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El político y escritor presenta su libro este viernes en las 'veladas literarias' de maestral

Jaime de los Santos: "Ser gay no te hace intocable; se puede disentir con nosotros"

8/07/2022 - 

ALICANTE. Es historiador del arte y ha sido consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid. Ahora es senador del Partido Popular y da su opinión en diversos medios de comunicación como político abiertamente gay y feminista declarado, dos de las condiciones que plasma en su primer libro: Si te digo que lo hice (Espasa, 2022). Una novela en la que se propuso plasmar la heroicidad histórica de las mujeres y el poder del amor en las más profundas y dolorosas dificultades. Este viernes estará presentando el libro en las Veladas literarias del restaurante Maestral, donde compartirá mesa y mantel con los lectores.

— Tu primer libro. ¿Estabas retrasando este momento? Como historiador y político estás obligado a publicar…

— Para los que nos fascina la cultura, para los que formamos parte de las humanidades, escribir siempre es un placer. Desde que El Confidencial me dio la oportunidad de dedicar unas palabras semanalmente a mi pasión, que son las bellas artes, pues, esa necesidad se hacía cada vez mayor. Sin embargo, cuando en pandemia me llamaron de la editorial Espasa y me ofrecieron escribir una novela, mi primera respuesta fue que no, porque tuve terror, pero en realidad estaba deseando que me insistieran un poco.

Quería demostrar, incluso a mí mismo, que era capaz de juntar tantas palabras como en este caso, que son cien mil, y ha sido una experiencia fascinante. Estoy muy contento no solo por la buena acogida que ha tenido, sino porque durante veinte meses me ha dado la oportunidad de revisitar mis apuntes de la carrera o de investigar en el archivo regional de la Comunidad de Madrid sobre personajes tan importantes e interesantes como Martín Santos Yubero. Una novela como esta te obliga a crecer y a aprender, y eso siempre es un regalo.

— El espacio temporal en el que enmarcas la trama, la década de los cuarenta, fue turbulenta. Tiempos difíciles y, por tanto, con mucha tragedia o dureza en la trama que desarrollan los personajes. ¿Buscabas la belleza en el dolor?

— Siempre hay espacio para la belleza desde el dolor. La historia universal del arte, además, habla muchas veces de las vivencias dramáticas como génesis de grandes obras de arte. En este caso, la década de los cuarenta es durísima. Es la posguerra y la vuelta de una manera de entender el mundo desde la falta absoluta de libertades. Una posguerra que coincide con la Segunda Guerra Mundial, que hace la situación global todavía más compleja.

España está doblemente aislada, atravesada por las consecuencias de la Guerra Civil y por el hambre, y especialmente Madrid, que es una ciudad destruida. Los frentes virulentos acaban con el concepto de ciudad que se tenía, pero además no hay espacios naturales que provean de las materias primas necesarias para la supervivencia. No había un mar del que extraer alimento y no había un campo o un río lo suficientemente ricos como para dar de comer a la población. Además, el dictador establece en El Pardo su residencia, por lo que sus tentáculos son todavía más asfixiantes sobre Madrid. Si a eso le sumamos una epidemia de tifus, pues nos da un espectáculo dantesco.

Todo eso, con la característica de cualquier dictadura de cualquier signo, que no es otra que acabar con la libertad como concepto. En este caso, de acabar con la mínima realidad de algo cercano lo democrático, que es la II República, especialmente para las mujeres, con ese voto universal conseguido por Clara Campoamor. Esa es de alguna manera la estructura social en la que se construyen los personajes y, en medio de todo ese drama, surge lo más bello, que es la capacidad de amar de una madre.

Elvira, a pesar de no haber aprendido prácticamente nada de lo que hoy llamaríamos inteligencia emocional, desde el amor a sus hijas es capaz de sobreponerse frente a los más profundos problemas, más allá de la mala educación que ha vivido durante cuatro décadas de dictadura. Es capaz de volver a aprender lo que los tiempos nuevos le presentan para contribuir a esa construcción global que es nuestro estado: una democracia justa y ejemplar en la que, precisamente, cientos de mujeres como Elvira han sido imprescindibles. Cuidadoras y madres han sido las que han creado esta sociedad de oportunidades que hoy disfrutamos, habiendo sido ellas las mayores víctimas, porque a la mujer siempre se le ha arrinconado de forma virulenta.

