Para muchos a lo mejor ha pasado desapercibido pero el jueves, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, sufrió un aviso. En términos futbolísticos, sería una victoria por la mínima. Se produjo en la planta noble del edificio Prop de Alicante, sede administrativa de la Generalitat, a cuenta de la aprobación y puesta en marcha de la Agencia Valenciana de la Innovación. Como ya informara Alicante Plaza, seis de trece miembros del comité de dirección de la agencia no respaldaron la estructura de esa agencia, que se anunció para Alicante, pero que tendrá más personal en València.
Esta vez no es la pataleta del Alicantón, como ha venido denunciando el PP, o Ciudadanos, o el coro de empresarios que siempre coge el teléfono para recordar que hay de lo mío, como en los viejos tiempos. Esto fue una pataleta de parte de su propio gobierno, con la excusa de Alicante. Porque entre los asistentes se encontraban, nada más ni menos, que el rector de la Universidad de Alicante, Manuel Palomar, la secretaria autonómica de Modelo Económico y Financiación, María José Mira, los directores generales del Instituto Valenciano de Finanzas, Manuel Illueca; Universidad, Investigación y Ciencia, Josefina Bueno; Investigación, Innovación, Tecnología y Calidad, Ana María Ávila; Ivace, Julia Company, y Desarrollo Rural, Teresa Cháfer. Junto a ellos, representantes empresariales o del mundo de la innovación como el presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, Juan Bautista Riera; el presidente de la CEV, Salvador Navarro; el presidente de Redit, Fernando Saludes, y el coordinador institucional del CSIC en la Comunitat Valenciana, José Pío Beltrán. Es decir, que el mal trago que pasaron Ximo Puig y el director Agencia, Andrés García Reche, no fue cosa de un desliz o de un error: hubo palabras cruzadas y la amenaza a dejar la sala porque nadie quería contribuir a la farsa de aprobar la gestación de una agencia que se anunció para Alicante, pero que operará desde València.
Aunque la excusa fue la territorialidad, en esa votación se cobraron varias vendettas. La primera, la que mantienen de forma soterrada PSPV y Compromís, más allá de las crisis municipales de Alicante y Sant Joan d'Alacant. A los valencianistas no les ha gustado nada cómo ha gestionado Puig esta cuestión: el debate trascendió, y el temor de Compromís fue que Mónica Oltra tuviera que hacer frente a preguntas incómodas en la rueda de prensa posterior al pleno del Consell sobre la cuestión alicantina. Afortunadamente, el debate catalán con la sesión del Parlament catalán para el 9 de octubre -aunque posteriormente suspendida por el Constitucional- y el traslado de la sede del Banc Sabadell a Alicante lo eclipsó todo. Pero las abstenciones vinieron de parte de los cargos de Compromís, y del mismo rector.
Pero hay otro argumento, que quizás haya pasado más desapercibido, y con la que algunos tratan de justificar la posición contraria que el rector de la Universidad de Alicante, Manuel Palomar, tuvo en esa reunión, pese a la buena relación que mantiene con Puig. Al parecer, ese 'no respaldo' a la Agencia Valenciana de la Innovación podría estar vinculado a algún posible rechazo inicial de la Generalitat a apoyar la creación del grado de Medicina, el gran proyecto de Palomar para el próximo curso. Y la respuesta de Palomar fue esa abstención. Y cuesta saber que habrá pasado ahí, entre ese nudo de sinergias, para que el rector de la UA, conciliador con todo el arco parlamentario, haya sido el adalid de esa rebelión cuando hace apenas tres meses, en julio, con motivo de los Diàlegs d'Estiu, en la misma sede de la UA de Alicante, se deshacía en elogios -cuasi babosos- hacía Puig por la rebaja de las tasas universitarias. ¿Qué habrá pasado ahí para que se dé el cambio de cromos?
Sea como fuere, y aunque la innovación tiene fronteras, el proyecto de la Agencia Valenciana de la Innovación ha nacido con borrones, quizás por la comodidad de no querer poner la sede operativa en Alicante. Si de verdad se quería impulsar la Ciudad de la Luz, para revitalizarla y dar servicio al polo de la innovación que es Elche junto con la UA, el sitio de la AVI era ese, y con toda las consecuencias, y con todo el personal allí, y sin estridencias territoriales. Ese es también el gran proyecto de Compromís, acercar Alicante con Elche. En este caso, lo de menos es la eficiencia: lo importante era darle vida a un proyecto truncado (como es el de Ciudad de la Luz), para una ciudad o un área necesitada, y que se prometió a los cuatros vientos una noche de julio.