nacida en la librería imágenes

MangaZone, la revista de cómic nipón de los noventa

Con motivo de celebrar el Día del Cómic y del Tebeo Culturplaza ahonda en la historia de MangaZone, una revista especializada sobre la cultura japonesa que nació en València en los años 90

17/03/2023 - 

VALÈNCIA. Eran los principios de los 90, internet aún no había llegado a los hogares y los jóvenes valencianos de la cultura otaku se reunían en la tienda de cómics Imágenes para poner en común las historias de su fanatismo extremo por el universo del cómic nipón. En los pasillos de esta mítica tienda lo compartían todo: desde reseñas de ejemplares llegados directamente desde Japón hasta opiniones sobre videojuegos, animes y bandas sonoras de las series que acompañaban su día a día. Todo esto hizo que naciera MangaZone, una revista especializada en el universo asiático que se creó de la mano de unos 15 colaboradores. Entre ellos se encontraban Luis Alís y Javier Bolado, quienes contribuían a la revista con sus artículos, reseñas y demás piezas en una tirada bimensual.

Sumario de la revista 'MangaZone'

Los frikis (y futuros colaboradores de MangaZone) que visitaban Imágenes no dudaban en llevar a la tienda sus pertenencias más preciadas, por lo poco que llegaba a València desde Japón en ese momento todo era novedad: Mangas, figuritas y demás elementos de edición coleccionista se mostraban en los pasillos de la tienda como elementos reliquias, y generaban conversaciones de lo más interesantes. De esto nació la idea de crear el fanzine que luego se convertiría en MangaZone, para darle el espacio a esos relatos y para contar la historia del arte japonés en València. 

La idea germen nació de José Javier Martínez, quien junto Alís convenció a una decena de “fans locos como ellos” de formar parte de ese proyecto para hablar sobre el mundo del cómic japonés: “Básicamente fuimos aprendiendo unos de otros de forma simultánea, nos íbamos prestando cosas y al leer lo que escribían los compañeros aprendíamos sobre todo tipo de temas”, explica Alís, "cada uno hablaba de lo que quería y todos aprendíamos de los otros" y tanto que aprendieron que ahora Alís es uno de los encargados de organización del Salón del Cómic de València.


Bolado, escritor e ilustrador de literatura fantástica, comenzó en la revista con apenas 18 años. Este fue su primer contacto con su mundo editorial, en un momento en el que trabajaban por “cuatro duros” y había que estar peleando por sacar buenos temas constantemente. Para este colaborador la clave para que la revista funcionara fue el momento en el que nace, la era “pre internet”: “Ahora con internet está todo muy masificado, lo que hacíamos nosotros era acercar nuestra pasión a una publicación más accesible, trabajando en traer todo lo que sucedía en Japón a València”. Junto a Alís bromea en que salían a perder en la revista, pues todo lo que se gastaban en la importación de las revistas superaba el beneficio que adquirían, el cual era invertido inmediatamente en mejorar el material. 

La labor de Bolado al entrar en la revista -hacia el año 1997- era la de dibujar algunas portadas y tiras, pero poco más tarde fue publicando artículos y reseñas: “Al final todos hacíamos lo que nos nacía, no estábamos limitados. Yo mismo escribía sobre curiosidades sobre animación y hacía a la vez viñetas y reseñas”, comenta que dentro de la redacción elaboraban todo de una forma muy “artesanal”, lo que a la vez les ayudó a salirse de los moldes y conocer el mundillo desde cero: “Ahora mismo el mundo editorial no tiene nada que ver con esto pero nos ayudó a profesionalizarnos, fue como si estuviéramos en una startup [ríe], al final luego todos hemos ido siguiendo nuestro camino, pero el día a día en la redacción siendo tan jóvenes nos enseñó muchas cosas”. 


“Estamos hablando de una época en la que no había internet, la forma que teníamos de informarnos era a través de las revistas norteamericanas y japonesas importadas que traducíamos como podíamos”, explica Alís sobre su labor en la revista. Cuando se unió a MangaZone tenía apenas 16 años y llevaba tan solo un año estudiando japonés por su cuenta, “éramos personas normales que no teníamos ni las herramientas ni los medios para editar una revista. La primera se hizo pegando unos papeles en una impresora haciendo una especie de fotolitos, que salieron de muy baja calidad”, comenta.. Más tarde llegarían los ordenadores “medianamente potentes” y el escáner, con el que comenzaron a editar tiradas en color y con mejor calidad. 

La revista se dividía en secciones tales como la de noticias: Infórmate, cobarde, el Pasen y lean, que mostraba “novedades saloneras para el niño y la niña”, crónicas de su visita a los Salones del Cómic de ciudades como Madrid y Barcelona, reseñas de cómics y de series, entrevistas y artículos de opinión. Todo ello se engrosaba con el conocimiento de colaboradores como Alís, quien en su momento era de los pocos que sabía traducir japonés. Su labor era la de leer los cómic que venían importados y contar su relato, además de poder traducir artículos especializados de las revistas originarias de Japón: “Las fuentes de información estaban limitadas en este momento, en cambio yo podía coger una revista japonesa y tras muchas horas podía enterarme del staff creativo de la serie, el nombre de un director y la sinopsis de algo que no había llegado a España”, comenta sobre su trabajo.

De esta manera también hicieron presión, de alguna manera, en convencer a las editoriales de cómics españolas de que licenciar el manga japonés era algo totalmente necesario. Explica Alís que no solo había que importarlo, sino que era clave traducirlo y editarlo para que llegara a nuevos públicos, y de hecho de la revista MangaZone salió uno de los grandes referentes en este tema: Óscar Valiente, quien es ahora director general de Norma Editorial y que empezó en este pequeño proyecto. Finalmente tanto Bolado como Alís coinciden en que todo lo hacían por amor al arte, desde las primeras reuniones en un bar cerca de imágenes hasta su primer contacto con una oficina mantenían el estilo pero mejoraban su trabajo. Ambos coinciden en que de MangaZone se llevan la experiencia de aprender sobre el mundo que les apasionaba y que les ha llevado a su trabajo actual, que les hace comprender que una obsesión de apenas 18 años puede vivir para siempre. 

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Escribe todos sus reportajes con viñetas, Jess Ruliffson cree en el cómic como medio para hacer periodismo. Su gran obra, Invisible Wounds, es lo que pretende. Tratar de acercar la figura de los veteranos de guerra no para juzgarlos, sino para comprenderlos. Es una colección de testimonios en primera persona de ex marines que aborda temas tan dispares como la homofobia, el suicidio y el estrés postraumático con un enfoque aséptico, pero con una fuerte carga emocional inevitable

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