CASTELLÓ. El historiador, Francisco J. Leira publica su segundo libro titulado Los Nadie de la Guerra de España (Akal). Un ensayo donde el autor le da voz, a través de una minuciosa investigación y entrevistas con familiares, a ocho personas que sufrieron diferentes sucesos entre 1931 y 1960.
-He leído que mientras realizabas tu tesis doctoral decides ampliarla y escribir Los Nadies de la Guerra de España, ¿qué te atrajo para contar esta historia?
-Varios motivos, principalmente porque a causa de las entrevistas orales a excombatientes o a víctimas de la represión, me encontré con historias fascinantes, todas ellas excesivamente tristes y que debía figurar en algún lado.
Como es obvio, la mirada de la historia desde la periferia, en todos los sentidos, provocó que me preocupase por esas vivencias que, como dijo Galeano, como mucho “tienen unas líneas en la crónica local, pero que no salen en los libros”. Esta mira periférica, lo es desde ver la historia desde los márgenes hasta tratar de una explicación de aquellos años sin centrarse excesivamente en el caso madrileño o catalán. Parece que la crispación política que pudo haber en el Parlamento, así como la violencia política, fue algo extendido. Para empezar, no fue algo generalizado, sí que tuvo su importancia en Madrid, pero no en el resto del Estado. Además, como demostraron González Calleja o Rafael Cruz, no fue nada distinto de lo que aconteció en una Europa en la que el liberalismo estaba en crisis.
Por lo tanto, gallegos, valencianos, asturianos o andaluces claro que conocían la realidad sociopolítica del momento. Uno de los capítulos está dedicado a la primera mujer alcaldesa de Galicia elegida en democracia. No lo fue de una ciudad, sino de un pequeño pueblo pontevedrés, llamado A Cañiza. María Gómez, como se llamaba, era una mujer de Izquierda Republicana que tenía un talante dialogante con todas las formas de pensamiento y que, tristemente, fue atacada por todos, desde sectores a la izquierda como de la derecha. Pasó seis años en la cárcel, solo por ser alcaldesa, varios de ellos en Saturrarán en el País Vasco.
Como no puede ser de otra forma, debo señalar que es una vía de trabajo historiográfico cada vez más popular y en este sentido, debo (intelectualmente) mucho a mis directores de tesis (Lourenzo Fernández Prieto y Aurora Artiaga), en especial a Andrés Domínguez Almansa (que realizó más de 400 entrevista en el seno del Proyecto Nomes e Voces) y que hablaba con una sensibilidad especial sobre estas “historia” que aún no estaban en los libros de “Historia” (con mayúscula). También, a Antonio Cazorla, el mejor historiador social de la Guerra Civil y el franquismo. Como no, la lectura de Carlo Ginzbourg y su microhistoria, fue un punto clave, así como los libro de los (valencianos), Justo Serna o Anaclet Pons.
-Con toda la cantidad de información que recopilaste en tu tesis, ¿fue difícil elegir las historias que formarían parte del libro?
-Por supuesto. Hay muchas historias que tuve que dejarme en el tintero y que espero volver a tratar en un futuro libro. Si la editorial Akal quisiese me encantaría hacer una segunda parte, o un Los Nadies de la posguerra.
Hay que darse cuenta que fueron muchas generaciones las que sufrieron la guerra civil y la posguerra. El silencio, que nunca el olvido, que se impuso tras la Victoria militar de Franco y la imposición de la dictadura, provocó que muchas historias cayesen, por el paso del tiempo en un baúl de recuerdos dolorosos para una sociedad que había sufrido mucho. Por lo tanto, abrir ese baúl y decidir que historias recoger fue lo más complicado.
