El cuarteto valenciano publicó a finales de febrero su segundo LP, Presentimiento (BCore, Carcosa Records, Discodrome, 2023)
VALÈNCIA. Se cumple una década desde aquel 2013 en el que Almirante, Adrián y Pedro pusieron la semilla de Tercer Sol, un grupo con un discurso de hedonismo y decadencia envuelto exquisitamente en capas atmosféricas, bucles hipnóticos y voces susurrantes. Una banda más tendente a los largos desarrollos que a las estructuras de estrofa, puente y estribillo, que además sabía contagiar muy bien en los conciertos el peculiar estado mental que requieren sus canciones. (En este tipo de propuestas musicales, no basta con que el público “te escuche”: tienes que hacer rehenes).
Su trayectoria, todo sea dicho, ha sido muy accidentada. En estos diez años, en los que han publicado un EP y dos álbumes, se han producido muchos cambios en la formación. A pesar de que el único componente original que persiste en el proyecto es Almirante (guitarra, voz y compositor de las letras), Tercer Sol sigue sonando a Tercer Sol. Una banda que no es una simple media aritmética de sus influencias -Jesus & Mary Chain, Spiritualized, Velvet Underground, etc-, sino que cuenta desde el principio con un elemento diferencial que debemos atribuir al carácter peculiar de cada uno de los músicos que han pasado por sus filas.
“Es cierto que Tercer Sol no ha dejado de darse golpetazos desde el principio, y que eso puede haber limitado la proyección de la banda. Se han ido perdiendo componentes, no pudimos presentar adecuadamente el primer LP -Lejos (BCore, 2019)- por la pandemia, y además somos un poco empanados con todo lo que tiene que ver con promocionarse y conseguir conciertos. Pero nunca quise que muriera el grupo, porque las canciones que iba componiendo en casa me gustaban mucho. Ahora, con la perspectiva del tiempo y este nuevo disco entre las manos, veo que en el fondo todo ha sido para mejor. Ahora las cosas están más claras, somos mucho más eficientes y sonamos mejor. Este es, sin duda, nuestro mejor disco”.
“Recuerda”, videoclip dirigido por Adrià Lucas
La banda publicó a finales de febrero su segundo LP, Presentimiento, en el que María Inglés (Típex, Smmrsl, Rodilleras) sustituye a Adrián Polo al bajo. Raúl Pérez (Wind Atlas) continúa en la batería y el teclista Miguel Molina suma a la ecuación el violín, instrumento que aprendió a tocar de niño durante su formación académica en el Conservatorio Profesional de Velluters. La presencia de las cuerdas es sutil, pero fundamental, para elevar las canciones “Presentimiento”, “Cuando hayamos muerto” y ”#01”. Fan declarado (¿quién no?) de Warren Ellis y John Cale, Molina no utiliza los arreglos de cuerdas para dulcificar, sino para rasgar el sonido y hacerlo más chirriante y extraño. “Al principio tenía miedo de pasarnos metiendo violines y acabar sonando a The Corrs (ríe), pero el resultado es brutal. Estoy muy contento”, asegura Almirante. Los violines, entendemos, seguirán presentes en el futuro.
En conjunto, en Presentimiento encontramos a los Tercer Sol de siempre, basculando de forma ambigua entre el noise pop, el space rock y el post punk. Ahí siguen la oscuridad, los loops psicodélicos, las disonancias… pero con más energía, voces menos camufladas y un sonido menos lofi. Hablamos de discos que se disfrutan y se entienden mejor cuando se escuchan de una sentada; de ahí que el orden impuesto a las canciones responda a una lógica muy clara. Si Lejos arrancaba con un oscuro tema (“La Huida”) de drone rock y caminaba progresivamente hacia las canciones más luminosas del disco, ahora ocurre justo lo contrario. Presentimiento comienza con “Hoy”, una canción muy directa, que por momentos parece puro indie rock, y se despide con “La Niebla”, una canción lenta, atmosférica y mucho más oscura. Mismos acordes en una y otra, pero con secuencias, ritmo e intención muy diferente.