— Desde luego es una historia con perspectiva femenina, por la cantidad de mujeres que componen la trama y su importancia en la misma, pero ¿consideras que también es una obra feminista?

— Sin duda. El feminismo es obligatorio. El feminismo inclusivo, porque nunca se pueden defender los derechos de nadie desde la exclusión. Cuando cualquier grupo, grande o pequeño, se reivindica excluyendo a quienes no piensan como ellos, se equivocan. El feminismo ha sido y sigue siendo obligatorio para entender el mundo contemporáneo. A las mujeres se les ha negado siempre gran parte de sus derechos. Estamos en otra realidad, pero en un mundo en el que, a pesar de haber conquistado prácticamente todo aquello que a la mujer se le había negado, existen todavía pequeñas deudas y una responsabilidad, que es no dar ni un paso atrás.

— ¿Y qué tipo de feminismo es el que se narra en tu libro? Ahora que se ha desgajado esa unidad histórica del feminismo…

— Feminismo hay uno y es el de cualquier demócrata que sabe que solo en la defensa de la igualdad y, por tanto, en la defensa de las mujeres, está el presente y el futuro. Luego, que cada uno se ponga el apelativo que considere, pero la realidad es que estamos donde estamos y somos lo que somos gracias a las mujeres. Lo fácil es dividir, y hay partidos, siempre en los extremos, de izquierda a derecha, que lo que hacen es enfatizar esa división y buscar esa ruptura para generar un caladero de descontentos en el que poder captar a su votante. De lo que no se dan cuenta es de que ese descontento destruye la democracia porque, mientras te prometen lo imposible, multiplican ese descontento.

Esos partidos de nuevo cuño que hace no tantos años surgieron como fórmula mágica para resolver todos los problemas, lo único que hicieron fue un diagnóstico errado y una búsqueda de soluciones ilusoria. Cuando han tenido responsabilidad de gobierno solo han demostrado incapacidad y cobardía, algo que los ha llevado de nuevo al panfletismo, que es donde los populismos, de izquierda y derecha, se sienten reconfortados. Se basan en el odio, que es lo peor que puede existir en una persona o sociedad. Si hemos venido aquí a algo es para querer y que nos quieran. Si algo nos tiene que mover a los que ostentamos una responsabilidad pública es el bien común. Podremos errar y tener mayor o menor acierto en determinadas cuestiones, pero aquí no estamos ni para mirarnos el ombligo ni para prometer imposibles. 

En la promesa de los imposibles está un afianzamiento del descontento, y con eso hay que tener mucho cuidado. Por eso, ni colectivo LGTBI+ ni colectivo feminista ni colectivo nada si excluyen. Es que, incluso a quien consideramos que no tiene razón le debemos respeto y, como poco, la posibilidad de que se expliquen y la obligación de ofrecerles herramientas para que cambien de opinión, porque si somos una democracia lo somos para todo. La gente debe tener derecho y libertad para equivocarse, que además es uno de mis derechos favoritos.

— A propósito de esto, como político y feminista declarado, ¿qué opina de las nuevas leyes que impulsa el Ministerio de Igualdad?

— Pues voy a usar una frase de Doña Carmen Calvo Poyato, catedrática de Derecho Constitucional: “La Ley Trans de la señora Montero pone en peligro a cuarenta y siete millones de españoles”. ¿Hace falta una Ley Trans? Sí. ¿La Ley Trans de Irene Montero? No. Que no nos guste la ley de Montero no nos convierte en tránsfobos ni muchísimo menos. En esas normas, en ese texto, no hay más que titulares y simplismos que no resuelven los problemas de un colectivo que, por supuesto, necesita una legislación ad hoc.

