ALICANTE. El recorrido a transitar para conseguir que el edificio del hotel inacabado de La Albufereta de Alicante pueda tener el uso previsto inicialmente no será fácil. Los nuevos propietarios del inmueble, hasta ahora en manos de la Sareb, tendrán que emplearse a fondo para revisar el proyecto inicial y sus modificaciones posteriores con el fin de adaptarlo a las nuevas exigencias urbanísticas y arquitectónicas (sobre seguridad, sostenibilidad energética o accesibilidad, entre otras) que se han regulado en el ámbito municipal, autonómico y estatal desde la concesión de su primera licencia, en marzo de 2004. Solo así podrán optar a la concesión de un nuevo permiso de obra que permita finalizar su construcción casi 20 años después.
La propuesta original corría a cargo de la promotora Torre Alicante SL, con sede en San Vicente del Raspeig. Consistía en la construcción de un hotel de cuatro estrellas en las faldas de la Sierra de San Julián, con vistas a la Playa de La Albufereta y bien comunicado por el servicio de tranvía, al situarse a pocos metros de la parada de La Isleta. Las obras se iniciaron poco después de obtener licencia con la pretensión de que pudiesen quedar concluidas un año y medio después.
Sin embargo, los trabajos se prolongaron más de lo previsto y acabaron suspendiéndose en el año 2008, tras el estallido de la crisis inmobiliaria. Fuentes del despacho de arquitectura que trazó el proyecto señalaron que la obra quedó parada por las dificultades económicas que entrañaba su finalización en ese contexto, sin que sus entonces propietarios llegasen a arriesgar más para concluir el hotel. Todo, a pesar de que, en julio de 2009, se llegó a aprobar un modificado que volvía a dar alas al proyecto -ya muy avanzado hasta el punto de que se concedía un plazo de doce meses para su terminación-, con la configuración de un edificio escalonado de sótano y dos plantas para uso exclusivo del hotel. Con esos ajustes, se amparaba también la ampliación del sótano y cambios en la distribución de la infraestructura por la ampliación del solar con la parcela colindante, ubicada en la calle Sierra San Julián.
Así, se pretendía dar cabida a un establecimiento hotelero provisto de 47 habitaciones y 57 plazas de estacionamiento, en una ubicación privilegiada por su proximidad a la playa. No obstante, las obras tampoco se concluyeron entonces y el ayuntamiento acabó decretando la caducidad de la licencia en el año 2015, durante la etapa en la que las competencias urbanísticas recaían en el exconcejal de Guanyar y vicealcalde, Miguel Ángel Pavón.
En ese momento, la información oficial que facilitaron fuentes municipales al explicar la trayectoria del proyecto apuntaba que las obras ya habían quedado paralizadas en 2008, después de que el servicio de Disciplina Urbanística de la concejalía detectase que durante los trabajos de edificación ejecutados hasta entonces se había ocupado sin comunicación previa una parcela anexa no contemplada en el proyecto original. Según las mismas fuentes, esa fue la situación que llevó a concertar un modificado que obtuvo el aval municipal para que se reanudasen las obras en 2009.
Pese a todo, el edificio continuó sin terminarse. Así, ante el estado de paralización de los trabajos, el Ayuntamiento acabó acordando la retirada del permiso de obra en julio de 2015 y se conminó a los promotores a retirar la grúa que permanecía instalada en las faldas de la montaña, bajo apercibimiento de medidas de ejecución forzosa. La promotora recurrió ese decreto en reposición. Pero su recurso quedó desestimado en octubre de ese mismo año 2015. Es más, se giraron hasta seis multas coercitivas para conminar a la retirada de la grúa, hasta que la empresa promotora la acabó desmontando ya en 2018, cuando el inmueble ya había quedado absorbido por la Sareb.
De este modo, todo intento que pretendan impulsar ahora los nuevos propietarios queda abocado a obtener una nueva licencia adaptada a los requisitos normativos actuales, en una labor que requerirá actualizar el proyecto inicial. Y esa es, en principio, la aspiración que manejan los nuevos propietarios, según trascendió a finales de julio, cuando se hizo pública la adquisición del edificio, en una operación intermediada por Hipoges, a través de su sociedad especializada Domus Residencial Services.
Hasta ahora, no ha trascendido ni el importe por el que se formalizó la compra, ni la identidad del comprador, aunque fuentes consultadas apuntan a que se trataría de una sociedad gestionada por una familia propietaria de una de las empresas dedicadas a la fabricación de materiales de construcción más conocidas de la provincia de Alicante. En principio, esos nuevos dueños no tendrían experiencia conocida en la gestión de alojamientos vacacionales y no ha trascendido si, una vez finalizado, asumirán su explotación turística de forma directa.
Por lo pronto, el edificio -que se encuentra ejecutado en más de un 75% respecto al proyecto previsto- presenta ahora cierto estado de abandono que requerirá un desembolso adicional al ya efectuado como precio de adquisición para finalizar su construcción. Lo cierto es que su estructura externa está prácticamente terminada hasta el punto de que su fachada ya cuenta incluso con revestimientos cerámicos. Con todo, también presenta algunos muros por cerrar, además de muestras de deterioro producto del vandalismo y de falta de limpieza. Y a ello se añade la tarea de completar la adecuación de sus espacios internos y sus accesos.