El nuevo disco, que en conjunto podríamos entender más accesible y con más potencial comercial que los anteriores, trae más novedades. La principal tiene que ver con el trabajo realizado por el productor catalán Santi García en la grabación y las mezclas, y muy particularmente con el tratamiento de la voz principal. Hasta ahora, Tercer Sol siempre había doblado las voces -la misma pista de voz, pero multiplicada-, un recurso que potencia las cualidades etéreas de una canción. Sin embargo, en el caso de Almirante, era también una manera de “almohadillar” su voz por pudor. “Llegamos al estudio de Santi con todo el trabajo del disco ya hecho prácticamente. Estaba todo muy armado, sobre todo el sonido. Sin embargo, mola porque él se mete mogollón, y una de las primeras cosas de las que me convenció fue la de renunciar a doblar las voces. Me dijo que para qué, que no hacía falta. Que cuando él escucha a un cantante, quiere oír a un james brown (ríe)”.
“Yo estuve totalmente de acuerdo. Creo que ha sido muy buena decisión dejar que la voz pase a un primer plano y que se entiendan las letras un poco más -apunta María-. Si doblas la voz en plan Lou Reed, que cantaba la misma letra, pero con diferentes entonaciones, pues es otra cosa, pero en el caso de Tercer Sol era doblar exactamente la misma voz. A mí la voz de Almi me gusta mucho y siempre le animaba a darle cancha, en vez de susurrar siempre como un crooner”.
Por su parte, Almirante reconoce haber roto muchos miedos gracias a su proyecto en solitario, Cuarto Mandamiento, e incluso a experiencias como los conciertos acústicos al aire libre que dio junto a María durante la pandemia. “Tocábamos versiones de Bob Dylan, The Mamas & The Papas y esas cosas. Y tengo que decir que aprender a tocar y cantar sin micro ni electrificación te pone en tu sitio. Una guitarra eléctrica, aunque solo estés tocando dos cuerdas, se te come la voz”, recuerda María.
“Los grupos que más me molan son aquellos que tienen voces potentes en directo. Recuerdo cómo me impresionó escuchar a Jaime Urrutia hace cinco años, entonando con total perfección. Yo siempre me había dicho a mí mismo que cantaba susurrando porque era mi rollito, pero con el tiempo me he dado cuenta de que mola mucho saber proyectar la voz. Llevo ya un tiempo metiéndome caña para aprender a cantar mejor”.
La llegada de María al grupo ha traído consigo la introducción de coros, que en este grupo cumplen la función de asidero o toma de tierra en medio de las divagaciones instrumentales largas o repetitivas. De nuevo, un recurso habitual en el pop rock que nos hace pensar que este disco puede apuntar a audiencias más amplias.
Por otra parte, María escribe las letras de varias canciones. Entre ellas, la que da título al disco, “Presentimiento”. “Es la que más me gusta cantar -admite Almi-. Es una especie de liberación, porque me permite enfadarme mucho. Yo tiendo a ponerme sentimental, demasiado a veces, y María podía echarme una mano escribiendo letras con mala leche (ríe)”. “Sí, en eso de la mala ostia, puedo proveer”, ríe por su parte la aludida. “A mí me resulta difícil decir qué canción me gusta más, pero quizás es “Hoy”. Es tan redondita, tan cotidiana. Es un poco como “Un buen día” de Los Planetas, la típica que le gusta a todo el mundo y podrías escucharla en Kiss FM”, señala la bajista.
Hablemos de inspiraciones y pequeños hurtos. “Yo llevo unos años obsesionado con la manera de cantar de Bob Dylan, los fraseos y todo eso. Pero también con el primer disco de R.E.M., Murmur, y los dos primeros de Oasis, un grupo que siempre me había dado grimilla y de hecho cuando he estado en un festival en el que tocaban, los he ignorado. De repente, hace dos años escuché su primer disco y me volví loco. Siempre le había tenido mucha tirria a Liam Gallagher, pero la verdad es que es un puto crack cantando”. “Almi me pasó el Murmur de R.E.M. cuando yo ya estaba en Tercer Sol y flipé. Todo encaja a la perfección, qué barbaridad de disco. Me hubiera molado copiarme más, ¡pero es que no me daba la vida!”, concluye María.