Por otro lado, sobre la Ley de Solo sí es sí, me parece chocante, sorprendente, que de eso solo se acuerden cuando de alguna manera les interesa. ¿Alguien de ellos se ha preguntado si dijeron sí las niñas que fueron obligadas a prostituirse en las Islas Baleares y que estaban bajo la tutela del Consell de Francina Armengol? ¿Alguien se ha preguntado si dijo sí la niña que estaba bajo la tutela del Consell de la Comunitat Valenciana y la conselleria de Mónica Oltra? Lo único que hemos visto son bailecitos repugnantes e intentos de hacernos pasar a Oltra por una persona valiente por su dimisión. ¿Cómo? ¿Es una valiente? Si bajo su responsabilidad, como consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, teniendo su guardia y custodia, esa niña fue violentada hasta cotas obscenas…

— Con esas leyes supuestamente se persigue la igualdad. Sin embargo, se discrimina a las parejas de hombres en aspectos como la filiación de los hijos. Se facilita en el caso de las parejas de mujeres, pero no en el de las parejas de hombres…

— La igualdad son nuestras madres, que se han dejado la piel por hacer de este país lo que es hoy en día, que es una democracia ejemplar. La más o de las más igualitarias del mundo, pero Ione Belarra e Irene Montero lo han confundido todo. En esa confusión no se dan cuenta de que la principal zaherida es precisamente la causa feminista. Para defender a las mujeres no se tiene que atacar a los hombres. Para defender a las víctimas de la violencia machista no se puede ni aminorar los derechos de los hombres ni entender que por el simple hecho de ser hombres somos violentos en potencia, y aquí tienes a un absoluto defensor de esta realidad. No olvidemos que el PP fue el partido que impulsó en 2017 el pacto de Estado contra la violencia machista.

“LAS PAREJAS DE HOMBRES NO PUEDEN TENER MENOS DERECHOS QUE LAS PAREJAS DE MUJERES”

No pueden pretender que los hombres, las parejas de hombres, tengamos menos derechos que las parejas de mujeres. Con esto no quiero decir que a las mujeres no les debamos cinco milenios de igualdad. El hombre ha sido protagonista durante prácticamente toda la historia y, por tanto, las reivindicaciones de las mujeres son más que legítimas. En un momento de la historia tuvieron que ser incluso beligerantes para entrar en las agendas. 

Dicho esto, siendo hoy quienes somos, lo único que podemos hacer es mejorar las leyes. Llegar a la protección de las víctimas, que en muchos casos lo son por el simple hecho de ser mujeres, pero no en detrimento de los derechos del resto de la población. Esas personas que están haciendo esas leyes no votaron a favor del pacto de Estado contra la violencia machista en 2017. Un pacto en el que todos votaron a favor, a excepción de Bildu y Podemos. Eso me hace plantearme que no son feministas, sino que tienen una empanada mental infinita y que, una vez más, bucean en situaciones que primero engordan para después convertirlas en titular. El bombero que prende un fuego para luego demostrar que lo está apagando.

— Ocurre algo similar en cuanto a la gestación subrogada, un método de reproducción asistida al que recurren miles de parejas en todo el mundo, homosexuales o no, pero que es más requerido en el caso de las parejas de hombres por cuestiones biológicas. Existía un vacío legal sobre su uso en países donde sí está permitido y normalizado, pero ahora no solo se ha prohibido explícitamente recurrir a ello en esos países, sino que se ha criminalizado definiéndolo como violencia machista. ¿Eso es un avance o un retroceso en derechos e igualdad? 

— El problema es que no se dan cuenta de que llamando violencia machista a todo desprotegen a las verdaderas víctimas. En cuanto a la gestación subrogada, me niego a criminalizar a quienes acuden a esa fórmula para ser padres o madres, porque quien lo hace es porque se ha perdido muchos capítulos de lo que significa el respeto por los demás. Debemos de tener un discurso sólido y consensuado en cuestiones como esta para tratarlas con el respeto y la importancia que se merecen. ¿Qué hacen una vez más? Pues buscar la pelea.

— Volviendo al libro, el argumento también tiene su momento LGTBI+…

— Sí, hay dos parejas. Por un lado, Sixto y Tadeo, una relación de dos hombres en las décadas de los treinta y cuarenta, y Virginia y Adela, una relación de dos mujeres en los ochenta hasta hoy. Me apetecía reivindicar la felicidad de una pareja de dos hombres o dos mujeres frente a la adversidad que suponían los tiempos. Quería plasmarlo porque, en esa madre del libro está el ejemplo de todas las mujeres que han sido capaces de construir esta sociedad tolerante que tenemos. Sirve también para contrastar dónde estamos hoy y de dónde venimos.  

— En la vida real, ¿te sientes un referente LGTBI+ en la derecha española?

