ALICANTE. César Sarachu (Baracaldo, 1958) tiene uno de esos portes que destilan una gran vida interior, pero así, como si nada, como si no fuera con él. Parece atesorar una cantidad de vida, de pensamientos en su cabeza que cuando le miras puedes llegar a pensar que hace un buen rato que nos ha abandonado. Pero no. César está ahí, atento. Y según cuenta, personajes como Esteban de En la Orilla, la obra de Rafael Chirbes que protagoniza y cuyo estreno absoluto tiene como escenario el Teatro Principal de Alicante, le llevan a ese estado de ensoñación que en muchas ocasiones le tiene más allá que aquí: “El otro día iba a prepararme un poco de pasta, y bueno iba a coger los macarrones y de repente dije... ¿Uy, qué iba a hacer yo? Y luego ya cogí los macarrones y luego otra vez ¿Uy, pero qué iba a hacer yo?” Será su intensidad a la hora de interpretar, será su sabiduría y ese aire de que le dé todo un poco igual. Pero Sarachu dota a sus personajes de algo especial, de algo diferente, no es solo su aspecto es como dota a aquellos a los que interpreta de un halo especial. Será porque ha conocido mundo, será porque ha vivido en un país como Suecia. Sea como sea, su afabilidad, su simpatía, su desapego y su calidad como actor le han llevado a que Adolfo Fernández se fijase en él para encabezar el reparto de la adaptación teatral de la obra de Chirbes En la Orilla.
-A pesar de que tu presencia en el cine y la televisión en España es constante en estos últimos años, tu trabajo teatral se ha centrado principalmente en tu vinculación con la compañía Unga Klara de Estocolmo. ¿Cómo surge este proyecto con Adolfo Fernández?
-Nosotros nos conocíamos, habíamos trabajado juntos. Pero puede ser que fuese por el año 90, por ahí. Lo que ocurre es que yo vine luego a Madrid, al Festival de Otoño con una obra que había hecho en Londres, que se llamaba El Maestro y Margarita, versión de la obra de Bulgakov, ahí me volvió a ver y creo que ahí, dijo “hombre... César”... Y creo que fue también un poco como el momento en el que yo decidí volver a trabajar aquí en España. Fue Adolfo quien me comentó que estaba pensando hacer una versión teatral de En la Orilla. Yo no lo había leído, la verdad, no lo había leído. Fue a partir de entonces, porque lo que me contó me pareció interesante, que lo empecé leer, También su obra Los viejos amigos, algún ensayo... Me pareció una gran obra cuando la leí. Me interesó el proyecto y le dije que sí, y que me gustaría mucho trabajar con ese texto. Y así fue. Luego empezamos a trabajar. Pasó el tiempo claro, porque ha llevado un tiempo conseguir la producción.
-¿Cuál ha sido el cimiento principal sobre el que has construido este “Esteban” teatral?
-Me baso sobre todo en la novela, Ángel Solo y Adolfo han hecho la versión con la que estamos trabajando. Aparte está la novela. La novela es un material que … vamos, ahí tengo todo lo que necesito y más, Esteban es el personaje que va llevando la historia, el que lleva la narración, y siendo Chirbes el grandísimo escritor que es... Como va dibujando este personajes tal como es él y su relación con el resto de personajes; su punto de vista. Lo que tú ves ahí, lo que él dice, y después lo que uno como observador considera que puede ser más verdad o más mentira; dónde él, digamos, está siendo más honesto o menos honesto. Sus partes positivas y negativas. Además lo describe con una literatura con una lengua que es tan brillante... Yo siento que ahora que estamos llegando al estreno, te diría que estoy empezando con el personaje. Todavía hay una cantidad de material para ir trabajándolo, para ir incorporándolo, que... vamos... Te diría que es riquísima la novela, no hay necesidad de buscar más allá. Un proyecto de teatro para mí siempre es así. El primer contacto es conocer el texto. Ese texto lo vas relacionando con otro. Comienzas a meterte en todo lo que es el contexto, la época. El momento, la sociedad, dependiendo de qué momento sea. Luego empiezan los ensayos. Pero claro, una buena obra, un buen personaje necesitas tiempo para ir entendiéndolo, vas quitando capas, vas intentando meterte en ello, entenderlo.
