El dispositivo para la cremà divide Alicante en seis sectores, cada uno de los cuales con seis equipos, de entre dos y cuatro bomberos por equipo. Es decir, se movilizan alrededor de un centenar de bomberos durante la noche en que arden los monumentos
ALICANTE. Hablar de les Fogueres es hablar de fuego y, con la presencia de este elemento, la seguridad se vuelve fundamental. Es ahí donde entran los hombres de las llamas. «A los bomberos nos gusta la fiesta de Fogueres como a todos y disfrutamos mucho con la cremà, pero siempre hay que priorizar la seguridad», manifiesta David Moratilla, suboficial de Bomberos y jefe del operativo de la cremà, cuando Alicante Plaza le pregunta por el equilibrio entre trabajo y emoción la noche del 24 de junio. Y asegura que, aunque la formación como bombero es «específica del fuego», todo el cuerpo del servicio de prevención, extinción de incendios y salvamento (SPEIS) se prepara para el dispositivo especial, «para que todo salga bien cuando llegue el momento».
El dispositivo para la cremà divide Alicante en seis sectores, cada uno de los cuales con seis equipos, de entre dos y cuatro bomberos por equipo. Es decir, se movilizan alrededor de un centenar de bomberos durante la noche en que arden los monumentos. Un número al que habría que sumar los equipos de apoyo, como Policía Local y Protección Civil, además de los cuatro drones que sobrevolarán la ciudad. Moratilla es el jefe del operativo, por lo que durante la noche de las pavesas supervisará la cremà de la hoguera oficial, en la plaza del Ayuntamiento, y dará apoyo a alguna hoguera de mayor calibre o donde se pueda producir alguna incidencia.
Por su parte, la cifra de vehículos movilizados asciende a unos treinta, entre el parque móvil de Bomberos del SPEIS y el del Consorcio Provincial de Bomberos, destacando la novedad de situar un vehículo en la zona de Gran Vía, a la altura del hospital, por eventuales intervenciones extra. «Con esta ubicación, es posible cubrir la zona sur, la norte y el centro si fuera necesario», explica. E insiste en mirar primero por la seguridad —con una preparación para Hogueras que comienza en marzo— antes de dar paso a la diversión, como ocurre con la banyà: «Nosotros no la iniciamos hasta que no ha caído el remate de la hoguera y hasta que el riesgo no ha disminuido», remarca.
Sobre la emoción de la cremà habla también Rafa Arnau, bombero y, además, constructor de hogueras, quien traslada que quemar un monumento construido por uno mismo es «una emoción superior». Este año es autor de tres infantiles: Bulevar del Pla, Monjas - Santa Faz y San Agustín, e informa de que en su turno quemará una de ellas. Sin embargo, la cremà que recuerda con más cariño es la de 2015, cuando su hija fue bellesa infantil de la hoguera a la que Arnau pertenecía y en la que él mismo construyó y quemó su primer monumento. «La banda de música tocando, yo entregándole un ninot a mi hija de recuerdo, con la manguera preparada, mi hija prendiendo la traca… Fue muy emocionante», rememora.
Aunque coincide con su compañero Moratilla en que esa emoción viene después, ya que primero todos están centrados en la cremà, «porque hay muchas cosas: las pavesas, el fuego, la radiación, el calor, el humo… Pero cuando ha bajado eso, escuchas la música y a la gente pedir agua y esperas a que el bombero que está al mando te dé la señal como que ya puedes mojar a las personas. Es una pasada», describe. Cuenta, además, que creció dentro del mundo fogueril, donde veía trabajar a los bomberos durante la cremà y que ahora es él quien ejerce ese rol: «Es como cumplir un sueño; es muy bonito».
Cuando Arnau aprobó las oposiciones y entró a formar parte del cuerpo de bomberos de Alicante, fue cuando cursó el ciclo formativo de Grado Superior de Artista fallero y constructor de escenografías, por dos motivos: «Buscaba una formación que en un futuro me permitiera ascender y me gustaba el mundo de Fogueres», justifica.
Desde entonces, ha construido una decena de monumentos infantiles, junto con su compañero. Es por esta doble faceta de bombero y constructor que recomienda que se prescinda del hierro en la elaboración de las hogueras: «Una pieza de metal a veinte metros de altura, cuando arde la estructura, es peligrosa. Además, el peligro se multiplica, porque la gente se acerca para la banyà».