ALICANTE. Es el momento. Son 600.000 euros. Infinitamente menos dinero que el que en su día algunos dijeron que su socio o inversor estaba dispuesto a desembolsar en el club blanquiazul.
El Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) convocó ayer la subasta en la que estará en juego el control del Hércules. Es importante puntualizar que el ganador, de haberlo, no se convertirá en el propietario: no tendrá la mayoría accionarial; el adjudicatario tendrá la posibilidad de convertirse en dueño si ejecuta el embargo que pesa sobre las acciones titularidad de una Fundación que no lo pondría nada fácil. Pero no creo que lo anterior, el que uno no se convierta en propietario de manera automática del club, sea la razón que desanime a esos inversores de la Gran Bretaña, Asia... Esos con los que plataformas de las que hoy nada se sabe pero también el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri (tan crítico antes), aseguraban estar muy en contacto.
Nunca antes ha estado tan fácil tener la posibilidad de convertirse en dueño del Hércules. Y es ahora o nunca... Si Ortiz (y Ramírez) resultan adjudicatarios de la subasta, serán los dueños (ellos sí, gracias a su sintonía con la Fundación) de una ruina vestida de equipo de fútbol pero propietarios y además con su dinero, no con el nuestro como hasta ahora, por lo que pocos argumentos quedarán para exigir su marcha.
El IVF no va a intervenir. Antes había un claro trasfondo político en la decisión de no tomar cartas en el asunto pero ahora... La convocatoria de la subasta, igual que ocurriera en Elche, es el ejemplo más claro de que el actual Consell no quiere saber nada de los clubes de fútbol, en este caso del Hércules (postura que los electores podrán premiar o castigar en las próximas elecciones). El único objetivo es desinvertir, cuanto antes y tratando de recuperar la mayor parte del dinero (algo que en el caso del club blanquiazul se producirá por la vía de la venta del estadio José Rico Pérez).
Por cierto, meses atrás, el que escribe tuvo la posibilidad de hablar con dos supuestos grupos de inversores, ambos vinculados de una u otra manera a Alicante. En los dos casos, en el momento en que se confirmó que el estadio José Rico Pérez no se iba a subastar, los inversores perdieron súbitamente su interés en el Hércules. Eso no hace mejores a los que están, no quiere decir que Ortiz y Ramírez tengan un interés menos crematístico..., pero no olvidemos que aquí se nos ha pedido el apoyo incondicional para proyectos que supuestamente iban respaldados por inversores que venían prácticamente a gastar sin medida y, lo más importante, a fondo perdido.