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en la frontera / OPINIÓN

Mazón/Barcala le birlan el Palacio de Congresos a Carlos González

2/05/2021 - 

A finales de 2018 el alcalde de Elche, el socialista Carlos González, planteó formalmente a la Diputación, regida entonces por el popular César Sánchez, la construcción de un palacio de congresos de primera división: el actual centro de congresos es insuficiente. Ya se barajó entonces una inversión histórica: 45 millones de euros. Tras las elecciones de mayo de 2019, el también popular Carlos Mazón recogió el testigo con un compromiso más o menos firme de ejecutar y financiar un proyecto que recolocaría a Elche en el lugar que se merece, como tercera ciudad de la Comunidad Valencia, como motor económico imprescindible de la provincia, saldándose además agravios históricos que se arrastran desde hace décadas.

Eduardo Zaplana instaló en Elche la Universidad Miguel Hernández(en parte para fastidiar a la UA de Andrés Pedreño), pero los terrenos lo sufragaron los ilicitanos, es decir, el Consistorio. De ahí que Carlos González acuñara el concepto de deuda histórica de la Generalitat hacia Elche. Casualidades de la vida, el importe de esa deuda, que también es moral, es prácticamente idéntico a los 45 millones que precisa un palacio de congresos de primera categoría. No sé si uno de los errores de González fue el de negociar con Ximo Puig el palacio de congresos, en lugar de hacerlo con su enemigo político: el PP. Hay un antecedente, cuando Diego Macià, a principios de los noventa, recurrió directamente al SEPES, al Gobierno central, para poner en marcha el parque empresarial de Torrellano, en vez de negociarlo con la Generalitat, presidida aún por Joan Lerma. La idea venía de antes, de los ochenta, cuando era alcalde Manuel Rodríguez. Hará un par de meses por cierto que Puig anunció la instalación en Elche de una oficinita urbanística que no se esperaba ni el propio alcalde ilicitano. La oficinita tiene nombre sonoro: Agencia Valenciana de Protección del Territorio y dará empleo a un puñadito de funcionarios. El socialista González esperaba y espera más del socialista Puig, nada de diminutivos.

Tampoco sé si el segundo error de Carlos González ha sido el empeño del emplazamiento, en un solar del barrio de Carrús que albergó antiguamente las instalaciones de la fábrica Jayton: un área congestionada de por sí y de complejo acceso a la red de autovías, rondas, y circunvalación. No digamos ya de la estacioncita del AVE en la pedanía de Matola. Ese ha sido el pretexto para que Mazón haya dilatado todo el proceso, encargando a la Universidad de Elche un estudio sobre la ubicación idónea. Pretexto, la antesala del texto. Elche dispone de paisajes urbanísticos mucho más suculentos y accesibles. Carrús, que es donde viven la mitad de los ilicitanos, requiere de otros mecanismos de empoderamiento por mucho que les pese a los de Compromís.

La noticia de construir un palacio de congresos de primera división en el Puerto de Alicante, en dos muelles próximos al complejo Panoramis, anunciada por Carlos Mazón y el alcalde Luis Barcala a bombo y platillo, y con una inversión similar a la prevista en Elche, es buena para la capital y para toda la provincia. Se salda por fin una asignatura pendiente que se arrastraba desde hace décadas, desde antes incluso que la restauración democrática, cuando en el 79 accedió a la Alcaldía José Luis Lassaletta

La noticia sería buenísima si a estas alturas del partido se hubieran subsanado las rencillas históricas entre Alicante y Elche, o entre Elche y Alicante (yo en esto tengo doble nacionalidad, lo que no sé si me confiere un punto de ventaja). Primero fue el Triángulo del Club de Inversores, el de Pepe Orts y Alfonso Vegara, luego el Plan Estratégico Territorial (Patemae) del recordado José Ramón García Antón que recogió y ejecutó algunas de las ideas del Triángulo, y luego otro plan de áreas metropolitanas, presentado por el Botànic hace tres años, y del que ya no se acuerda ni dios. Y en medio, hay que tener memoria, un conato de Zaplana para impulsar una Ley de Áreas Metropolitanas, finales de los noventa, donde Diego Macià casi se puso en huelga de hambre mientras que el PP ilicitano se hizo añicos.

 

El PP, Mazón/Barcala, le ha birlado a Carlos González, a Elche en definitiva, el palacio de congresos, para mayor berrinche del alcalde ilicitano. Se ha hecho a la chita callando, aquí han fallado las formas de forma estrepitosae incluso apelando a la Generalitat para que colabore en el plan. Solo falta que el presidente de la Autoridad Portuaria, el socialista y siempre todopoderoso Juan Antonio Gisbert, no ponga pegas, que no las pondrá; el Ayuntamiento es soberano en el diseño urbanístico. Aunque nunca se sabe: los recovecos de la burocracia son infinitos.

En síntesis: lo que debiera ser una excelente noticia para toda la provincia, un palacio de congresos en primera línea del mar, ha tenido un efecto colateral no deseado como es el monumental cabreo ilicitano. Volvemos a donde estábamos: a una miopía conceptual que ha impedido e impide que las áreas metropolitanas de Alicante y Elche, o de Elche y Alicante, conformen a pleno rendimiento (subrayo, a pleno rendimiento) unpolo de atracción económica para estar en el top-5 de España, a la atura de Valencia. O de esa Barcelona envenenada y devaluada por el secesionismo, pero Barcelona al fin y al cabo.

Queda para la letra pequeña el papel, papelazo, del PP ilicitano, desde Pablo Ruza Juan de Dios Navarro, capaz de distraerse en frivolidades, como el nombramiento de M. T Vázquez como directora del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, cuando no en absurdos, como la sugerencia que ha hecho don Pablo para que el restaurante del Parque Municipal se reconvierta en centro cultural. Ni el que asó la manteca, querido Pablo.

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