-¿Luego el personaje de Esteban está todavía en creación , en proceso de desarrollo, se está forjando aunque está ya ahí el estreno?
-Todo es un proceso, y el estreno es una parte de ese proceso, una parte importante, porque es el momento en el que vas a poner eso que llevas trabajado tanto tiempo en contacto con el público, y eso te va a dar nuevas pistas. Nuevos puntos de vista, nuevas orientaciones. Luego también pues el hecho de ir actuando, si hay suerte claro, y puedes ir teniendo funciones. Todo buen personaje nunca acabas de... yo por lo menos, mi manera de trabajarlo... yo no voy a decir nunca: esto ya está. Al contrario, siempre dejar la puerta abierta a seguir trabajando, vamos a seguir sintiendo, vamos a ver lo qué pasa. Vamos a ver con qué nos sorprende el personaje cada día. Y en ese sentido... Esteban... Buah!!! Yo estoy en un punto, en el del estreno. Pero yo estoy convencido, creo que cuando lleguemos a la función 30 quizás empiece a tener cierta claridad. Nunca se acaba, nunca se acaba. Y ya te digo, un estreno para mí un punto de partida, nunca una llegada, nunca un final para la construcción del personaje. Para decir, a partir de aquí seguimos, seguimos.
-César, tú has vivido durante una buena temporada en Suecia. La sociedad sueca construye su identidad colectiva sobre la moral pública, siempre se encuentran entre los 5 primeros en el Índice de percepción de la Corrupción que publica la Organización para la Transparencia Internacional. ¿Cómo se ve el fenómeno que retrata “En la orilla” desde tu perspectiva “hispano-sueca”?
-Yo creo que el poder tiene esa tendencia a la corrupción, es inevitable. Ahora, es verdad que lo que llevamos viviendo en España desde hace unos años es... es... algo que uno no se podía ni imaginar. La corrupción, a qué niveles existe esa corrupción, que tras esa corrupción esa gente tenga que pasar por unas elecciones y que sigan saliendo elegidos, que sigan estando ahí, sacando más votos que nadie les pare... Son cosas que, la verdad, es interesante estudiarlas. Yo creo que en Suecia, aun habiendo también corrupción, porque es algo natural en el poder, no es a este nivel. Cuando lo cuentas allí la gente se queda sin palabras, al saber en qué nivel estamos. Y mira en que punto estamos ahora, con el juicio de la Gürtel, con el de las tarjetas black, y Chirbes ahí es brillante en describir esta sociedad, esta corrupción y esta miseria en la que estamos. Y lo hace de una manera en la que él no juzga, describe, pero lo describe con una fuerza, con una verdad, con un lenguaje... De alguna manera es inmisericorde. Cuando estaba leyendo En la Orilla, no podía decir “ahora me leo 100 páginas”, no podía. Me leía 20 y tenía que descansar. Porque en muchos momentos sientes una opresión en el pecho por esa fuerza con la que describe esta sociedad en la que hemos acabado. No sé... ese desparpajo, podemos decir, con el que el poder maltrata... Esa miseria en la que mucha gente está viviendo. Cómo se lee el relato de un padre que dice “yo no tenía nada que dar de comer, yo es que no tenía nada, la nevera está vacía. Hay días que me salgo a un descampado para llorar, para que no me vean mis hijos llorando, porque no tengo ni un yogur para que se lleven a la escuela”... Toda esa miseria, cuando ya no tienes nada, pero te das cuenta de que tienes que comer todos los días. Todo ese relato... Cómo lo cuenta...
