ALICANTE. "Para mí, los mayores músicos del mundo son los flamencos, porque no han estudiado música y si se me ponen delante se me caen los pantalones". Resulta paradójica esta opinión en boca de un artista tan polifacético que, viniendo de un mundo clásico y sin dar de lado a esta música de grandes compositores, giró el timón hacia el mar del rock, el jazz y la electrónica, entre más estilos. Jorge Guillén (Madrid, 1990) es el capitán de Strad, una agrupación de cinco músicos que este viernes, 10 de mayo, pondrá en pie a los y las asistentes al concierto de su gira Strad, el violinista rebelde en el Aula de la cultura CAM de Alicante.
Un espectáculo vivo, en el que el directo y la espontaneidad son los dos hilos conductores. Tanto que el contenido del concierto todavía no está decidido: "El repertorio lo vamos variando cada momento; no lo vamos a saber hasta que estemos ahí encima", revela el músico. "A mí mi banda me odia, porque nunca hacemos un concierto igual; siempre estoy cambiando cosas", comenta con sarcasmo. Sin embargo, adelanta que "va a tratarse de un concierto lleno de novedades" y que tienen "muchas ideas nuevas y un par de temas" que quieren estrenar, aunque esperan a que llegue "el día perfecto para hacerlo". Este espectáculo atrae a público de diferentes edades y gustos musicales a escuchar y participar de una hora y media de estilos tan variados como el rock, el flamenco, el clásico, el jazz y la electrónica. "Me gusta mucho dar caña, sobre todo para despertar en el escenario, pero también necesito momentos de relajarme en el concierto", expone Guillén.
Es esta energía lo que distingue al violinista que, a través de la rebeldía con la que pinta a la música, está consiguiendo un nuevo estilo, una nueva manera de entender y hacer música: "Yo creo que esta evolución era necesaria; la música clásica tenía fecha de caducidad para el público joven", considera casi profético. Pero de esta música indomable no es el inventor, ya que su mentor también sigue esta misma línea. Muchas personas tienen como referente de violinista contemporáneo al conocido Ara Malikian, con quien Guillén ha tocado desde su corta edad de nueve. Veinte años que vuelven inevitables los parecidos: "Yo a Ara le debo mucho y he aprendido muchísimo de él. Ambos vemos la música de manera distinta al resto", expone el artista. Sin embargo, advierte que sus propios gustos lo llevan a elaborar "un espectáculo más improvisado, quizá no tan cerrado", por lo que para originar esta nueva gira analizó los elementos que echaba en falta del espectáculo de Ara y pensó en qué podía aportar, lo que le llevó a introducir "cacharritos que consiguen que el público sea más partícipe y juegue" y a dotar de un cierto protagonista a la banda, desligándose de la idea de que desempeñan el papel de acompañantes del violinista.
Aunque supone una verdad extendida que Guillén toca como los ángeles, por su manera de expresarse con la música, por la puesta en escena y por la vestimenta de los shows, se adaptaría más a su figura atribuirle que toca como los demonios. Unas formas y contenidos que marcan tendencia, pero de lo que más orgulloso se siente es cuando, tras un concierto, algunas madres le confiesan que sus niños o niñas estudiaron violín y lo dejaron, pero que antes de salir del teatro en el que han sido testigos del show de Guillén les han pedido volverlo a retomar. "A mí esto me flipa", admite el artista, "incluso hay algunos que se han tintado el pelo de rojo", imitando a su nuevo influencer musical.
Motivar al público infantil cobra aún mayor relevancia cuando se trata de instrumentos vinculados históricamente al mundo clásico, un muro que Guillén está derribando, "una ruptura necesaria para intentar acercar de una manera menos formal instrumentos como el violín, aunque se puede lograr perfectamente con otros instrumentos", matiza el madrileño. Además, subraya que se trata de "un paso importante para el violín y la música clásica en general". Y es que garantiza que él mismo odiaba la asignatura de música en el colegio porque no le motivaba. Pero el de Guillén no es el único caso, ya que muchos niños y niñas ven en la música una disciplina aburrida de aprender, según opina el violinista, porque "lo relevante en la música es la práctica. Creo que a los niños no les importa cuándo nació Beethoven, sino que debemos ponerles a hacer los gamberros, a experimentar con instrumentos para que les guste de verdad", enfoca Guillén su postura educativa.
Y es que no se deben olvidar sus raíces, porque "la música siempre ha sido calle, no un teatro", recuerda. Y añade que no entiende que "la música tenga exámenes, ya que se basa en la experiencia y en permitir que los alumnos y alumnas prueben y experimenten. Ese es el examen de la música", sentencia el violinista. Pese a estas innovaciones en el terreno clásico, la industria sigue estando azotada por el elitismo y las formalidades que la envuelven desde que Bach era contemporáneo, una situación que no solo es responsabilidad de los profesionales del sector, sino también de los políticos, según defiende el rebelde, porque "mientras que los cargos de cultura los ocupen personas que nunca han estado metidas en la cultura o que nunca se han subido a un escenario las cosas no van a funcionar". Y testifica por su propia experiencia que "la situación cultural en España por parte de algunos ayuntamientos es vergonzosa".
Después de escuchar a su violín cantando temas de Michael Jackson, Extremoduro, Queen, AC/DC, Triana, pero también las danzas húngaras de Brahms, serenatas de Mozart o La vida breve de Falla, pocas composiciones quedan que no se haya atrevido a interpretar en concierto. Sin embargo, revela que le "encantaría tocar alguna canción folclórica mítica, estilo Rocío Jurado", pero advierte que se trata de "música muy difícil de transmitir a través del violín". Aunque Strad nace en 2015, la gira de el violinista rebelde cuenta con medio año de vida, desde que se embarcaron en este proyecto en noviembre. "Nuestra idea es seguir concierto a concierto, provocando que la gente se vuelva adicta a venir a nuestros espectáculos y nosotros a verles", desea el músico. Además, revela que están empezando a dar un paso más allá, abriendo posibilidades de que el show viaje hasta lugares como México, Argentina, Italia o Inglaterra: "Es llevar el espectáculo a otros idiomas y a otros gustos musicales y nosotros tenemos la obligación de adaptarnos a eso, siempre desde lo que nos gusta. Pero es un paso que nos apetece", promete Guillén.