ALCOY. Se le conoce como el Michelangelo de Alcoy y alrededores. Y es que, aunque el artista local Alejandro Orfeo Soler ha demostrado dominar muchísimos palos en cuanto a dibujo e ilustración se refiere, ha centrado gran parte de su tiempo en pandemia en imprimir un toque de color a las fiestas de Moros y Cristianos, teñidas de negro por el luto que atraviesan, como el resto de grandes tradiciones, al verse obligadas finalmente a no celebrarse este año. Su aportación -centrada de paso en quitar un poco esa espinita que se veía venir a modo de premonición, por cierto- la disfrutan los espectadores que, cada martes, están atentos y se conectan al programa Nostra Festa, emitido a partir de las diez y media de la noche vía Youtube. Allí, en el más estricto streaming, Orfeo se saca de la manga -así, como él mismo confiesa- uno de sus diseños bélicos más festeros.
El diseño, que parte, por tanto, de cero, concluye en una hora. " Me pareció una iniciativa muy simpática; es un reto hacer las cosas en directo, de la nada", reconoce. Entre los resultados, aderezados con técnica mixta propia de la ilustración, entre lápices de colores, rotuladores y tintas, desde un par de cabezas, un caballero musulmán -lo que diríamos un moro, con su malla y los protectores nasales, "un guerrero, directamente"-, pero también una dama Favorita, más palaciega -"creo que hay un exceso de sensibilidad en muchas cosas, porque si quitamos a las mujeres guerreras, también tendrían que irse fuera los niños, los carritos y los tractores"-, hasta un hacha, o una coraza con medio cuerpo y casco.
"No hay pautas, sino libertad absoluta, aunque yo intento ser historicista; siempre lo he sido, aunque entienda que es una fiesta y pueda tener un poco de fantasía", confiesa el también pintor alcoyano. Como la vez que se encargó de diseñar la escuadra especial en la Alferecía de la filà Almogávares, en los Moros y Cristianos de 2016. Y es que es un sabio en el tema, no solo por lo que le inculcó su padre, Alejandro Soler, pieza clave del diseño y la escenografía festera en Alcoy, sino por su formación.
"La gente de aquí es muy peleona, en el buen sentido, y ha demostrado que la llama está vivísima". Para Orfeo, sus dibujos están siendo, por tanto, una especie de "sustitutorio" a la extrañeza provocada por el momento presente. "La gente tiene unas ganas tremendas de de Moros y Cristianos; se sigue manteniendo un poco el espíritu, no se sabe cuándo se harán, pero están ahí", explica. En este sentido, aunque puede llegar a comprender la decisión, lamenta que finalmente no se hayan convocado los Moros y Cristianos en Alcoy este año. "El sector de la gente que trabaja para la Fiesta está muy afectado, algo que además me toca muy de cerca, con lo que es normal que me hubiera gustado que se hicieran, al final, porque hay muchos trabajos que están a medio hacer, o prácticamente hechos", asegura. "La gente aquí se ha quedado muy colgada y es una lástima a todos los niveles; muchas familias viven de esto, y lo están pasando mal. Por otro lado, los criterios de salud son los que son", concluye.
"Lo que te decía, no sé qué haré el próximo martes; donde las manos me lleven", insiste. De momento, Orfeo Soler ya ha deleitado a su público con cuatro obras maestras de diseño festero, a las que se suman los dos bustos del Cinquecento que realizó para un programa anterior. Eso, que no ha parado esta cuarentena. "Soy un artista, un dibujante, compulsivo. Es un oficio que debe ser así, me cuesta entender que alguien que se dedique a la pintura o la escultura no dibuje todos los días. Me parece una falta de profesionalidad, es como hacer abdominales, o correr", añade. Entre sus otras creaciones recientes, un par de esculturas a medio terminar, cuadros de pequeño formato, algo mucho más "purista", defiende este amante de la anatomía.
"Sigo haciendo arte figurativo, pero también me interesan las texturas, mi propia evolución". La pandemia, dice, le ha afectado anímica y económicamente, claro. "Tal reclusión te hace estar un poco más nervioso, y yo padezco la enfermedad del Crohn, entonces, no es precisamente lo mejor que te puede pasar con una patología crónica, pero se lleva", bromea. En paralelo, se ha visto interrumpido, como el resto de funciones del mundo mundial, un espectáculo que tenía a pachas con el actor alcoyano Juli Cantó, y también con Pep Burgos: Segària, una propuesta de Jordi Botella de poesía dramatizada sobre la historia de la humanidad donde Orfeo pinta, cómo no, en directo. "Lo llegamos a presentar en Alcoy y Dénia, pero ahora se ha parado todo, y es muy chulo", avanza.
¿Cómo ha visto el artista todo esto de la cultura for free lanzada a cascoporro? Ahora que parece haber un parón en este sentido. "Está bien que la gente quiera tener un acto de solidaridad, o como le quieras llamar, para darse a conocer, porque los que hacemos cultura buscamos que nos vean, somos exhibicionistas, en cierto modo; pero también se ha visto el inevitable oportunismo de algunos", critica. El famoso Resistiré, por ejemplo, como denuncia. "Hay más canciones en el mundo; si lo vuelvo a oír mataré a alguien. Son esas personas que se aprovechan de la situación, y que la solidaridad a veces es un poco tontorrona", insiste. El arte es una profesión, no una afición, eso lo tiene claro. "Con todos mis respetos para los amateurs, nadie que cante por un balcón tiene por qué ser cantante; no nos pueden poner en el mismo saco. Yo también jugaba al baloncesto de pequeño y no puedo decir que sea jugador", comenta con cierta sorna.
"Ya estamos bastante paranoicos conforme nos están vendiendo las cosas los grandes medios, que son prensa amarilla vestida de seriedad; me parece una falta de respeto que se hable de coronavirus mientras suena la banda sonora de Gladiator de fondo". Entre cuatro paredes, las de su guarida, brolla el más puro estilo renacentista. "En casa del herrero, cuchillo de palo". Y es que su habitación está llena de fotos "mal pegadas" en la pared, asegura. "Todo arte antiguo. Desde el Moisés de Miguel Ángel, una escultura de mi querido Octavio Augusto, los pies de Durero, La primavera de Botticelli y cosas muy raras", confiesa. "No me gusta nada ver mis obras, a mi padre le pasaba lo mismo; no puedo tener mis cuadros porque los estaría colgando y descolgando constantemente. Soy muy puñetero. Pero me encantaría que otras personas, si quisieran, me los compraran, claro". Queda dicho en boca de este artista prodigio, que ha expuesto en los lugares más recónditos de la cuna del Arte.