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la nave de los locos / OPINIÓN

Un último empujón

Foto: EDUARDO PARRA/EP

Puede que la pesadilla esté llegando a su fin. Si no es ahora no será nunca. España se la juega en las elecciones del próximo domingo. Hay que votar contra Sánchez y borrar hasta la última huella de su legado.

17/07/2023 - 

Con estos calores da pereza y es aburrido escribir sobre política. A poca gente le interesa a estas alturas. Lo que te pide el cuerpo es hablar sobre el vestido nupcial de Tamara Falcó, injustamente criticado por clásico y un tanto rancio, o del próximo retoño del semental Bertín (¿fue en su casa o en la de ella?). Pero hay artículos que se escriben no por placer sino por obligación. Este es uno de ellos.

Me cuesta admitirlo, pero es cierto que he escrito demasiado sobre el presidente maniquí y su banda. No sé si algún día me lo perdonaré. Ha sido en legítima defensa. Desde que comenzó la pesadilla de esta legislatura, nuestro Dorian Gray gobernó contra la mitad del país en la que me incluyo. Cada ley, cada decreto, cada orden que ha emanado del Ejecutivo ha tenido por finalidad humillar a esa media España que no lo votó a él ni a sus desaprensivos socios.

Los candidatos a la presidencia del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez (i) y el popular Alberto Núñez Feijoo (d), antes de iniciar el debate electoral. Foto: EFE/JUANJO MARTÍN

Sánchez —le concedemos el premio de llamarlo por su apellido— ha gobernado sólo para los suyos, a diferencia de otros presidentes. Su política ha sido sectaria y cainita, consistente en levantar trincheras allí donde no las había. Ha enfrentado a los españoles. Ha dividido el país en buenos y malos ciudadanos, en demócratas y fascistas, con grave amenaza para la convivencia.

Un villano de la historia de España

Tengo para mí que Sánchez es uno de los villanos de la historia de España. Cualidades le sobran. Esta es una opinión controvertida, a la espera de que su gestión oculta, en especial su relación con Marruecos, salga a la luz. Quizá no interese que se haga pública. Los unos y los otros se protegen entre ellos. De lo que no cabe duda es que Sánchez ha sido el peor presidente desde las primeras elecciones libres de 1977. Un castigo para España en el peor momento posible.

Después de este quinquenio ominoso, España es un país menos libre, más pobre y desigual, e irrelevante en el mundo. Y sin futuro para los jóvenes, a quienes el Gobierno pinocho intenta corromper con toda clase de dádivas.

El candidato popular a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo. Foto: IÑAKI BERASALUCE/EP

La realidad ha librado un durísimo combate con la propaganda desde 2018. Ha sido una lucha a muerte. A un lado quedaban el paro, las colas del hambre, la subida de los precios de los alimentos y la energía, el déficit y la deuda descontrolados, el colapso de la Justicia, la colonización de las instituciones, la demolición de la enseñanza, el sacrificio del pequeño comercio en beneficio de las multinacionales de la tecnología, y la gestión cruel e ilegal de la pandemia, y al otro han estado los gacetilleros del poder, siempre al rescate para tapar las mentiras y las tropelías del Gran Cacique, valedores de un relato al que se le han visto las costuras. No da más de sí.

La realidad vence a la propaganda

La realidad, por fin, ha noqueado a la propaganda, de la misma manera que lo hizo el discreto Alberto (¡cuánto nos hizo disfrutar a mi madre y a mí!) poniendo contra las cuerdas al candidato maniquí en el debate del día 10. Era la primera vez, en cuatro años, que Dorian Gray debía confrontar su gestión, en igualdad de condiciones, con el jefe de la oposición. Y fue vapuleado sin compasión. Ahí se vio lo que es Sánchez: un tipo arrogante, mentiroso, agresivo, el Tony Manero de la política nacional, si se me permite la expresión del periodista Ignacio Ruiz-Quitano.

Un panel con casi todos los carteles electorales arrancados, en Catarroja.

“Queda una semana para librarse de Sánchez. Hay que votar, aun con bañador y en chanclas. Nada hay ganado todavía”   

Queda una semana para librarse de él. Falta un último empujón. Hay que votar, aun con bañador y en chanclas. Nada hay ganado todavía; Sánchez retiene el Estado a su servicio, si bien el objetivo está más cerca. Debemos confiar en que la campaña siga su curso y que ningún acontecimiento traumático trastoque el resultado de las urnas, como sucedió hace casi veinte años. Me ofrezco, si es menester, como cartero interino.

Sí; ha llegado la hora de echar a Sánchez, el autócrata, el hombre que se negó a ser mi presidente y el de media España. Votar contra él este domingo es un deber casi patriótico, una cuestión de mera supervivencia como nación.

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