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Orihuela, en otro contexto

11/04/2021 - 

Aunque la pandemia, las vacunas, la cuarta ola y la polarización de la precampaña electoral de Madrid siguen centrando parte del foco mediático, desde hace 10 días, el PP tiene un problema en Orihuela con la citación judicial de su alcalde, Emilio Bascuñana. Un problema relativo, quizás prematuro, pero que viene cociéndose a fuego lento y que al final va a convertirse en una oportunidad para propio PP.

Como es sabido, Bascuñana ha sido citado a declarar el próximo 29 de abril por el juzgado número de Orihuela en calidad de investigado por supuesto delito de malversación de caudales públicos por el cobro de un sueldo como asesor de la Consellera de Sanidad, entre 2007 y 2011, a cuyo puesto de trabajo hay dudas de si acudió o si realizó el trabajo que se le encomendó, de acuerdo con la denuncia planteada por la Fiscalía Anticorrupción. 

Bascuñana se ha sorprendido de la citación judicial y además ha arremetido contra todo aquel que ha publicado la noticia, entre ellos, Alicante Plaza, y le ha venido a dar la condición de cooperador necesario. El alcalde de Orihuela debería saber, y a estas alturas, entiendo que lo sabe, que por muy convencido que esté de su inocencia -y de momento, no se ha probado todavía su culpabilidad- la Fiscalía está en el ejercicio de sus funciones presentando la denuncia y, como todo aquel que ejerce una acusación, debe probar las irregularidades. Y todo lo que se produce alrededor de esa acción judicial es algo habitual que se produzca. En Orihuela, Madrid o Sebastopol. Si él se pensaba que iba estar exento, está o estaba muy equivocado.

Pero el problema no está en Bascuñana y su reacción. Aquí lo mollar es lo que se está produciendo a su alrededor y el nuevo contexto político, pues en condiciones normales, y con otro Ciudadanos en Orihuela, el alcalde de Orihuela debería haber dado explicaciones públicas ante la opinión pública y con posibilidad de ser interpelado. El munícipe ha preferido otras fórmulas, que modestamente, generan más dudas. Pero cada uno elige cómo defenderse. Lo habitual era, insisto, dar esas explicaciones públicas y esperar al avance de la investigación judicial para que el propio PP -al menos le ha abierto un expediente informativo- o su socio de gobierno actuara. Si hay indicios sólidos, no caben medias tintas.

Pero Bascuñana suele tener los contextos de cara. Salvó su candidatura a la Alcaldía por el respaldo a Pablo Casado. Me consta que Teo García-Egea dio validez a la operación dando por buena la documentación que tenía el alcalde sobre su paso por la Conselleria de Sanidad como asesor. Y ese val le ha servido de coraza para darse como protegido ante todo.

Y ahora vuelve a tener el contexto a su favor. Tras el fiasco de la moción de censura en la Región de Murcia y la particular docilidad de Ciudadanos en Orihuela -ya se demostró con la exigencias de responsabilidades al concejal de Sanidad del PP que se vacunó de forma incorrecta-, no hay nadie que le pida la cabeza (más allá del PSOE y Cambiemos), aunque el propio Bascuñana sabe que éste puede ser su último mandato al frente de la Alcaldía: lo único que le queda es salir con dignidad o por la puerta de atrás. En condiciones normales, Ciudadanos hubiera activado ya el relevo, pero no lo hace.

¿Por qué? Pues por varias razones: Ciudadanos en Orihuela, como en otros muchos sitios, no deja de ser un apéndice del PP que nació por la ruptura entre dos empresarios, Ángel Fenoll y José Alcantara, que rompieron sus pactos -e intereses con la administración- y que cada uno, con sus peones, tiró hacia su lado, con una alternativa política. Mientras pudieron, se jodieron -mientras no había mayorías absolutas- y, al mismo tiempo, cada uno intentó que salvar (en caso de Fenoll) su imperio, o extenderlo a otros ayuntamientos (como ha hecho Alcántara).

Ahora, tras lo de Murcia, insisto, no el vicealcalde José Aix, de Cs, que también, sino que es el propio Alcántara quien ve una oportunidad para la reunificación del centro derecha en Orihuela y por tanto la posibilidad de que determinados obstáculos desaparezcan. Es decir, se dan dos circunstancias en este laissez faire (dejar hacer) que se ha instalado en Orihuela: una parte de Ciudadanos estaría por volver y como no, Alcántara también. Y para ello, necesitan un cambio tranquilo, a pesar de que el pacto de gobierno y los estatutos de Cs exigen que se rompa (con) o se aparten los cargos imputados. 

Y a todo ello se une otra derivada: Carlos Mazón es consciente de que al PP de Orihuela hay que hacerle un reset tras las disputas vividas en estos últimos años entre el sector de Eva Ortiz y Emilio Bascuñana. No hay que olvidar que los primeros no querían al segundo como alcalde, y que su sinceridad fue transmitida en los días previos a la entronización del hoy alcalde desafiando la autoridad del propio García-Egea. Y ahí reside la clave: ¿hará el PP caer a Bascuñana si el caso judicial se enreda todavía más? ¿a quién elegirá como futuro presidente o presidenta del PP local y futuro candidato? Visto lo visto, Bascuñana no se va a explicar en público; Ciudadanos está claro que no lo va a hacer caer y sólo Mazón puede acertar en la hipotética reunificación del centro derecha en Orihuela. En otro contexto, todo hubiera saltado por los aires. Pero es Orihuela. Como dice Antonio Zardoya, ciudad autónoma.

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