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antonio zardoya / OPINIÓN

El 'Grup d´Elx', un paseo por la memoria

7/08/2022 - 

No cabía ni un alfiler en la inauguración sobre el Grup d´Elx este pasado viernes en la sala de la Fundación CAM de Elche, una amplia retrospectiva sobre Albert Agulló, Toni Coll, Sixto Marco y Joan Castejón (el único que sobrevive). La muestra se estrenó previamente en  La Llotja de Sant Jordi de Alcoy, hace meses, bajo el comisariado de José Luis Antequera quien resume muy bien  en el prólogo del catálogo cómo y por qué se juntaron los cuatros artistas, 1966, en un contexto político axfisiante, la transición al tardo-franquismo, y en un clima que él estima de alienación social y culto al consumismo derivado de un  capitalismo castrante; grosso modo. Tiempos guerreros en los que solo las minorías (artistas plásticos sobre todo) practicaban la protesta. La dictadura toleraba e incluso fomentaba el arte de vanguardia siempre que nadie se pasara de la raya y en un intento de suavizar la imagen del Régimen de puertas afuera. Aún así se muestra una pieza exquisita de Toni Coll, de 1972, titulada El Dit-tador.

Llenazo en esta inauguración, presidida por el alcalde Carlos González, que se suma al ambiente jovial que se respira ya en Elche por sus festejos mayores que no son otras que las representaciones del Misteri, con los ensayos del 11, 12, y 13 de agosto, y la representación de la Festa propiamente dicha, 14 y 15 de agosto.  Hubo muchas presencias, Paco Borja, empresario y presidente de la Junta Rectora del Misteri, artistas de diversas hornadas, público maduro que trató mucho a Sixto, también a Agulló (mucho más hermético),  y también algunas ausencias: especialmente la de Juan Llorens, que se encontraba malito. Llorens, Andreu Castillejos y algunos más son ahijados del Grup d´Elx. También ausencia sonora de artistas jóvenes y experimentales a los que supongo en otras preocupaciones. Lo mismo van un día de estos, sin tanto agobio, y me estoy columpiando.  

También hubo alguna ausencia más como la de no vincular a Pola Lledó en la gestación del Grup. Una mujer bandera, muy avanzada para su época, y con una obra de una calidad y textura equiparable a la de cualquiera del cuarteto. La artista María Dolores Mulá la tiene muy investigada. Pola sufrió el sexismo de una época en la que la revolución estética, y la política, era solo cosa de hombres, como el Soberano.

Joan Castejón. Foto ESTRELLA JOVER

Por eso, y por muchos motivos más, la exposición es todo un viaje por la memoria. 1966: Elche todavía era un pueblo zapatero que recibía semana tras semana pequeños aluviones de inmigrantes en la búsqueda de El Dorado, huyendo de provincias  más desfavorecidas. Elche se hizo ciudad en 1975 cuando alcanzó los 150.000 habitantes. Predicar vanguardia en ese contexto aculturizado tuvo que ser duro. Ni les cuento ya lo de predicar por la libertad y contra la dictadura (Castejón sufrió cárcel por ello). Por eso, lo del Grup fue una gesta, auspiciada por Ernesto Contreras (también Román de la Calle) que es quien en buena medida insufló teoría para conectar al cuarteto con lo que se estaba haciendo en el resto de España: Tapiès, El Paso, Equipo Crónica....Todo con una premisa teórica sorpresiva, aunque luego se diluyera: El artista cobra por el material empleado y por sus horas de trabajo (como los cortadores o las aparadoras del calzado que trabajaban a destajo en sus domicilios). Un contradiscurso en toda regla a lo que representaba el artista oficial del Régimen, Salvador Dalí, Ávida Dollars en despectiva alusión  de André Breton.

La segunda gesta del cuarteto fue la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Elche en la plaza del Raval. Sixto lo negociaba de forma incesante con el entonces alcalde franquista Vicente Quiles, aunque finalmente se abrió en la Restauración Democrática, 1980,  con Ramón Pastor de alcalde. El Museo: ahora muerto de risa, cerrado dos años, por no sé qué problemas burocráticos de permisos sobre el aire acondicionado: me consta que la concejala de Cultura, Marga Antón, sufre por ello; David contra Goliat.

Desde que llegué a Elche, mediados de los 80, como becario de periodista en el semanario Baix Vinalopó de Juan Garrigós, traté mucho a Sixto y lo entrevisté cien veces. En mi particular paseo por la memoria debo de hacer un ejercicio de reconciliación porque al fin y al cabo acercó el arte contemporáneo a las clases medias (también a las altas) que son las que le compraban su obra. Pontificaba con vehemencia  sobre el cosmos, sobre la luz en Rubens, sobre los vericuetos de lo finito y de lo infinito, y siempre soltaba perlas cultivadas. “San Juan [en referencia al Misteri] era maricón”. Ya lo he escrito alguna vez. Lo decía porque él, paradigma de la hetero/masculinidad,  representó durante años el papel del apóstol filósofo en La Festa. Lolita Puntes siempre decía que “yo no me enamoré de Sixto, me enamoré del San Juan”. Lolita, genia y figura.

Es igual. Aún siendo autodidacta, tuvo destellos de genialidad. Los artistas jóvenes de mediados de los 80, Manolo Macià (querido y recordado), Eutiquio y algunos más, no lo soportaban demasiado: apodaron el Museo de Arte Contemporáneo como La Capilla Sixtina. A toro pasado no sé si fueron justos o injustos. Sixto, un popper controvertido, un océano de memorias.

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