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el billete / OPINIÓN

Como un documental de La 2

Foto: PEXELS/BALAZS SIMON
11/06/2023 - 

Puede que no sea tan mala idea pasar página cuanto antes después de una derrota. En los documentales de La 2, el macho que ostenta el poder en la manada de mamíferos cae en desgracia en cuanto los jóvenes advierten el menor síntoma de debilidad y alguno de ellos se atreve a disputarle el trono. Si le gana, claro. De manera que no hay espacio para la interinidad ni montan gestoras. A rey muerto, rey puesto. Los aspirantes perdedores suelen largarse para formar otra manada. En ocasiones, los líderes destronados se quedan en la manada lamiéndose las heridas, y en otras, se marchan o son expulsados sin más expectativa que envejecer en solitario.

Los documentales vespertinos de La 2, después de Saber y ganar, me parecen más entretenidos cuando tratan de mamíferos que de insectos, aves o peces. No solo a mí, hay estudios que señalan que es algo generalizado. Quizás sea porque los humanos somos mamíferos y nos vemos reflejados en unos comportamientos infantiles, maternales, machistas o de tribu bastante parecidos a los nuestros. Y no digamos en las luchas de poder, donde hay dos diferencias muy destacadas entre los humanos y el resto de especies: el uso de la inteligencia antes que de la fuerza bruta —la guerra es el último recurso— y la mayor participación de las hembras/mujeres.

Dirán que eso también lo muestran las series tipo Borgen o House of Cards, pero a mí me gustan más los documentales que las series de ficción. Son más reales aunque también tengan su parte de montaje.

Tras la derrota del 28 de mayo, a Pedro Sánchez se le ocurrió que la mejor forma de demostrar que la izquierda está viva era convocando unas elecciones generales el 23 de julio. Por si quedaban dudas, esta semana los partidos en los que Sánchez confía para conservar el poder han hecho una demostración bastante más entretenida que los documentales de La 2. La izquierda, ciertamente, está viva.

Foto: KIKE TABERNER

En un primer momento parecía que el espectáculo se centraba en Sumar y Podemos, pero a última hora el líder del PSOE y candidato a la reelección como presidente del Gobierno decidió movilizar a su electorado incendiando algunos territorios liderados por barones que —hasta ahí podíamos llegar— creen que no le deben nada.

En el caso del PSPV, la humillación a Ximo Puig en la disputa con el aspirante al trono Carlos Fernández Bielsa es tan evidente, que sorprende que el todavía presidente en funciones de la Generalitat no haya dado un portazo. García-Page y Lambán dejaron plantado a Sánchez este sábado en el comité federal; Puig, doblemente humillado en las urnas y en su casa, acudió como un lobo destronado para mostrar su fidelidad y mantener un discreto puesto en la manada en busca de una incierta recompensa.

El reino animal es así de cruel. Puig abrió la campaña electoral en Mislata, el pueblo de Bielsa, y la cerró en València cogido de la mano del joven aspirante, a quien curiosamente no se le vio el 28M acompañando a su líder en la noche-funeral del PSPV. Estaría ya planificando el asalto al liderazgo del partido, que ha tenido que acelerar por el adelanto de las elecciones generales. Con el tiempo se verá que la maniobra tenía sentido: si vas a ser el nuevo líder, no dejes que una lista que es para cuatro años te la haga el cesante.

Cerrado el desagradable capítulo que podríamos titular ‘No importan las ideas sino las personas’, habitual en todos los partidos que pierden unas elecciones, Sánchez pidió este sábado a los dirigentes del PSOE unidad y dejar atrás "el ruido estéril". Unidad la habrá, pero, después de esto, ilusionar a todos para que arrimen el hombro en plena canícula puede que no sea tan sencillo. 

Podemos humillar

En el otro capítulo de esta entretenida semana, que llevaría por título ‘Podemos humillar’, hemos asistido a la dentellada definitiva que va a suponer, más pronto que tarde, la extinción de Podemos. Se la ha dado Yolanda Díaz, líder emergente en una manada venida a menos. Además de la humana, hay especies de mamíferos donde las hembras mandan bastante —los leones, sin ir más lejos— y hace poco se documentó en Japón el primer caso de hembra alfa en macacos.

Foto: ISABEL INFANTES/EP

Podemos fue un movimiento ilusionante para mucha gente en el momento de peor crisis económica y social de las últimas décadas. Tuvo un éxito fulgurante con Pablo Iglesias al mando, un éxito mayor que el de otros partidos emergentes como Ciudadanos y Vox porque fue el único que llegó al Gobierno. Lo que no previeron es que el poder podía desgastar tanto.

En el Gobierno, además de algunas iniciativas positivas que casi nadie les reconoció porque primero se las apropió Sánchez y después Yolanda Díaz, exhibieron varias actitudes que decepcionaron a sus votantes. La primera fue, tras aterrizar con mochilas, tirantes y bebés en el Congreso, su rápida asimilación dentro de la "casta" política que tanto criticaban. El chalet fue solo un síntoma. La segunda fue la contumacia, fruto de la inexperiencia, que se puede disculpar siempre que no vaya acompañada de la tercera, que es la soberbia.

Lo de la 'ley del sí es sí' ha convertido a Irene Montero en una apestada política que nadie quiere como compañera de viaje, pero se lo ha ganado. No dimitió cuando los violadores comenzaron a salir de la cárcel gracias a su ley porque confiaba en imponer un relato —todos fachas— con una argumentación jurídica reaccionaria. Una argumentación que, por unanimidad de 15 magistrados y magistradas, ha echado por tierra el Tribunal Supremo. Es una desgracia que los violadores salgan antes de la cárcel, pero ha triunfado el Estado de Derecho, que también protege los derechos de los delincuentes.

Montero tampoco ha considerado necesario dimitir tras la posición doctrinal del Supremo y uno se pregunta qué idea tiene la ministra de Igualdad de lo que es responsabilidad política. Ya no importa, la ha 'dimitido' la pragmática Díaz, quien sin ningún miramiento ni agradecimiento —no hay peor cuña que la de la propia madera— ha humillado al partido que le dio la oportunidad de ser vicepresidenta.

Imagino a Feijóo con las palomitas delante de la tele.

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