ALICANTE. "Nueva York es una ciudad para que te oprime hasta la muerte", así de contundente se muestra Javier Calabria (1991) para situar al lector en su poemario Tres meses en Nueva York. En la ciudad que representa la quintaesencia del capitalismo estuvo trabajando para un artista alicantino y de su experiencia ha salido el libro que está presentando ahora editado por Eléctrico Romance en Puente de los espejos.
"A mí el capitalismo me gusta", puntualiza el joven escritor, "pero tiene sus cosas buenas y malas. Y cuando eres dueño del capitalismo está bien, pero cuando eres su objeto, te oprime hasta la muerte". Un ejemplo de ello lo encuentra en uno de los peores momentos que ha vivido la ciudad, "un sitio donde mueren mil personas, hacen un monumento y ponen una tiendecita donde todo el mundo compra banderitas de Estados Unidos".
En el viaje que emprende su yo poético, empieza descubriendo lo peor de la ciudad: "Cada seis minutos pasa el tren por Roosevelt Avenue / como un mastodóntico gusano borracho". Y la relación con ella le transformará hasta salir renovado. Si la filosofía existencialista transpira en estos versos, también la hay de otros creadores. "Hay más influencia aquí de Duchamp que de Lorca", asegura.
Uno de los referentes con los que ha trabajado es el ensayo de Albert Camus El mito de Sísifo, en el que el francés recupera el personaje griego que estaba condenado a subir una roca hasta lo alto de una montaña para que esta se le caiga y volverla a subir de nuevo. "La última frase del libro de Camus es hay que imaginarse a Sísifo feliz", recuerda Calabria. Esa visión pesimista de la vida pero que atisba una luz de esperanza es la que inspira estos treinta y nueve poemas. Así que, "por supuesto, podemos imaginar a Javier feliz".
"La felicidad de Sísifo residía en que era consciente de dónde estaba y lo que hacía", explica. "Hay que imaginarse a Javier consciente de cómo se mueven los hilos del sistema. Por eso Javier no vota. Por eso Javier no cree en la democracia", añade. "Pero ¿qué sentido va a tener la democracia? ¿Sirve para algo? ¿El gobierno tiene poder para decidir sobre lo que pasa en el mundo? No propongo soluciones. Es mentira. La democracia es un espejismo. Ahora y antes. Están las grandes corporaciones, la banca... Echar un votito cada cuatro años es una ilusión de poder".
Semejante retrato de la realidad social lo acompaña con "All is about power, como decía Oscar Wilde, todo son relaciones de poder. Hay que intentar no ser el sumiso. Y en eso estoy". Siete años después del 15-M, en el que participó cuando vivía en Madrid, niega que sea el desencanto por los cambios políticos el que le haya influido. "Tengo esta actitud porque leí a Foucault y a los franceses", afirma.
"Siguiendo las teoría del filósofo francés, el sistema a lo que está fuera del círculo en vez de repudiarlo lo transforma para integrarlo", razona a propósito de la evolución política del movimiento 15-M. "¿Qué hizo el sistema con el 15-M? Transformarlo en Podemos, integrarlo en el sistema. Ya está dentro. Otra vez a lo mismo". Y de ahí, lleva sus críticas a González, Aznar, Zapatero o Rajoy.
Un repaso a la situación política como el contexto del que surge la inspiración para sus poemas. Un ideario basado en la crítica. "No propongo una alternativa porque no creo que la haya. Creo que esta es la mejor de las mentiras. De momento. Pero una mentira". Y con el que prefiere centrarse antes que "las preguntas sean siempre las mismas".
"No creo en el arte con apellidos: ¿el arte social, eso qué mierda es? Eso es propaganda". Para Calabria el contexto del que nace la obra es fundamental y a él se puede remitir a través de las entrevistas porque rechaza la idea de reflejarlo directamente en sus versos: "Cuando abiertamente explicitas algo no estás haciendo arte, estás haciendo publicidad". "El arte tiene que decir cosas sin que se muestren a primera vista", sentencia.
El desencanto no es generacional, asegura. "Mis amigos de Facebook están muy contentos de que Podemos exista o que haya una revolución feminista ahora", argumenta, "mi generación cree que pueden cambiar las cosas". Una sensación que no comparte. "Si en cinco mil años de civilización las relaciones de poder siguen ahí, no van a acabar. Puede cambiar de manos pero siempre habrá alguien arriba y alguien abajo. Porque siempre ha sido así".