ALICANTE. El sector textil ha sido uno de los protagonistas indudables de la pandemia, y especialmente de la primera ola, cuando ante el desabastecimiento de material de protección (y hasta que las mascarillas higiénicas se popularizaron en los estantes de los supermercados) se lanzó a producir masivamente EPI aprovechando su know how y las materias primas en stock. Una de las firmas que lideró el 'cluster de la mascarilla' en la provincia de Alicante fue la contestana Textisol, firma de referencia en el segmento de los materiales 'no tejidos' para uso higiénico o sanitario, y las cuentas anuales de 2020 reflejan que la empresa superó con nota el ejercicio.
Pese a las dificultades para desarrollar su actividad normal y la forzosa reconversión durante unos meses, Textisol finalizó el año 2020 con un volumen de negocio muy similar al del último ejercicio prepandemia, con 42,13 millones de euros (43,1 millones un año antes), pero además las medidas de contención adoptadas ante la incertidumbre limitaron los gastos de explotación (excepto los de personal, que se incrementaron ante la carga de trabajo) dando como resultado un beneficio de 2,7 millones de euros, casi cuatro veces más que el año anterior (750.000 euros).
Pese a reducirse los ingresos un 2,25% respecto a 2019, la empresa logró mejorar notablemente su rendimiento al contener el gasto sobre todo en aprovisionamientos (cierto que durante unos meses, la llegada de mercancías se complicó notablemente), mientras que no escatimó en salarios: 3,95 millones de euros en sueldos durante 2020, frente a los 3,11 millones del año anterior. Casi un 25% más (la plantilla aumentó asimismo en ocho personas). Con un resultado de explotación de 3,7 millones (1 millón en 2019) y un impacto apenas perceptible del resultado financiero, el beneficio neto de la empresa al cierre del 'año de las mascarillas' se disparó hasta los citados 2,7 millones.
Los administradores de la empresa, que pese a la situación destinaron 3 millones de euros a inversiones durante 2020, cuatro veces más que en 2019, esperan para el año en curso una situación igual de incierta, toda vez que el impacto de la pandemia en la economía mundial sigue muy presente. "No obstante, la sociedad
sigue manteniendo una sólida cartera de clientes y productos que le permiten mantener cierta visibilidad en los ingresos futuros", indican. Por otro lado, "la eficiente y saneada estructura financiera junto al excelente posicionamiento estratégico permiten afrontar futuras inversiones que contribuyen al crecimiento rentable".
Textisol, fundada en 1972, está especializada en la fabricación de fibras no tejidas (se unen por procedimientos mecánicos, térmicos o químicos) que tienen numerosas aplicaciones: desde productos de limpieza como bayetas o fregonas hasta textiles técnicos para la construcción, pasando también por los productos sanitarios y de higiene. Precisamente, su especialidad en este último segmento llevó a la firma contestana a aliarse en 2019 con la firma francesa Lemoine, líder europeo de la categoría y uno de sus principales clientes: ambas empresas fundaron Lemoine&Textisol Cotton Industry, para fabricar productos higiénico-sanitarios elaborados con algodón.
Lemoine&Textisol Cotton Industry, participada por las dos firmas, tiene su sede y centro productivo en la localidad alicantina. La firma nació con un capital de 100.000 euros, aportados al 60/40 por la firma francesa y la alicantina, y para dirigirla se constituyó un consejo de administración mixto, con dos representantes de cada socio.