Temprano despunta junio en mi timeline de Twitter. Todo a costa de una página satírica local, Viscalacant, a la que la Federación de Hogueras (de las cosas que se queman, dicen ellos, con grandísimo acierto) ha prohibido hacer sátiras. Que es como si los militares prohibieran acatar órdenes. Es normal que un grupo tan abiertamente cerrado y opaco como la Federación rechace la disidencia. Todo tipo de disidencia. Pero abominar de la sátira supone pretender erradicar el único rasgo distintivo e innato de unas fiestas que nacieron de la mente de un gaditano que quiso copiar las Fallas. A lo mejor, a los líderes del cartón-piedra efímero les conviene leer algo más que las portadas de los llibrets y las crónicas en que se les agasaja. Para entender lo que se supone que hacen.
Al parecer, fue el propio Manolo Jiménez, presidente de la cosa, quien exigió, con la impunidad de que se creen investidos, que la gente de Viscalacant retirara alguna de sus noticias burlonas, más alicantinas que la coca de mollitas y evidentemente falsas. Lo que Jiménez no supo ver es que nadie puede creer que una candidata a bellea matara a una cantante de fados lisboeta por confundir las Hogueras con las Fallas. Más que nada, porque fuera del entorno más cercano, nadie conoce las fiestas alicantinas, pero sí las valencianas. A ver si con otro ejemplo se ve más claro. Si yo escribiera, por ejemplo, que la NASA ha desistido de encontrar vida inteligente en la Federación de Hogueras, nadie me creería, porque todo el mundo sabe que la agencia espacial americana no tiene presupuesto para nimiedades. Esta sería una muestra más de sátira, que tiene que ser necesariamente hiriente para causar gracia, según la Real Academia. De hecho, es lo que los miembros de la federación podrían leer en los carteles de los monumentos si no estuvieran tan preocupados en hacerse los importantes y en descifrar de dónde llegan los vientos de la política.
Vosotros, los que quemáis cosas, no sois los más indicados además para decir a los demás lo que deben hacer. Quizá si alguna vez escucharais las propuestas de racionalización de las fiestas que lanzamos aquellos a quienes molestáis cada mes de junio, podríamos hablar. Si eliminarais la carga de barracas del centro para no cortar tanta calle, si estudiarais la posibilidad de reducir el ruido, si controlarais el gasto inútil de la iluminación, si acatarais la normativa en torno a la venta de petardos y de alimentación en puestos ambulantes, si tratarais mejor a la mujer en vuestros actos, si permitierais la libertad de pensamiento, si no organizarais actos en el extranjero con desembarco desmedido de políticos, si os ciñerais a los cuatro días con los que nacieron las Hogueras, si no gastarais para unos cuantos dinero público que procede de los impuestos de todos, si no os ensoberbecierais como si acabarais de descubrir la cura del cáncer, podríamos hablar. Igual que hablaríamos si quisierais escuchar a los que trabajamos esos días, a los que nos vemos obligados a exiliarnos. E incluso a los que no sabemos encontrar el timbre de la casa de Sonia Castedo, ni siquiera pidiéndoselo a los Reyes Magos. En esta última frase, Manolo, no hay sátira. Hay ironía.
@Faroimpostor