ELCHE. Llega después de tres años la noche más esperada para miles de ilicitanos, con permiso de la Roà. Pólvora, palmeras, el Gloria Patri, y por supuesto, sandía, esperan para volver a celebrar uno de los momentos más especiales de les festes d'agost, cuya última celebración tuvo lugar en 2019. Además de que esta vez será la primera que sea con la Nit de l'Albà como Fiesta de Interés Turístico Nacional, el lanzamiento de la gran Palmera de la Virgen supone un nuevo reto cada vez para la Pirotecnia Ferrández, que se ha encargado de iluminar el cielo de Elche todos los 13 de agosto durante los últimos 30 años, salvo contadas excepciones. Todo siempre con técnicas estrictamente artesanas.
En plena época y auge de tecnologías y 'digitalización', que ha sido también el caso de las detonaciones de algunas de las mascletaes de estos días en el Paseo de la estación, Ferrández sigue apostando por darle un cariño especial a la Nit de l'Albà, encendiendo las palmeras y la esperada Palmera de la Virgen de forma manual; la forma más segura de asegurar que nada falla y todo sale según lo previsto. Serán ahora 40 operarios los que velen en 22 puntos de lanzamiento, frente a los 15 de 2019; se dispararán desde un total de 14 terrazas, frente a las 10 en 2019.
Un trabajo manual, y puramente artesanal, como el que se hace en las instalaciones de la pirotécnica. El relleno de la Palmera de la Virgen se rellena mano a mano y una por una: 1.300 cohetes con un diámetro bastante más superior que el de las palmeras habituales. En total, 100 kilos de pólvora prensada a mano y fabricado todo íntegramente en la pirotecnia. Para elaborar el cohete, se forma una suerte de cadena de montaje con los operarios de la empresa, en los que cada uno se encarga de una tarea: el rellenado, envoltorio con papel de rafia, colocación de bolas, etc. Un trabajo que podría llevar semanas de no utilizar esta fórmula.
Asimismo, se elabora en un recinto sin instalaciones eléctricas ni luces para evitar accidentes, sin posibilidad además de que se haga pública dado que es algo único, recuerda Fernando Ferrández, para mantener la confidencialidad de este trabajo artesanal. A pesar de que cada año es el mismo procedimiento, la pirotecnia intenta mejorar distintas cuestiones dentro de lo constreñida que está la palmera, porque está adaptada al tamaño del campanario. "Intentamos que aguante más en el cielo, que el color sea más intenso y que pueda durar uno o dos segundos más, porque es muy difícil mantener una palmera de ese calibre en el cielo, desde que se dispara hasta que se rompe y llora". Dos segundos, llegando a los 25 (en 2019 fueron 23 segundos) ya es todo un reto.
Todo ello sumado a la solemne apertura de setecientos metros de diámetro y ese blanco perlado puro que simula que la noche se hace día "porque sube la Asunción de la Virgen, el cielo se abre y se hace de día para que ascienda", explica el pirotécnico. Muy diferentes son las típicas palmeras imperiales de tipo 'caracasa i oripell', que por otra parte, son también las únicas de su tipo que se lanzan en Elche, en los que en cada 'muro' (los recipientes negros de la foto) se instalan alrededor de medio centenar de cohetes. Este año, con la suma de puntos para descentralizar y ampliar la perspectiva de su visión, se lanzarán los fuegos artificiales también desde el suelo en la Plaza 1 de Mayo, Jardín de Andalucía, Mariano Benlliure y varios puntos de El Pla. Artesanía esperando entrar en llamas.