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El Principito del PP se va

12/09/2021 - 

Esta semana, se han consumado dos salidas en el grupo popular de la Diputación de Alicante. Adrián Ballester Espinosa deja sus cargos públicos; Juan Francisco Pérez Llorca pasa a ser portavoz del PP en la FVMP. Ambos se marchan por motivos diferentes: Ballester acaba de aprobar las oposiciones de profesor de Secundaria y por tanto, tienes nuevas obligaciones, que podría compatibilizar con su cargo público, pero que no ha querido porque, además, va a ser padre por tercera vez. Pérez Llorca deja sus responsabilidad en la Diputación porque se mete de lleno en la política autonómica como coordinador general del PPCV que es. El alcalde de Finestrat se pone manos a la obra para trabajar para que Mazón consiga su objetivo de llegar a la Presidència de la Generalitat en 2023 (o antes, si es que se adelantan las elecciones autonómicas) y para ello, debe operar tanto en lo institucional, en este caso, desde la FVMP, pero sobre todo, en lo orgánico. Como dijo Teodoro García-Egea en el congreso regional del PPCV, "Sin partido, no hay gobierno". Y a la maquinaria del PP aún le falta. No es que el resto del partidos vayan sobrados, pues la pandemia ha disminuido, y mucho, la actividad interna, pero en el caso del PP todavía le falta, posiblemente, porque el ascenso de Mazón ha precipitado plazos de labores que tenían que hacerse, y que quedaron pendientes. Vicente Mompó lleva un año en la organización provincial del PP en la provincia de València, pero Toni Pérez, en Alicante, y Marta Barrachina, en Castellón, están recién llegados. Por tanto, quedan cosas por hacer.

En el caso de Adrián Ballester, su marcha tiene motivos justificados, pero también es verdad que podría haber compatibilizado sus cargos públicos con la docencia, como hizo en ocasiones anteriores, pero esta vez ha pesado la nueva situación laboral y, sobre todo, la familiar. Pero insisto, podría haber continuado. ¿Por qué es significativa la marcha de Ballester? La pregunta es pertinente pues Ballester no está considerado ni si siquiera un pequeño barón dentro del PP de Alicante ni ha sido alcalde de su municipio ni nada por estilo. Ballester representa la trayectoria de la nueva generación que ha ejercido de hilo conductor del PP en los últimos 10 años: desde la caída de Camps hasta la llegada de Mazón, y posiblemente sea uno de los cargos, junto a otros muchos, pero desde una posición más modesta y en un segundo plano,  más ha hecho por el partido en los años de plomo de la organización, con los casos de corrupción azotando y las fugas a Ciudadanos a flor de piel.

A Ballester siempre se le ha vinculado con el ala democratacristiana del PPCV. Fue director general del IVAJ con Camps, fue diputado provincial con Luisa Pastor  en aquella operación en la que se apartó a Ripoll de la presidencia de la Diputación; con Císcar, tuvo más protagonismo en su labor como coordinador del partido en la Vega Baja, momentos en los que el partido lo pasó mal con la pérdida de la Alcaldía de Torrevieja y la posterior recuperación de Orihuela -que se perdió entre 2011 y 2015-; en 2018, le hizo (junto a Pablo Ruz) la campaña a Pablo Casado en la provincia de Alicante, y en 2019 fue el hombre que pilotó el aterrizaje de Carlos Mazón en su vuelta a la política. Recuerdo especialmente las elecciones de abril de 2019, en los que Ballester fue el representante legal del PP ante la Junta Electoral y por tanto el hombre de Génova a la hora de presentar las listas. Más tarde, en las elecciones locales de junio, le tuvo que salvar la cara al hoy alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana, ante la dirección nacional, pues otros querían su cabeza con el patrocinio de un determinado medio de comunicación. No conviene olvidarlo.

El político de Redován es un apasionado de esto (y de lo suyo, las telecomunicaciones). No lo voy a descubrir ahora. Los suyos lo conocen mejor yo. Pese a tener centenares de amigos en el partido, en Valencia, Castellón, Murcia, Madrid y Bruselas, nunca ha olvidado su comarca la Vega Baja, a la que ha defendido y por la que ha trabajado mucho sin la verborrea ni la estridencia que otros. A veces por gritar más no se tiene más razón. De ese trabajo por la Vega Baja recuerdo una etapa en las que Ballester hizo un trabajo impagable para su partido, (y para su otro pueblo, Bigastro); la ayuda que le prestó a la alcaldesa de ese municipio, Rosario Bañuls, cuando cogió un ayuntamiento al que le cortaban la luz o no podía pagar las nóminas. Es sólo un ejemplo.

Pues después de todo eso, Adrián Ballester se va, incluso en la antesala de una etapa en la que el PP puede recuperar parte del poder perdido en 2015. Y se va después de ser el primero que se posicionó a favor de Pablo Casado (junto a Ruz y Alejandro Morant) en julio de 2017. Pues eso, después de todo esto, el Principito del PP se va, sin nada más de lo que tuvo.

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