En Suecia todavía hay una conciencia social de que hay determinadas cosas que no se pueden permitir. Aunque toda aquella solidaridad, toda aquella conciencia solidaria del Estado del Bienestar, del tiempo de Olof Palme, todo aquello e creo que empezó a morir con el asesinato de Palme también... Creo que todavía algo queda, todavía creo que allí hay una conciencia de que esta sociedad la hemos creado entre todos y debemos defenderla entre todos. Aun habiendo corrupción, lo que ocurre aquí yo no... hoy día no me lo imagino allí. Allí habría una respuesta. Porque lo que hay aquí es ya una desfachatez tremenda.
-¿Crees que existe la necesidad de que obras como esta lleguen a los teatros, porque quizás sea de las pocas formas que hay de poner un espejo frente al espectador, frente a la sociedad en la que vivimos para que se vea reflejada en él?
-Creo que es importante y bueno, habrá que juzgar si esta versión que hemos hecho, calibrar nuestra responsabilidad como equipo, ver donde se ha llevado a Chirbes. Pero yo ya te digo: la literatura de Chirbes me parece muy necesaria. Es un hombre de una consecuencia, de una responsabilidad, de un civismo... Un escritor que no se ha dejado adular por nadie, no se ha dejado tentar por ninguna moda. Sin conocer toda su obra, sin conocerlo todo, me da la impresión de que es un hombre consecuente con su trabajo de literato en este caso y con una responsabilidad cívica. Por eso es importante que esto se lleve a escena. Y que se vea. Porque habrá mucha gente que esté allí, que vea la obra, que no conozca a Chirbes, que no lo haya leído. Y ahora lo va a ver en teatro, si podemos llevarlo a la mayor cantidad de sitios posible. Que lo vea allí y que la gente vea esto y creo que la gente lo va a sentir, de verdad, va a reconocerse, y va a reconocer las situaciones. Y es lo importante ¿no? Que la gente se vea en la obra y que de ahí surja una crítica, un comentario, un debate. Creo que hay que seguir con ello, porque creo que esta situación es algo a lo que hay que poner remedio. Porque estamos en una situación ante la que es difícil tener esperanza. Es triste, creo que hay que recuperar otro espíritu, hay que reinventar la democracia, volverla a ganar. No sé cómo pero...
-Estreno en Alicante, trabajo de ensayos en Madrid, producción mixta con la participación de K producciones, La Pavana, Diputación de Valencia, Centro Dramático Nacional, Emilia Yagüe Producciones ¿Algo se mueve en el teatro español... o todavía está tocado?
-Todavía lo del IVA del 21% sigue haciendo mucho daño y nadie se da por aludido. La verdad, no lo sé. Este es un gobierno que no ha estado nunca interesado en la cultura. Todo lo contrario. Creo que han visto la cultura de una manera infantil y también inculta, la han visto como a un enemigo. No les interesa. Lo cual es una tragedia para una sociedad, porque una sociedad inculta es una sociedad pobre. Es algo de lo que ahora mismo estamos hablando, parte de la salida a toda esta situación pasa por llevar la cultura a la gente, acercar la creatividad a la gente. Quizás por el mero hecho de estar en el poder, este gobierno trabaja en el sentido contrario con una desfachatez enorme. La situación es dura, es difícil pero hay que seguir ahí. Hay que seguir trabajando, y esperando que poco a poco la sociedad, la gente que no piensa como ellos -que es mucha- vaya forzando que ellos también vayan cambiando. Hay que hacer ver que la cultura es la parte vital de una sociedad. En Suecia, en Francia, es impensable un gobierno con tal desprecio por la cultura. Si se diese el caso habría una respuesta, habría una contestación. Hace poco leí una noticia que decía más o menos así, el 30 % de los españoles no lee... Hombre...creo que ahí tiene que salir el responsable de cultura y al menos decir “nos preocupa”. Aquí nada, es un silencio total, es como que... todo esto que están haciendo de quitar la filosofía de los estudios... ¿pero qué quieren? Esto no se puede permitir... La cultura es importante, lo es para la gente, que la gente se sienta creativa, la creatividad es importante.