— Me siento un tipo afortunado por trabajar donde quiero y por hacer todo lo que puedo en defensa de las cosas en las que creo. Por contribuir un poco, o poquísimo, desde donde yo soy capaz, a intentar que este país sea mejor. Yo no me siento ejemplo ni baluarte de nada. Simplemente, como mucho, desde donde estoy, puedo constatar que en mi partido no hay ni ha habido ni habrá homofobia. 

“DESPUÉS DEL COLE, DONDE ME DECÍAN MARICÓN, SOLO HE SUFRIDO DISCRIMINACIÓN DE LA IZQUIERDA”

Una vez superado el cole, donde me llamaban maricón y demás, las únicas discriminaciones que he sufrido me han venido de la izquierda. Cuando no me han dejado estar en las manifestaciones, cuando he tenido que aguantar todo tipo de barbaridades, porque ellos se arrogan la potestad de decirte a ti cómo tienes que pensar al ser gay. Por favor, que dejen de aleccionar de cintura para abajo.


— Por último, ¿qué está pasando en el Orgullo en Madrid? 

— Estamos viviendo una situación dantesca. No está colgada la bandera en el Ayuntamiento, pero se ha iluminado la fachada y la fuente de Cibeles haciendo probablemente la bandera más grande de toda España. Tenemos todas las farolas del distrito Centro con banderas LGTBI+ y todos los mupis exactamente igual y, aun así, se nos llama homófobos. Pues mira, no. En el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, teniendo contratada toda la organización del Orgullo, el alcalde socialista lo ha suspendido, pero al ser socialista no hay homofobia ni nada que se le parezca. Por otro lado, Manuela Carmena, en su último pleno al frente de Madrid, es quien hace infinitamente más restrictiva la norma del ruido en el distrito Centro, y ahora se le echa la culpa al PP. Yo creo que hacer política con todo está dentro del ADN de los seres humano, pero no con la mentira y engañando. Así no.

Y a Uge Sangil, presidenta de la Federación Española de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTBI+), le recordaría que vivimos en democracia y que los alcaldes, sean del signo que sean, nos representan a todos. Yo también me habría levantado de esa rueda de prensa de presentación del Orgullo si se le falta al respeto al regidor de mi ciudad, del signo que sea. Ser gais no nos hace intocables. ¿No se puede disentir en algo con nosotros? Como mucho, como representantes del colectivo, podrán opinar sobre si una gestión está mejor o peor hecha, y luego llegarán las urnas, pero somos tan normales como el resto y, que se nos arrogue un derecho de poder sentirnos ofendidos por cualquier cosa… No. Me niego a que nadie me trate como diferente.

Por supuesto que tenemos que ser garantes de que nadie nos quite nuestros derechos. Soy el primero en criticar en público y en privado la postura de Vox y a Rocío Monasterio, con quien comparto escaño, y a este respecto le he dicho de todo. Pero una cosa es esa y otra que estén permanentemente tratando de demostrar que somos una ciudad en la que se dan pasos atrás, cuando somos una capital de la igualdad en el mundo.

Desde el año 1996, con José María Álvarez del Manzano, se lleva celebrando en Madrid el Orgullo de forma ininterrumpida y solo ha habido un paréntesis de cuatro años en el que no ha gobernado el PP. Tan mal tan mal no se habrá hecho. Incluso en 2017 se celebró el World Pride porque Ana Botella presentó la candidatura. ¿Ana Botella se equivocó en lo de las peras y las manzanas? Por supuesto, pero ya, que los errores del pasado hay que denunciarlos, pero no pueden estar pasando factura constantemente. Por eso siempre que me lo recuerdan digo que se revisen la entrevista de Enrique Tierno Galván (PSOE) en Interviú y vean lo que dice de los homosexuales, afirmando que dándoles demasiada libertad pueden pervertir a la sociedad.

Esa desgraciada opinión se dio en un contexto e, igual que Tierno Galván transitó hacia posturas mucho más democráticas, lo hacemos todos. En 2004 el PP cometió un gran error llevando al Constitucional el matrimonio igualitario, y lo he dicho hasta la saciedad, pero hay que recordar que, en 2011, con una mayoría absoluta, no tocó una coma de esa ley. La historia es lo que es y no podemos trastocarla ni maniatarla.

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