El lado bueno de la Historia. El terremoto celestial no ha acabado. Siguen lloviendo ángeles caídos, rayos en blanco y negro tras este interminable muro de Berlín del único ruedo que es ahora la vida y muerte torera y política española. Alguien caza y pinta visones silvestres contagiados en el norte de Castellón. Y en Castilla y León. Estrenamos la primavera en pleno, crudo invierno. Una nueva ola de coronavirus azota Europa. Mónica Oltra reclama ya a María Jesús Montero una financiación justa, sin más postergación. Ximo Puig se enfrenta a Isabel Díaz Ayuso “que trata a los ciudadanos como idiotas”. Comunismo o Libertad. Uno se siente del lado bueno de la Historia. Siempre contra todo tipo de dictadura. Ni la financiera. Ni la de la corrección política. Ninguna. Siempre libertad. En plena expansión fascista y negacionista de la Sohá, ni un paso atrás. La policía investiga a decenas de agentes que utilizan el uniforme para ligar en Tinder y Badoo. Folleu , folleu que el món s’acaba.
Margarita Robles y el Barón Noir -¡qué hombre! primero se tira impulsivamente de ministro a salvar el 5% y luego, con recato, pide negociaciones- Pablo Iglesias se aman a pelo, sin entorchados ni insignias: incluso desnudos. Carmen Lomana nos informa que Irene Montero hace su vida. Como tuitea Lucrecia de Borja i Barén Dels pecats del piu Déu s’en riu i els pecats de la “xona Madedéu” ens perdona. Se aprueba la Ley de Eutanasia. Íñigo Errejón advierte del grave efecto en la salud mental ocasionada por la pandemia en nuestro país y desde el hemiciclo un salvaje descerebrado que se llama Carmelo Romero del PP y que no ha dimitido -qué vergüenza Teodoro García–Egea- le manda al médico. Nevenka, un eterno ejemplo de dignidad contra estos energúmenos. Juan Broseta escribe un manual para recordar quienes hundieron el Banco de Valencia. Pedro Sánchez presenta al “Presidente Gabilondo” cuya virtud es ser “soso, serio y formal”. Consiste en que el metro pase más o menos regularmente. Pilar Lima le arrea a José Luis Ábalos por la Ley de Vivienda. Vicente Boluda se postula otra vez para ser presidente del Real Madrid. La gestión de los Fondos Europeos se atasca el Consell. Adrián Ballester consigue, casi sin hacer ruido, el tesoro para Almoradí. Catalunya pospone el lanzamiento de su primer nanosatélite. Ángel Acebes es un angelito. Juan Carlos Monedero también. Aparecen siempre en sueños, entrelazando el arco iris de Benidorm, el ecónomo de Orihuela -Alicante y el Príncipe de Johor. El Levante, bien gracias. Manolo Mata, granota perdido, culto y siempre brillantísimo, lástima que sea tan feo, se recupera leyendo a los clásicos: El Jueves. Inés Arrimadas no necesita leggins con efecto push up. Llueve en Australia. Despiadadamente.
La designación. Los renegados. Los Papas no creen Dios. En este punto y sólo en ese, el cónclave cardenalicio es inflexible: el futuro líder debe estar muy por encima de nuestro descreimiento. Y, especialmente, mucho más allá de nuestra maldad. Fumata bianca. El socialista y buen masón callosino Rodolfo Llopis vetó en Suresnes a Nicolás Redondo y a Alfonso Guerra. Salió Felipe González. Pasaba silbando por ahí. Casualmente. A Juan Carlos I, la intuición le incitó a elegir al que le disputaba la fuerza y el empellón y los sacrosantos jadeos de las vedettes. Bueno, no, espera, y los de las demás: Adolfo Suárez. Nada improvisado. Como el 23 F. Fraga Iribarne en un dedazo sideral designó sin “ni tutelas ni tus tías” al más cínico, hábil, traidor y macabro que encontró entre los que traicionaban: el superviviente de la guerra José María Aznar, el heredero. Su Lolita. No destaques, hijo mío. Franco siguió el ancestral ejemplo de la España eterna: fusiló hasta al final y se enterró en cal viva pesando piel muerta y cazando supervivientes. Desaparecido en vida exhibiéndose, off course, solo en el Nodo y el Hola – siguiendo la estela Windsor- mientras amasaba fortuna. La familia Monster. Murió en la cama. Algunos de Ciudadanos todavía creen de Dios.
El bucle. La desbandada. La reunificación. Ya vienen. Regresa el Frente Nacional contra el Rojerío Mundial. Luis Barcala es el asesor de Carlos Mazón. Se oyen los tambores de la caballería de Vox en la diputación. Anillos de palmeras contra ratas. Ese es el mensaje viral que nos llega incesantemente a Ximo Puig, Andrés Pedreño, Juan Ramón Gil, y por ahí seguido, en fin, pilarín, a todos lo que tienen papel o el ciruelo en flor hasta un humilde servidor. Días agitados para un inquietante Edmundo Bal en la España postpandémica. Hilos de oro que desaguan en la hamburguesería de Emilio Argüeso, Marta Martín y los que están preparando su salida ordenada hacia el PP. Toni Cantó siempre pretenderá, en totes les falles i festes grans, ser el ninot indultat. Con permiso de Miguel Bosé. La reina de la Plaça de la Mare de Déu dels Desamparats. Aunque el más guapo y dispuesto de València de la camada ha sido y será Nacho Duato. Hasta los sacristanes suspiraban y rezaban y toda la Plaza de la Virgen -incluidos los Santos Apóstoles- guardaba silencio cuando cruzaba como una gacela sonriente a punto de ascender a los cielos. Cantó siempre ha sido eso: lo que le cuelga. Ni una palabra más. A partir de aquí vamos al juzgado directamente. El suscriviviente y el que escribe aquí al lado, Antonio Zardoya. Que ahora justo se está descojonando. Qué escándalo cae Facebook, Instragam y WatsApp.
Monseñor Antonio Cañizares pide que recemos tres Ave Marías por un verdadero inútil, Amadéu Mezquida, estratega de Joan Ribó, por comparar el MareMovil con el Teresa Campos Móvil. Carolina Berrocal lanza en cómic Doña Concha: la rosa o la espina sobre Conchita Piquer. Paco Sanguino ha sobrevivido admirablemente y con pura dignidad e inteligencia una semana más. Natxo Bellido y Xavier López también. 532 aniversario del Milagro de la Lágrima. Beatriz Montañez, la belleza ermitaña. Los símbolos no se tocan. Sí, Dios ha muerto.
Viento helado. Nieve roja. En la plaza de mi pueblo, la Vall de Almonacid, se les han caído los lápices en el teclado: intercambian semillas. Los siete niños de la escuela suben a por la oliva, riegan la huerta, se resguardan en las casetas de piedra seca. Y sueñan con islas, el futuro y ser sus abuelas cantando desnudas en el río. El pico Espadán nevado, enterradas por el viento las trincheras y el nevero, exuda, retruena contra la oscuridad en una tranquilizadora sonoridad átona Leonard Cohen. Estoy firmando papeles en el banco. Tumbado en la camilla. Me lanzo al vacio del acantilado y la sal cortante y seca me cicratiza las heridas. Mi nunca bien ponderado ni pagado Herr Direktor Miquel González no acude al hospital. El único consuelo en este segundo es usted, querido lector. Que me acaricia con sus ojos y pregunta por Inma De la Concepción.