ALICANTE. El pasado viernes el presidente del Hércules, Quique Hernández, anunciaba públicamente (en unas declaraciones a Efe) su intención de reunirse con Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez para definir el proyecto de la próxima temporada.
El máximo mandatario blanquiazul venía a supeditar su continuidad al camino que elijan tomar de cara al próximo curso los empresarios a los que se refería como los que "sostienen" el proyecto.
Más de 72 horas después de ese anuncio no solo no hay fecha para la reunión a tres, es que parece harto complicado que se vaya a producir (incluso tratándose del Hércules donde las cosas cambian de la noche a la mañana según sople el viento): Quique Hernández señalaba a Alicante Plaza la noche del lunes que sigue esperando esa cita, mientras que los empresarios desvelaban a este medio que se han dado un plazo de 48 horas para decidir cómo encaran el futuro y qué papel le ofrecen a Hernández, de tener uno para él.
La relación entre el valenciano y Juan Carlos Ramírez no pasa por su mejor momento (si es que alguna vez lo hizo), pero es que ambos mantienen importantes diferencias sobre el modelo a implementar para el área deportiva. Y lo anterior no solo porque al empresario vasco le gustaría participar de la toma de decisiones en ese ámbito, también por razones de índole económica que precisamente son compartidas por un Ortiz que, además, hace números y sopesa si le compensa perder el auxilio económico de Ramírez (este inyecta del orden de millón y medio de euros anuales en las arcas del Hércules para que su corazón siga latiendo).
Aunque la temporada 2019/20 ha finalizado para el club blanquiazul, todavía tiene muchos partidos pendientes: un Expediente de Regulación Temporal de Empleo en vigor; la necesidad de acometer una remodelación en profundidad de la plantilla (muchos contratos se han prorrogado ya casi dos meses como consecuencia de la citada reducción temporal de empleo); protagonizar otros desembolsos económicos de calibre (por ejemplo, no hay que cumplir con los acreedores ordinarios el 30 de junio pero sí con los privilegiados) en el marco de una situación de economía de guerra, con los ingresos ordinarios reducidos todavía más a la mínima expresión; y una temporada 2020/21 que encima tendrá formato reducido y en la que a la finalización de la misma se puede desde regresar al fútbol profesional a caer hasta la cuarta categoría si se repiten los resultados deportivos de la que ahora muere en los despachos y también se introduce la Segunda B-Pro para la 2021/22.