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'EL DESAFÍO ALPINISTA' este jueves en Espacio Séneca a partir de las 19 horas

Carlos Cardelle: "Cuando haces cosas que te parecen imposibles, ves que te puedes superar"

27/04/2023 - 

ALICANTE. Carlos Cardelle es miembro del equipo del Mando de Operaciones Especiales (MOE) de las Fuerzas Armadas , con sede en el cuartel de Rabasa (Alicante). Nació en Barakaldo (Vizcaya), donde creció teniendo siempre presente la montaña. La afición se convirtió pronto en una pasión que le despertaba la necesidad de ir afrontando retos nuevos, pero siempre con aprendizaje por delante. Después de conquistar cumbres como la del monte Cotopaxi (Ecuador), Kilimanjaro (Tanzania) o Kalapatar y Manaslu, en Himalaya (Nepal), trató de alcanzar su pico más alto en el Broad Peack de Pakistan el año pasado. Ahora se lanza a por el monte Denali, en Alaska. Es el pico más alto de Estados Unidos y una de las montañas más frías de la Tierra, al estar cerca del Polo Norte. Un reto que explicará este jueves en Espacio Séneca, a partir de las 19 horas, en una charla abierta al público en la que también participarán algunos de los alpinistas que le han acompañado en estas aventuras.

— ¿Qué es lo que te llama del alpinismo? ¿Qué te hizo meterte en este mundo tan extremo?

— Nací en el País Vasco y allí el montañismo es algo muy arraigado en la sociedad. Desde pequeño he vivido cerca de la montaña y siempre me ha atraído. Me gusta ir a la naturaleza. Me da tranquilidad, pero además en aquella época estaba el programa Al filo de lo imposible en TVE y me parecía impresionante lo que hacía esa gente. Ahí tendría siete u ocho años y cuando crecí un poco más me iba yo solo a la montaña.

Cuando entré en el Ejército, me metí en una unidad de montaña, entré en la compañía de esquiadores y escaladores, así que siempre he disfrutado mucho y he ido aprendiendo poco a poco las técnicas, con todo lo que conlleva. Después fui buscando gente con la que compartir esas experiencias. De hecho, a mi mujer la conocí escalando. Llevo más de treinta años metido en la montaña de distintas maneras.

— ¿Cuál es tu experiencia en los retos extremos hasta ahora?

— He ido poco a poco. No he tenido nunca la inquietud de hacer grandes cosas, sino que he ido proponiéndome un reto detrás de otro por el simple hecho de aprender y eso sí me ha hecho ir a más. En el año 2005 me fui a Perú después de hacer algunas montañas de 6.000 metros y luego empecé a hacer nuevos retos con mi compañero Alfonso Blas, con el que llevo escalando muchos años. Primero en Perú, subiendo al Tocllaeraju en 2014, y luego fuimos al Himalaya para escalar el Ama Dablam, en 2019.

En esas montañas vi aquello que veía de pequeño en la televisión. El pico tiene casi siete mil metros y nunca me había propuesto subir los ocho mil, pero una vez allí sí que me lo planteé, así que en 2021 volví al Himalaya para coronar los 8.163 metros del monte Manaslu. Lo hice solo, con un sherpa, porque quería ver si mi cuerpo podía adaptarse a subir ocho mil metros sin oxígeno. Cuando haces cosas que te parecen imposibles, ves que te puedes superar otras más complejas. El último reto fue subir el Broad Peack, en Pakistan, que también supera los ocho mil.

— Cuando alcanzas una cima así, ¿qué es lo que se siente?

— Si te digo la verdad, en la cima no siento euforia, sino que ya por fin descanso. Analizo un poco la situación y veo que me cuesta un poco respirar. Hago una fotografía. Pienso en bajar a territorio seguro y, cuando estoy a salvo es cuando me emociono. Ahí me pongo a llorar por todo lo que me ha costado llegar hasta allí. Así fue cuando conquisté mi primer ocho mil, en Manaslu, que me coincidió con una época mala en lo emocional y me puse a llorar. Se me juntaron muchas emociones. Lo más importante de todo ha sido tener a mi mujer apoyándome siempre. Eso me ha ayudado mucho.

— ¿Recomendáis al público que se atreva a introducirse en este mundo del alpinismo? 

— Es algo recomendable sobre todo para gente joven, de catorce a dieciséis años, porque es un ambiente maravilloso y al hacerlo con amigos también une mucho. Es buenísimo para la gente joven, pero recomiendo que lo hagan a través de clubes, ya que es donde enseñan bien. Hay personas que va sin experiencia y sin saber nada sobre esto. Muchas veces hacen cosas que son imprudentes y peligrosas, así que lo mejor es que te guíen por sitios y con técnicas con las que poder disfrutar y aprender poco a poco. Pero también se lo recomiendo a todo tipo de personas, también de más edad. Cualquiera puede iniciarse y disfrutarlo.

— Además de valentía, ¿qué se necesita para atreverse a hacer esos retos más extremos?

— Lo que se necesita es querer disfrutar y aprender. Por eso lo que yo recomiendo es que la gente no se meta en la montaña con la intención de hacer grandes cosas. Ir adquiriendo cada vez más experiencia es algo importantísimo, cogiendo además cierta forma física. A partir de ahí, los retos te irán surgiendo, porque automáticamente quieres ir avanzando. Pero hay que hacerlo paso a paso.

Por ejemplo, en mi caso, la primera vez que fui a Perú fue en 2005 y de ahí hasta el reto del Broad Peak han pasado ya casi veinte años en los que he ido paso a paso. Después, cuando ya has adquirido esa experiencia, el problema de estos retos es la financiación. Las expediciones son caras y hay que encontrar patrocinadores. Por eso hay gente que tiene un buen nivel, pero que muchas veces no se lo plantea porque sale muy caro, así que también hay que contar con eso.

— ¿Qué retos os planteáis en el futuro próximo y lejano?

— El 24 de mayo saldremos Alfonso Blas y yo a Alaska para tratar de coronar el monte Denali, que tiene 6.195 metros y es el pico más alto de los Estados Unidos. Quitando el monte Vinson, en la Antártida, Denali es una de las montañas más frías de la Tierra al estar cerca del Polo Norte. Es una zona muy fría y complicada, y hay que subir un desnivel de más de cuatro mil metros. Va a ser una aventura preciosa.

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