En este sentido, quise que cada capítulo explicase un aspecto de la guerra, a través de las vivencias de la persona. En ocasiones, nos remontábamos al siglo XIX y terminaban en la actualidad. Esa intención de tratar de explicar algo a través del personaje principal, fue lo que provocó elegir a algunos/as y no otros/as. En cualquier caso, quiero dejar claro de que no es un Manual de la Guerra Civil. Ni tampoco, una novela. Es un libro que debe servir, solamente y nada menos que, para comprender la complejidad de aquel periodo, de hacer pensar al lector y que saque sus propias conclusiones.
Eso sí, para elegir los casos, quise que la vertiente de género fuese muy importante, que Madrid no fuese el centro de la narración, sino ir a la periferia, como gallegos, catalanes, andaluces, valencianos, etc.
-Además de ensayista e historiador, eres el fundador de la web memoriaehistoria.com para recopilar información histórica, ¿cómo decides fundar la web? ¿te ha servido para lograr información y material documental para tu libro?
-La web es muy diversa y la empleo como divulgación de mis investigaciones. Creo que la historia es un bien público, por lo que realizo ese papel, de mostrar aspectos de la historia de manera más simple que en los libros que he escrito. Además, tiene un podcast en el que participaron excelentes historiadores e historiadoras, en el que se trata el tema de una forma más sencilla. Eso, para mí, es hacer Historia Pública (tal y como defienden Antonio Cazorla, Adrian Schubert o Alison de Menezes), poner mi trabajo para el debate social.
Asimismo, gracias a uno de los apartados conseguía información y documentación para poder escribir el libro. En algunos casos, las historias no daban para escribir un capítulo o no había documentación, pero para las familias era necesario contar esa historia. Además, a través de esa web ayudo a familiares a encontrar documentación de personas que fallecieron durante aquellos años. Creo que es mi granito de arena para que se conozca ese periodo.
-El poema Los Nadie de Eduardo Galeano sirve como parte del título de tu ensayo, ¿Por qué escoges este poema?
-Fue una de las decisiones que tomamos Alejandro Rodríguez (editor del grupo Akal) y con quien trabajé el libro codo con codo, y yo. Para ambos, el poema representa a las figuras que están en el libro, pero también a todas aquellas que no están pero que con el libro quiero que se sientan representadas. El título de la introducción es el último verso del poema y dice así: “Los nadies que valen menos que la bala que los mata”. Creo que, por ello, porque, como Galeano al denunciar esa marginación de la mayoría de nosotros/as, reivindico que se les preste más atención.
-Uno de los personajes de tu libro es Ramón, un chico de Castelló movilizado por la República, ¿cómo llegaste a esta historia?
-Pues a través de la web. Me contactaron, me comentaron que hace años encontraron unos textos y que si los quería. No me pude negar. Lo mismo me sucedió con un fraile franciscano que su Orden Religiosa, me cedió sus memorias. Todos estos casos fueron lo más bonito del libro.
Del mismo modo, la prensa cumplió un papel fundamental.
-Una de las historias más interesantes es la de Antonia Portero, una miliciana de la que apenas encontraste información, y la que hallaste estaba repetida ¿cómo fue reconstruir su vida sin apenas información?
-En este ejemplo, la prensa cumplió un papel fundamental. Curiosamente la historia de esta miliciana, delegada política y finalmente comisaria política, aparece en la prensa un año más tarde de que falleciese en combate. Según los registros del Archivo Municipal de Madrid, existió una Antonia Portero Soriano, pero no sabemos más de su vida salvo esa referencia en prensa. Hasta en un libro escrito por un comisario político de la república la cita, pero no la mete en el listado de comisario políticos. Enrique Líster en sus memorias habla de ella, pero casi repite lo que dice la prensa de guerra.
Independientemente, de que existiese o no, representa una realidad: el papel de la mujer como milicianas en la guerra civil. Eso es lo importante. De ahí, que esta historia, y en general todas las del libro sirvan para reflexionar sobre las limitaciones y potencialidades de las Ciencias Humanas. No quise ser tan ambicioso y hacer un tratado sobre eso, sino que el lector/a elabore sus conclusiones.
El libro es ahora del lector/a, es él/ella el soberano del mismo, quien le da valor o no.