ALCOY/ALICANTE (EFE/AP). Los Reyes Magos, fieles a su cita anual con los más pequeños (y no tanto), han llenado de regalos e ilusión las calles y los hogares de todos los municipios de la provincia, hasta donde han llegado a pie, en caballo, en dromedario e incluso en barco. Ese último caso ha sido el de la capital alicantina, donde Melchor, Gaspar y Baltasar han desembarcado en el puerto de Alicante para desplazarse hasta la tradicional fiesta de la plaza de toros, antes de participar en la Cabalgata que ha recorrido las principales calles del centro de la ciudad.
A bordo de unas vistosas carrozas, precedidos por amplios séquitos en los que no han faltado músicos, grupos de danzas, personajes fantásticos de cuentos y pajes reales que, acompañados de música y fuego, han lanzado miles de toneladas de caramelos, incluso sin gluten para que los puedan saborear todos los niños y niñas.
En Alcoy se celebraba la 134 edición de su Cabalgata, la más antigua de España, donde han tomado parte más de 440 pajes que han contribuido a repartir los paquetes en los domicilios a lo largo del recorrido. Puntual (más que nunca) y a buen ritmo, el desfile ha bajado hasta la plaza de España desde El Camí, para acudir a la multitudinaria Adoración.
Antes y después, cargados de sus inconfundibles escaleras rojas de madera, los pajes (más mujeres que hombres) han llevado la ilusión envuelta en papel de estraza hasta los primeros pisos del recorrido, ajenos esta vez a la polémica avivada el año anterior por la asociación Afroféminas, ofendida al considerar racista su aspecto (calificado de blackface). Este año se ha reactivado la campaña, pero no ha tenido la misma repercusión quizá porque ha faltado que saltase al debate político como sucedió en 2017.
Veinte minutos antes de las 21 horas, los reyes de Oriente han llegado a la plaza de España para acudir al portal de Belén y adorar al niño Jesús, mientras sonaba el "aleluya" del Oratorio "El Mesías", de Haendel. Los fuegos artificiales han puesto el broche al momento, pero la Cabalgata ha seguido hasta altas horas de la noche, mientras los pajes seguían repartiendo ilusión.