado hace años—, mitad hecho por gente del grafiti, la otra mitad por los punkys. También foto del bar el Bidet de Carrús de los 90, grafitis en Los Curros de Santa Pola... Una pequeña cantidad de joyas para Dems, que además obtiene un tesoro inesperado. El primer grafiti que vio en su vida y que le dejó impactado. Uno que vio con su padre en Santa Pola en 1991, casi de casualidad, por la zona del Calvario. "Me quedé en shock. Y ahora está aquí y eso me revienta la cabeza". Reconoce incluso que ha soñado con ello, intentando recordar cómo era. Treinta y pico años después, está en esa bolsa "llena de polvo y mierda, de fotos arrancadas para hacerse pitis... (risas)".
Imágenes que son testigo de una época y de mentes inquietas como la suya. Sus obras las tiene todas, desde 1992 a 2020, explica señalando sus tomos, "me falta la cuarta pieza, la quinta (señala la pieza) y en 2006… un tren que casi nos pillan". Aunque de Elche no tiene tanto. "Yo tenía 12 años y no tenía cámara hasta los 17. Pedía los negativos, realmente no sé cómo he conseguido algunas. Voy muy loco por descampados buscando grafitis", dice con entusiasmo, aludiendo a lo que pensarán cuando alguien le vea intentando esquivar vallas y asomándose a descampados. Le gusta recordar esa parte furtiva de entonces. Hay cosas que siempre permanecen. Como los grafitis, aunque solo a veces.